|
|
ADICCIONES
|
|
|
|
Los porros destrozan el cerebro
adolescente
|
|
LOS EXPERTOS URGEN A TRANSMITIR A LOS
ADOLESCENTES LOS NUEVOS CONOCIMIENTOS CIENTÍFICOS SOBRE LOS DAÑOS QUE PUEDE
OCASIONAR
|
|
|
|
ISABEL PERANCHO
|
|
|
|
La
investigación médica amenaza el estatus de droga blanda del que goza el cannabis
y sus derivados, el hachis y la marihuana. Nuevos estudios están destapando
su potencial tóxico particularmente entre un grupo de consumidores en
ascenso: los adolescentes. La evidencia es cada vez más clara respecto a que
fumar porros de forma habitual en esta etapa vital incrementa las
probabilidades de desarrollar con los años un trastorno psicótico. A corto
plazo, las consecuencias no son menos alarmantes. Se asocia a una alta tasa
de fracaso escolar debido a problemas de memoria y de concentración y una
mayor frecuencia de episodios depresivos y ansiedad. Las demandas de terapia
por abuso de cannabis en menores se han disparado. A los centros acuden
padres desesperados con un tipo de paciente desconocido hasta hace poco:
niños de 13 años con problemas en el 'cole' y comportamientos agresivos.
Los
expertos son claros. Si se quiere evitar en el futuro una epidemia de
trastornos psiquiátricos hay que retrasar la actual edad de inicio en el
consumo del cannabis, que se sitúa sobre los 14 años. Y las medidas deben
adoptarse antes de que sea demasido tarde. Si es que no lo es ya. La delegada
nacional del Plan Nacional de Drogas, Carmen Moya, reconoce la «preocupación»
de este departamento por el creciente consumo de la sustancia entre los
adolescentes y jóvenes españoles. La inquietud ha llegado al Ministerio de
Sanidad que esta semana presentará un informe sobre las consecuencias médicas
del abuso de este estupefaciente. «Está mitificado, se ve su aspecto lúdico,
pero se omiten los problemas de salud que puede desencadenar para los que se
inician a edades tempranas. La investigación nos indica que el pronóstico es
sombrío para los que lo hacen antes de los 15 o 16 años», agrega Moya.
Los
escolares patrios figuran entre los europeos que más porros fuman. Sólo les
adelantan sus colegas de
En
la mayoría de los casos se trata de consumos experimentales y esporádicos y
se estima que sólo el 10% llegará a ser un consumidor habitual. Pero un 1% de
los chavales interrogados en el ESTUDES admitía que fumaba entre dos y tres
porros diarios, una cantidad que los expertos consideran de claro riesgo para
un desarrollo cerebral saludable.
CEREBRO VULNERABLE
Fernando
Rodríguez de Fonseca, investigador que coordina
«Lo
es en un organismo adulto. Y, precisamente porque sus efectos se consideraban
poco graves, ha habido poco interés en estudiarlos», precisa el experto en
cannabinoides Javier Fernández Ruiz, profesor de Bioquímica y Biología
Molecular de
Los
estudios recientes indican, no obstante, que las consecuencias pueden ser muy
distintas para el cerebro de un adolescente, que se encuentra todavía en
pleno desarrollo y maduración. «Hasta los 22 o 24 años no alcanza su máximo
metabólico y funcional», indica Fernández.
La
primera 'luz roja' se encendió a raíz de un estudio sueco que tras seguir a
un grupo de 50.000 jóvenes durante 15 años comprobó que el riesgo de
desarrollar esquizofrenia se multiplicaba por seis entre los que fumaban
cannabis de forma regular a los 18 años.
Posteriormente,
otros trabajos han confirmado la relación entre el uso habitual de la droga y
un riesgo de dos a tres veces superior de sufrir esta grave dolencia psiquiátrica,
así como otros trastornos psicóticos que se manifiestan con delirios,
alucinaciones y alteraciones cognitivas y del comportamiento que interfieren
con el desarrollo de una actividad normal.
Sin
embargo, el peligro no es el mismo para todos. Los efectos neurotóxicos del
cannabis son más acusados cuanto más precoz es el inicio en el consumo y
cuanto mayor sea la cantidad que se fuma. «No hay una edad segura para
empezar, aunque es cierto que el riesgo disminuye a medida que se cumplen
años y es mayor si se fuma antes de los 16», advierte Marta Torrens, jefe de
EDAD Y CANTIDAD
Torrens
ha participado, junto con otros expertos, en el informe del Plan Nacional de
Drogas que presentará la ministra Elena Salgado esta semana y en el que se
avisa que el nivel de empleo de la sustancia también es clave. «Hay quien
llega a los 20 porros al día y también tenemos chavales de 13 años que ya fuman
uno a diario», señala José Luis Sancho, coordinador del Área de Menores del
programa terapéutico-educativo de
«El
consumo semanal ya puede resultar problemático», sentencia la especialista
catalana. Y cuanto más se prolongue en el tiempo, aún peor. La mayoría de los
jóvenes dejará de consumir a medida que se acerque a los 30 y empiecen a
tener obligaciones laborales y familiares. Pero un 10% continuará haciéndolo
de forma abusiva y los que empiezan más jóvenes y consumen diariamente tienen
otra vez más papeletas para figurar en este grupo.
Los
estudios que han seguido la evolución de los jóvenes habituales al cannabis
han identificado ciertos rasgos que predisponen a sufrir trastornos mentales.
Estos son más frecuentes en los que han manifestado de antemano síntomas
psicóticos, asociados o no a los porros, y en aquellos con antecedentes
psiquiátricos familiares.
Otro
dato apoya la teoría de que existe una susceptibilidad individual que puede
verse precipitada por el uso del estupefaciente. Se ha comprobado que los
fumadores que portan una variante genética específica del gen COMT, que
regula las concentraciones de un neurotransmisor implicado en el desarrollo
de la esquizofrenia, tienen un riesgo 10 veces superior de sufrir la dolencia
respecto a otros consumidores que no presentan esa alteración.
El
hecho de que no todos los fumadores exhiban la misma fragilidad mental
explicaría, por ejemplo, por qué la incidencia de esquizofrenia no ha crecido
en la misma medida que el consumo de cannabis. Ahora bien, los especialistas
recomiendan no infravalorar estos datos. Aunque los potenciales afectados
sean una minoría, para Marta Torrens constituye un grave problema de salud
pública. «De un riesgo de 0,7 casos de esquizofrenia por cada mil se pasa a
1,4 por mil si se fuma cannabis. Puede parecer poco, pero se trata de un
trastorno muy serio. Se impone el principio de prudencia».
¿Por
qué el cannabis resulta más dañino para el cerebro adolescente? «Las bases
para explicar su mecanismo lesivo no están del todo claras, aunque la
investigación en este campo es cada día más intensa», reconoce Javier
Fernández Ruiz. Los consumidores buscan los efectos psicoactivos que provoca
la sustancia (relajación, desinhibición, hilaridad...), que son debidos a la
acción de su principal componente activo, el tetrahidrocannabinol (THC),
sobre unos receptores específicos (receptores cannabinoides) emplazados en la
superficie de las neuronas, las células del cerebro.
El
primero de estos receptores (se conocen tres) fue identificado en 1990.
Regulan la actividad de diversos neurotransmisores responsables de controlar
la comunicación entre las neuronas y diversas funciones neurológicas. El
cannabis puede interferir sobre este sistema de conexión celular al modificar
el funcionamiento de ciertos neurotransmisores, como la dopamina y el
glutamato, directamente implicados en el desarrollo de la esquizofrenia.
Así,
se sabe que el THC puede incrementar la producción de dopamina y que la
hiperactividad de este neurotransmisor se relaciona con el trastorno
psiquiátrico. Por otro lado, se ha sugerido que los niveles de glutamato son
más bajos en los afectados por la dolencia mental y la droga inhibe la
producción de esta proteína. La acción del cannabis sobre un tercer
neurotransmisor, la serotonina, también se ha vinculado con un mayor riesgo
de trastornos depresivos y de ansiedad.
Al
psiquiatra José Carlos Pérez de los Cobos, presidente de
FRACASO ESCOLAR
El
mal rendimiento en el instituto fue precisamente lo que destapó la peligrosa
relación de Pablo con los porros, un adolescente catalán que acaba de cumplir
18 años y lleva tres meses en un programa terapéutico en el centro de menores
de Proyecto Hombre en Barcelona. Su familia cree que empezó a consumir con 15
o 16 años. Últimamente fumaba a diario, incluso lo hacía en casa.
«Le
notábamos cambiado desde hacia tres años. No era el niño cariñoso de siempre,
estaba nervioso, contestón, desobediente, no respetaba los horarios...»,
relata Paqui, de 48 años, su madre. La familia lo atribuyó al difícil
tránsito de la adolescencia, un hecho que complica la detección del problema.
«Primero le pillamos fumando tabaco y después su padre le descubrió una
'china' de 'chocolate', pero dijo que era de un amigo. El detonante fue una
llamada de sus profesores avisando de que no iba a clase y que cuando lo
hacía estaba 'fumado'. Se nos cayó el mundo encima», reconoce.
Lo
más difícil fue convencer a Pablo de que lo que hacía podía perjudicarle.
«Ellos lo fuman con toda tranquilidad porque no son conscientes de que
suponga un riesgo, les divierte y piensan que no es malo para nada. Poco a
poco se ha ido dando cuenta de la realidad», agrega.
La
falta de percepción de peligro es una de las razones que esgrimen los
expertos para explicar el alto nivel de consumo de la droga entre los más
jóvenes y también uno de los principales motivos de alarma. Las encuestas
escolares revelan que una cuarta parte de los alumnos considera que fumar de
forma regular no produce problemas y muchos piensan que el riesgo es similar
o inferior al del tabaco. Los expertos urgen para que se transmitan a los
adolescentes los nuevos conocimientos científicos sobre el cannabis, pero se
preguntan cómo hacerlo de forma suficientemente persuasiva.
|
|
Las demandas de terapia también aumentan
|
Problemas
escolares y de conducta, comportamiento violento (verbal y en ocasiones
físico), deterioro de la autoestima, patología psiquiátrica, como depresión o
brotes psicóticos, trastorno del control de los impulsos... Estos son los
síntomas más comunes con los que llegan a los centros de deshabituación los
consumidores de cannabis más jóvenes. La mayoría lo hace empujada por su
familia, ya que no tiene conciencia de que su hábito cause problemas.
Socialmente se ha menospreciado el riesgo de dependencia del cannabis, pero
existe. Como también existe el síndrome de abstinencia, que se manifiesta de
forma más leve y tolerable que el de otras drogas porque el organismo elimina
el THC lentamente. Irritabilidad, ansiedad, disminución del apetito,
cansancio, insomnio, dificultad para concentrarse son los signos habituales.
La creciente demanda de tratamiento por abuso de esta sustancia da idea de la
dureza de la droga 'blanda': se ha triplicado entre 1996 y 2001. En 2002 fue
el motivo del 60% de las terapias por drogas notificadas en menores de 18
años. Al igual que en otras adicciones, abandonar el consumo no es sencillo.
Tras entre seis (como mínimo) y 18 meses de psicoterapia, un 40% logra
mantener la abstinencia pasados dos años. El problema es que la red
asistencial para atender a los adolescentes dependientes es aún escasa.
|
¿Por qué ha crecido tanto el consumo? |
Se
citan varios motivos. Además, de la escasa percepción de sus riesgos para la
salud, mencionan la accesibilidad de los adolescentes a la sustancia. Más del
71% de los chavales piensa que podría conseguirla fácilmente si quisiera. La
proximidad de España a Marruecos, el principal productor de cannabis,
favorece igualmente su amplia circulación. Para los jóvenes es fácil disponer
de dinero y los porros les resultan muy asequibles, uno cuesta
aproximadamente un euro. «Cambian el bollo de la merienda por el 'canuto'»,
dice la madre de un joven consumidor. Fumarse unos 'petas' forma parte de la
cultura de ocio y consumismo que impera en la sociedad en general. «Siempre
dan premio, con ellos se lo pasan bomba. ¿Qué les ofrecemos para competir con
eso?», se pregunta José Luis Sancho, psicólogo de Proyecto Hombre, asociación
que cumple este año su vigésimo aniversario. Curiosidad, experimentar nuevas
sensaciones y divertirse son las razones que esgrimen los escolares que han
decidido probar el hachís o la 'maría'. Forman parte de un estilo de vida en
el que prima pasarlo bien. «Nuestro objetivo es romper esta percepción, que
reciban la información precisa y conozcan sus riesgos», apostilla Carmen
Moya.
|
Ultimamente están llegando a mi consulta muchos casos de padres con hijos adolescentes preocupados por sus extraños comportamientos, y resulta que detrás de esas conductas raras está el uso de marihuana, algunos lo saben y otros no, importante poder ayudar también a los padres por eso pongo este interesante artículo para que os ayude un poco.
ResponderEliminar