lunes, 24 de febrero de 2014

Os invito a un café mientras subis la autoestima.

El día 5 de Marzo con motivo de la semana de la mujer, se hará en la Sala polivalente de Chiva del hogar del jubilado a las 17:30 actividades muy divertidas de autoestima, mientras te tomas un té o un café todo de manera gratuita, te esperamos. Adjunto el cartel de todas las actividades, la mía ya sabéis cual es no???
Lo imparto yo Alicia Monzó y Patricia Gil (psicólogas).

jueves, 20 de febrero de 2014

LA LECCIÓN DE LA MARIPOSA


Anónimo

Un hombre encontró el capullo de una mariposa. Un día, apareció en él una pequeña abertura. El hombre se sentó y observó durante varias horas cómo la mariposa luchaba, esforzándose para poder pasar a través de ese pequeño agujerito.

El hombre pensó que no progresaba, que la mariposa había llegado al límite de sus posibilidades y que no podía seguir avanzando; entonces, decidió ayudarla.
   
Tomó una tijera y cortó el pedacito restante del capullo.
La mariposa, entonces, salió muy fácilmente. Pero tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas y arrugadas. El hombre siguió observando a la mariposa, esperando que, en cualquier momento, las alas pudieran agrandarse y expandirse para poder soportar el cuerpo que, de un momento a otro se contraería.
  
Pero esto no sucedió; la mariposa pasó el resto de su corta vida arrastrándose con el cuerpo hinchado y las alas encogidas, y nunca llegó a volar.
  
El hombre no había comprendido, en su buena intención y apuro por ayudar, que el obstáculo del capullo y la lucha necesaria para que la mariposa pudiera pasar por la diminuta abertura , era el modo en que la naturaleza obligaba a que el fluído del cuerpo de la mariposa llegara hasta sus alas para que estuviera en condiciones de volar, una vez liberada del capullo.


Reflexión
 
Entre otras, una de las reflexiones que se me ocurren con este cuento es lo nociva que puede llegar a ser la educación excesivamente sobreprotectora con nuestros hijos. Sentimos un amor tal que muchas veces intentamos protegerles de todos los males del mundo, o queremos librarlos de hacer algunos esfuerzos que no nos importa hacer por ellos, o siempre les vemos pequeños para que empiecen a responsabilizarse de cosas, o.....

Sin embargo, al igual que la mariposa no pudo desarrollar bien sus alas sin su propia lucha por salir del capullo, tampoco los niños son capaces de desarrollar sus propios recursos para tener una vida autónoma y sana si no les enseñamos a ello. Si no les dejamos hacer su cama porque, "total, eso es un momento, a mí no me cuesta trabajo", o no les enviamos a hacer algún recado porque, "ay, y si cuando va hacia la tienda le ocurre algo...", o les rodeamos de todos los bienes materiales que podemos alcanzar a comprar sin ningún esfuerzo por su parte...

Los niños deben desarrollar sus propias alas para volar por el mundo, cuanto más y mejores recursos de autonomía responsable les demos mejor se sabrán defender en él, si saben darle un valor al esfuerzo y aprenden a tolerar las frustraciones cuando son pequeños, más ímpetu tendrán para luchar por conseguir aquello con lo que sueñan y más complicado será que desistan de su empeño. 

No cortemos su capullo, dejemos que aprendan a salir solos de él mientras estamos ahí para ayudarles, enseñarles, guiarles y darles todo el amor que necesiten en el trayecto. 
Y con los adultos igual no demos consejos ni pensemos por ellos.

Montse García

LIMITES PARA LA GENTE TÓXICA

5 sugerencias para mantener los límites con la gente tóxica.   

5 sugerencias para mantener los límites con la gente tóxica Psicopedia.org

Mantener unos límites razonablemente saludables con la gente tóxica puede llegar a ser difícil. Eso es porque en general este tipo de personas no quieren que tengas tus propios límites. Puede que no sea una decisión consciente, simplemente a menudo es la única estrategia de relación que conocen. Lo cierto es que, independientemente de si es intencional o no, el resultado es el mismo: Tus límites son violados.

¿Cómo podemos entonces mantener nuestra posición ante estas personas? a continuación algunas sugerencias:
1 . Darte cuenta de que tus necesidades son importantes.
Cuando dudas de tu propia importancia estás permitiendo que las manipulaciones de ciertas personas difíciles o tóxicas obtengan un punto de apoyo. Sin embargo, cuando entiendes que tu tiempo, tu dinero, tu dignidad y tus necesidades son vitales para tu bienestar, es más fácil poner en su sitio a las personas que quieren romper tus límites.
Si a menudo tienes dudas sobre tu propia importancia, pueden serte útiles algunas de estas sugerencias:
- Estar con personas que te aprecian. Tu grupo social es como un espejo que refleja tu propio valor.  Puedes elegir entre rodearte de gente difícil, egoísta que refleje tu baja autoestima, o puedes rodearte de gente amable, que te respetan y te cuidan y te ayudan a creer que eres digno de ese amor y cuidado.
-Intenta  construir y reforzar la autoestima y  localizar los obstáculos que te están impidiendo llegar a valorarte a ti mismo apropiadamente.
- Se realista y objetivo. Crea una lista con cada una de las formas en que ayudas a hacer del mundo un lugar mejor. Por ejemplo, seguro que eres un buen amigo de alguien, que haces sonreir a tu cónyuge o tus amigos de forma regular, o que estás comprometido con el reciclaje. Sólo por ser humano ya mereces una serie de derechos fundamentales y de respeto, pero si te fijas un poco más seguro que puedes encontrar cualidades únicas sobre ti mismo.
- Se justo contigo. Si crees que todas las personas merecen respeto, esto te incluye a ti. Si permites que otros te traten como basura, y crees además que tienen derecho a hacerlo, no estás siendo justo.
2 . Ser firme y amable.
Ser firme no significa ser insensible, menospreciar o lastimar a otra persona. Se puede ser firme y amable al mismo tiempo.
3 . Tener expectativas realistas.
Si conoces a una persona que no respeta tus límites y tienes claro que será difícil mantener una relación, debes limitar la cantidad de tiempo que interactúas con ella si esperas mantener tus límites a salvo. No esperes nada bueno, aunque a priori pueda resultar difícil.
4 . Mantenerse alejado.
Muchas veces es importante hacer frente a la gente tóxica, levantarse por sí mismo, y tal vez incluso ponerlos en su lugar, pero a veces alejarse es una estrategia más razonable. Algunas personas son simplemente demasiado tóxicas para enfrentarlas.
5 . Saberse responsable.
Recuerda que proteger tus límites depende exclusivamente de ti. Las personas tóxicas quieren que creas que tu reacción es exagerada o inapropiada, pero recuerda que su único objetivo es hacerte bajar la guardia.
Es típica la situación en que alguien te ridiculiza de manera constante, y cuando te hartas y le pides que deje de hacerlo, te responde que no sabes aguantar una broma. Ante una situación así es importante evaluar el contexto y decidir cómo actuar para que cese en su conducta en el futuro. Es tu decisión cómo y cuando hacerlo y estás en tu perfecto derecho.
En cualquier caso, cuando una persona tóxica intenta violar tus límites, se abre ante ti una gran oportunidad para comprender mejor lo que eres y lo que es importante para ti, y también para hacer crecer esa necesaria voz que te ayudará a reclamar tu territorio, defender tus derechos y declarar lo que vales.

lunes, 17 de febrero de 2014



MODIFICAR LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS

Los pensamientos ó creencias son aquellas cosas que nos decimos, nuestro diálogo interno. Esto da lugar a afirmaciones con las que describimos situaciones, circunstancias o personas. Aunque no podamos afirmar al 100% que son siempre los pensamientos los que provocan las emociones y no al revés, sí parece claro que lo que nos decimos a nosotros mismo es mucho más importante que la situación en sí misma.
De hecho, las situaciones son neutras hasta que nosotros las teñimos de significado. Este significado puede ser positivo (cuando me ayuda a sentirme bien y conseguir mis metas) o negativo (cuando provoca lo contrario). Estos pensamientos se transforman en autoafirmaciones o creencias generalizadas sobre nosotros, sobre el entorno o sobre otros.creencias
Pueden ser de varios tipos (cito sólo algunas):
  • Generalizaciones: “Nunca hago nada bien”, “nadie me quiere”, “no valgo para estudiar”,….
  • Filtraciones en las que sólo se tiene en cuenta lo negativo: “esto es tremendo, horroroso, injusto,…”, y que llevan al “no puedo resistirlo”, “no puedo soportarlo”,….
  • Polarizaciones o ver el mundo en blanco y negro: “éxito-fracaso”, “bueno-malo”, “fuerte-débil”.
  • Castastróficos: pensar en que si puede pasar algo malo, me sucederá a mí…
  • Atribuciones erróneas: pensar que lo les sucede a otros o a mí, tiene más que ver con su forma de ser que con las circunstancias, y que por ende, no se puede cambiar.
Si aprendo a controlar lo que me digo a mí mismo, seré capaz de relativizar más las situaciones, mejorar mi autoestima, bloquearme menos, funcionar mejor en todos los aspectos y, definitiva, ser más feliz.
¿Cómo detectar estos pensamientos erróneos o creencias irracionales? A veces son muy evidentes, otras no tanto. La mejor manera de saber que algo no marcha bien es simplemente observar mis emociones. Cuando ante determinadas situaciones se repite una misma emoción negativa, es probable que haya una creencia irracional de por medio. Si, por ejemplo, los exámenes me causan una ansiedad excesiva, quizá lo que haya detrás es alguna creencia del tipo: “no valgo para nada”, “soy inútil”, “siempre fracaso”,…o también del tipo “tengo que ser perfecto en todo”, “si no hago esto bien dejarán de apreciarme”,……
Una vez detectada y verbalizada la creencia, deberíamos hacer un trabajo de buscar alternativas a lo erróneo de nuestra perspectiva. Es decir, algo así como buscar todos los argumentos posibles en contra de esa creencia. No se trata de sustituir lo negativo por algo positivo sin base real (de “soy un desastre” a “soy el mejor”), sino de buscar alternativas racionales. Si mi creencia es “no valgo para estudiar”, los argumentos que tendré que buscar serán del tipo: “he fallado en este examen pero eso no significa que sea un fracasado”, “todo el mundo puede fallar a veces,…”, “de los errores se aprende”, “fallar es la única manera de aprender”, “tal vez no es que no valga, sino que no sé estudiar, y debo aprender”, etc,…..
Cuando me repito el nuevo discurso y lo interiorizo, las nuevas situaciones ya no serán tan traumáticas. Por supuesto, habrá recursos que puedo poner en práctica para afianzar estas nuevas creencias antes, durante y después de la situación-problema. Un buen terapeuta o educador, o un buen curso de inteligencia emocional nos pueden entrenar en estos aspectos. Cambiará tu forma de encarar las situaciones, de verte y de ver a los demás. En definitiva, una nueva óptica más sana.

Sergio Moreno.
  Hay que dar ejemplos como adultos:

Los adultos son modelos de conducta, para bien y para mal. No solo ante los hijos, sino ante los amigos de los hijos, los vecinos, los alumnos, los chavales a los que entrenan, etc.
Los adultos tienen hábitos y formas de proceder, que no siempre son saludables ni positivos para los que nos miran desde unos centímetros más abajo. Y a veces se nos olvida que niños y adolescentes son esponjas. Aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. Les llama la atención nuestros errores, nuestros tacos, las formas insanas de comer, los comentarios fuera de lugar, etc. Y les sorprende, como a nosotros también, más las malas noticias que las positivas. Seguramente por el morbo que despiertan.
Mi intención con este artículo no es la de convertirnos en padres, madres, maestros, vecinos, entrenadores y familiares perfectos. Pero sí que seamos conscientes del impacto que muchos de nuestros comentarios y comportamientos pueden tener en esas personas a las que tenemos la responsabilidad de educar. Si trabajamos un poquito el autocontrol y la consciencia, igual entre todos conseguimos educar personas más cívicas, respetuosas, divertidas, benevolentes, permisivas, flexibles...
Vayamos con nuestros descuidos:
  1. Es poco honesto y sensato pedir a los pequeños que se esfuercen y trabajen si ven a los adultos viendo la televisión durante horas, haciendo comentarios como que tienen pereza, tirando de comida basura un día tras otro para salir del paso. Si queremos que lean, que se organicen, que estudien, los adultos tienen que dejar de ver programas chorras en la tele en los que solo se habla mal de otros, los adultos tienen que leer, salir a hacer deporte y esforzarse en sus responsabilidades.
  2. No se les puede pedir a los hermanos que no peleen y que sean responsables recogiendo sus dormitorios y su ropa sucia, si los padres discuten por el reparto de las tareas domésticas y no se ponen de acuerdo.

  3. Si queremos hijos educados y que no falten el respeto a las personas, los padres no pueden faltarse el respeto entre ellos, ni hablar mal de miembros de la familia ni de amigos delante de los niños.

  4. Si queremos niños sinceros, no se les puede engañar. Podemos decirles que hay temas de los que no se habla con los niños, o que esto es un asunto ajeno a ellos, pero no les digáis mentiras.

  5. Si les pedimos que no griten, que no den voces, que no sean mandones, nosotros tenemos también que pedirles las cosas por favor, no podemos dar voces de una habitación a otra, no podemos gritarles para que dejen de discutir y nos hagan caso, ni comportarnos de forma autoritaria para conseguir que nos obedezcan.

  6. Ten cuidado también cuando conduces, porque éste es el hábitat de los salvajes. Parece que entrar en el coche y tener licencia para matar es todo uno. Se insulta, se pita, se pierde la paciencia, se grita, se hacen gestos obscenos y agresivos. El coche es el lugar ideal para que tu hijo salga disparado cuando lo llevas al colegio y le arree un guantazo al primer compañero que le adelante en la fila.

  7. Y qué decir de la hora de la comida. Si eres madre o padre, con una edad en torno a los cuarenta, por decir una edad cualquiera, no trates de querer meterte en los vaqueros de tu hija. Tu cuerpo no está hecho para tener la talla 34, es antinatural. Y si para ello comes como un pajarito, verbalizas todo el día lo que engorda y lo que no, las calorías de los alimentos, criticas a otras mujeres porque están esplendorosas, estás generando el caldo de cultivo perfecto para que alguno de tus hijos se preocupe en exceso del peso y desarrolle algún trastorno de la alimentación. ¡Cuidado! los niños enseguida asocian "estar delgado con estar bello y estar bello con tener éxito", y "si mi madre lo dice y lo hace, es que debe de estar bien".

  8. Otra metedura de pata tremenda son los comentarios machistas, racistas y homófobos. Con ellos educas en una escala de valores que nos diferencia, que prejuicia y que distancia a los chavales. Tus hijos comparten pupitre y son amigos de niños adoptados, de alumnos inmigrantes, de jóvenes homosexuales... y en lugar de favorecer la integración, la benevolencia, la comprensión, el compañerismo, la unión... les fomentas menospreciarlos por su condición sexual, su estatus y su raza.
    Nadie es mejor que nadie, ni nadie está por encima de nadie. Ver a todo el mundo con la mente limpia, con confianza y gratitud forma parte de las buenas personas.
    Trata de ser solidario, de educar en la comprensión, en la bondad, en la gratitud. Enséñales a valorar los gestos, las sonrisas a quien te ayuda, y a prestar ayuda a los demás. Cuando oigas comentarios racistas, sexistas o que menosprecien la condición humana en cualquiera de sus formas, sé tajante. No lo toleres, no permitas que tu hijo se identifique con esas ideas que nos separan y distancian de la bondad. Di que eso está mal, que las personas sólo nos diferenciamos por cómo nos comportamos con los demás y con la honestidad con nosotros mismos. Que lo que importan son los valores y los actos.

  9. No faltes el respeto ni menosprecies a tus mayores o jefes, ni a los profesores o entrenadores de tus hijos. Diles que siempre hay que respetar lo que viene de arriba. Si le quita autoridad a quien tiene que ejercerla, los chavales se verán con el derecho de faltar el respeto y no darán credibilidad a quien les forma o dirige. Enséñales a preguntar, a expresar su opinión y a tener criterio, pero siempre bajo el respeto. Y enséñales también que si su profesor, madre, entrenador, padre dice alguna vez "esto es así y es innegociable", lo tienen que aceptar. Si les damos a los niños y adolescentes el poder de cuestionar y rebatir todo, estamos perdidos. Tienen que aprender que hay límites y normas que se cumplen, sin más explicación.

  10. Huye de los comentarios negativos y pesimistas delante de ellos. Comentarios del tipo "es difícil, no puedo hacerlo, este trabajo está dado, todos los políticos son unos sinvergüenzas, si es que hay muchas mujeres que no quieren trabajar, los funcionarios son todos unos vagos", y mil y un prejuicios que quedan grabados en su mente y que les condiciona el trato con las personas.

Cambiar nuestra forma de comportarnos es difícil, y hay que tener una motivación muy potente para hacerlo. Los niños y los adolescentes son motivación suficiente. A partir de ahora sé más cuidadoso, piensa antes de soltar por la boca todo lo que se cruza por tu mente. Piensa con buena fe y sé una persona de bien.
 
   Patricia Ramírez

jueves, 13 de febrero de 2014

Más sobre dependencia emocional.
Uno de los motivos de consulta más frecuente para los psicólogos es la dependencia emocional. Se trata de  un problema por el que se sufre una especie de “enganche” de la pareja porque existe una necesidad muy grande y continua de afecto.
Es algo similar a lo que se sufre con la dependencia del alcohol, por ejemplo. Afecta tanto a hombres como  a mujeres. La diferencia está en que los hombres que la sufren tienden a ocultarlo mucho más por vergüenza, agravándose de este modo el problema.
Esta situación puede vivirse de forma puntual con una relación, pero lo más frecuente es que el patrón se repita con todas y cada una de las parejas que se tienen. Esta dependencia no se debe a razones más o menos objetivas (económicas, minusvalías de algún tipo…), sino que es puramente necesidad de amor. Quien la sufre es una persona con un miedo tremendo a la soledad y que no concibe su vida sin pareja.
Un hecho que resulta llamativo es que, generalmente, el dependiente emocional busca parejas dominantes, de carácter fuerte, más bien egoístas y egocéntricas, desconsideradas, posesivas e incluso déspotas, capaces de llegar al maltrato físico y/o psicológico,  a las que idealizan en extremo. Se vive por y para la pareja.
El afectado, a pesar de que reconoce este maltrato y desconsideración, no puede dejar de estar enganchado. Es capaz de pedir perdón, incluso, por cosas que no ha hecho, con tal de que su pareja “lo quiera” y esté contenta. La colmarán de regalos y atenciones y prácticamente vivirán alertas a los gestos de la pareja para que esté contenta en todo momento.
En la base del problema, se encuentra el hecho de una bajísima autoestima que lleva al dependiente emocional a despreciarse. Son críticos consigo mismos hasta el extremo y por ello se sienten culpables, incluso, del desprecio que puedan sufrir por parte de sus parejas. Lejos de mejorar, esta situación empeora con el paso del tiempo agudizándose esa relación de “dueño/a-súbdito” que se establece en la pareja.
El desprecio del otro aumenta a medida que también lo hace la sumisión de quien sufre dependencia emocional. Es frecuente también que la relación se rompa, pero no importa. El dependiente volverá una y otra vez a la pareja, del mismo modo que el alcohólico o el drogadicto vuelve a consumir. Con cada vuelta la situación empeora pues crece el desprecio de la pareja y disminuye la dignidad y la autoestima del dependiente. Quien sufre de dependencia emocional necesita de su pareja-verdugo y si no la tiene, aparece algo similar al síndrome de abstinencia.
Se producen, incluso, enfrentamientos y rupturas con amigos o familiares por defender esta situación. El dependiente nunca llega a ser feliz. Sufre problemas de ansiedad y/o depresión y un cierto desprecio por sí mismo al ser consciente de que se está arrastrando ante alguien que no sólo no lo ama sino que incluso lo maltrata. Las personas cercanas al dependiente intentan hacerle ver que esa relación que mantiene es patológica y que sólo le hace sufrir. El dependiente se enfrentará a ellos por defender su relación e incluso exigirá a sus familiares un trato especial hacia su pareja, del mismo modo que él hace.
En su mente la persona con la que está es superior y todos los demás deben reconocer esto y hacer que esa persona sea feliz y tenga todo cuanto desee.  Esto conlleva, en la mayoría de los casos, una ruptura con sus familiares y amigos que hará que su dependencia aumente al encontrar como único apoyo en el mundo a la pareja. El aislamiento al que ellos mismos se conducen hace que el problema aumente.
También el dependiente puede llegar al abandono de sus propias responsabilidades laborales por satisfacer necesidades de la pareja. El deterioro social, familiar, laboral y personal del dependiente emocional puede llegar a ser tremendo. Si hay hijos, con mucha frecuencia se observan comportamientos de falta de respeto e incluso desprecio por parte de ellos hacia el progenitor dependiente. Aprenden a no respetar a alguien que se muestra tan falto de dignidad. También existe mala relación hacia el otro progenitor puesto que, como ya he indicado, suele ser una persona egocéntrica y desconsiderada que tampoco muestra cariño o preocupación por sus hijos.
Es fundamental iniciar cuanto antes la terapia psicológica para conseguir desengancharse de la pareja. No hacerlo puede tener consecuencias nefastas puesto que, con frecuencia, se pasa al maltrato físico y/o psicológico. Sin embargo esto que es tan obvio, resulta muy difícil que se lleve a la práctica.
Como en cualquier otra adicción, es preciso que quien lo sufre reconozca que tiene un problema y desee buscar solución. Esto resulta harto difícil puesto que el dependiente siempre encontrará mil y una excusas para justificar su comportamiento: “No lo/la conocéis bien” “Me quiere muchísimo” “Yo también tengo la culpa”… No funcionará nunca ninguna terapia que no sea iniciada por propia voluntad y como en las demás adicciones, el primer paso sería la ruptura total con la pareja para conseguir salir de la situación problemática.
¿Cómo puede actuar la familia en estos casos? No cediendo nunca para no fomentar la situación. Es decir, no hay que hacer caso al dependiente que pretenderá que se siga tratando con deferencia, respeto absoluto y sumisión a su pareja. Se trata de no abandonar al dependiente pero no ser cómplice de su relación patológica.
Sólo se puede hablar con el enfermo y explicarle que siempre podrá contar con la ayuda de la familia cuando desee poner fin a la situación. Si esto se produce, acogerlo e impedir todo contacto con la pareja y acompañarlo a terapia. El psicólogo no sólo trabajará con el dependiente, sino que irá dando pautas a los familiares sobre cómo actuar a situaciones concretas.

Sobre todo para las mujeres...

El Síndrome de Cenicienta.

Es muy importante que sepáis esto, especialmente vosotras las mujeres, ya que estos cuentos que nos vendieron nos han hecho daño, hay que cambiar la forma de pensar, y no esperar a Richard Gere en la limusina blanca en pretty woman, que es el príncipe moderno del cuento.

El Síndrome de Cenicienta El Síndrome de CenicientaEl síndrome de Cenicienta tiene una doble vertiente,  la primera esta basada en el rechazo del hijastro hacia la madrastra y fue descrita, por primera vez, por el Dr. Peter K. Lewin en 1976, en una carta al editor de la revista Canadian Medical Association Journal. En ella se describen las falsas acusaciones de algunos niños adoptados, de ser maltratados o descuidados por sus madres adoptivas mientras que la segunda acepción se refiere al miedo a la mujer a la independencia e, inicialmente, fue descrito por Colette Dowling, que escribió un libro sobre el miedo de las mujeres a la independencia, como un deseo inconsciente de ser atendidas por otros, basándose, principalmente, en el temor de ser independientes. El complejo porque, en realidad, se trata de un conjunto de síntomas y actitudes comunes a un grupo determinado, es cada vez más evidente a medida que la persona envejece.
Colette Dowling intentó definir a las mujeres con este síndrome como motivadas por un deseo inconsciente de ser cuidadas, como consecuencia a su miedo de ser independiente, parcial o totalmente.Ello puede ser por temor a responsabilizarse  completamente de si mismas o por la necesidad psicológica de ser protegidas.
El Síndrome de Cenicienta se caracteriza por el deseo de conseguir un” príncipe azul” que surja de la nada en su veloz caballo blanco para alejarla de su atribulada vida y vivir felices para siempre.Así que, pone toda su ilusión en encontrar un hombre guapo, simpático y rico que cumpla dichas fantasías. Por tanto, idealiza a su posible pareja lo cual hace que nunca encuentre a ningún hombre que cumpla sus expectativas.
Este complejo se llama Cenicienta, y fue popularizado por la película de Walt Disney del mismo nombre. Basada en la idea de las mujeres retratada en el cuento, por ser hermosas, elegantes y amables, pero que no son fuertes, ni independientes y que deben ser rescatadas por un hombre (el Príncipe). Sin embargo, también existen otros casos en que las “Cenicienta”  poseen fuertes personalidades y son muy capaces en las tareas que realizan. Pero,aún así, idealizan una figura más fuerte que ellas, sobreprotectora, amorosa y complaciente. La forma en la que fueron educadas afecta mucho dichas idealizaciones de estas personas
Pero  este complejo tiene dos personajes principales: La Princesa o Víctima y el Príncipe o Rescatador. Las situaciones donde establecen relación ambos es muy variadas, como parejas, padre-hijo, hermanos… aunque con iguales características de cada uno y la forma de interrelacionarse.
Partamos de la idea de que para que exista una princesa, debe hallar un hombre dispuesto a rescatarla; muy egocéntricos, adictos al control y, sobreprotectores. Además,”el Príncipe”piensa que “la Cenicienta” no puede vivir sin su constante cuidado. Pero, a los “Príncipes” no les gusta que las “Cenicientas” les contradigan, lo cual es debido al modelo de relación de pareja inculcado durante la infancia, a través de los padres.
En la interacción inicial entre la “Cenicienta” y el “Príncipe”, hay una reciprocidad beneficiosa para ambos. Pero esto, se va desgastando porque fuerzan cada uno las necesidades del otro. Así, la víctima-princesa, pudiera generar situaciones que la pongan en peligro para que el príncipe-rescatador llegue en su ayuda ; por ejemplo, hay personas que les suceden todo tipo de cosas tales como dejar las llaves dentro del coche o de la casa,  extravío de dinero,  picaduras de insecto … siendo casual que siempre esta cerca el “Principe” dispuesto a acudir al rescate.
Así, el rescatador acudirá gustosamente las primeras veces, llamará constantemente para asegurarse que la víctima se encuentra bien y procura estar disponible para ella. Si un día no puede apoyarle, se sentirá mal, creerá que está fallando como héroe, como padre, como hermano, como novio… Pero, al final, el príncipe-rescatador puede terminar por sentirse agobiado, cansado, desgastado y culpar a la princesa-víctima de ser abusiva, o demasiado débil. Comenzará a verla como una carga de la cual ya no quiere hacerse cargo. La princesa-víctima se resiente por los reproches del príncipe-rescatador, apreciando, lentamente, los múltiples fallos que este posee hasta que su imagen como Princípe-rescatador se acaba desmoronando.

¿ Qué podemos hacer ante el Síndrome de Cenicienta?

  1. Tiene un componente de fantasía de rescate. Se trata de mujeres insatisfechas con su vida, su trabajo o sus relaciones sociales que esperan que la llegada de un príncipe azul las salve de su vida triste y frustrante, haciendo que todo sea mágico y maravilloso. Por ello, no luchan por mejorar y salir de su situación, sino que se pasan la vida esperando que la fantasía del Principe se haga realidad. Lo que se recomienda es aceptar la realidad, concienciarse de que nada es perfecto,  que podamos ser felices es el primer paso para abandonar este síndrome y comenzar a construir una vida plena.
  2. También es aplicable este Síndrome a todas aquellas mujeres que se sienten incompletas o infelices por no haber encontrado una pareja. Pero, la felicidad no aumenta por tener a un hombre al lado, sino que la fuente del bienestar nace de uno mismo.
  3. Lo cierto es que siempre se debe aprender a ser feliz en base a lo que se tiene, es decir,  aceptar tu realidad para no frustrarse, puesto que cada situación tiene sus inconvenientes y  ventajas.
  4. Para superar el Síndrome de Cenicienta debemos ir más allá del amor ideal para poder centrarnos en una relación real, y aceptar el mundo tal y como es.
  5. La forma en la que fueron educadas las “Cenicientas” afecta mucho sus idealizaciones de los “Príncipes”, de modo que si son sumisas o dependientes, buscarán seguirlo siendo. Muchas otras, temen vivir sin pareja; no obstante,  no consiguen al hombre perfecto que cumpla sus expectativas. Esto baja su autoestima y ellas se sumen más en su trabajo, el cual desempeñan bien. Este complejo no tiene una cura milagrosa, se trata de realizar psicoterapia para fomentar una autoestima saludable que les lleve a dejar de ser dependientes.El trabajo terapeútico con objetivos como la autoestima y la dependencia, inicialmente, y que, posteriormente, se irán refinando- tal y como ya explicamos en otro post- conseguirá que la “Cenicienta” dejé de serlo para convertirse en una “Princesa”.
María Dolors Mas Delblanch