domingo, 22 de marzo de 2015


10 tips para mejorar la relación de pareja Alejandra Partida
                    Para que tu relación de pareja funcione:               

Resumen: Las relaciones de pareja pasan por diferentes fases, todas ellas necesarias, y cada una con su peculiar modo de comunicación y adaptación.

 


“Cada vez nos entendemos menos”. Es lógico que cuando la relación ha avanzado, y ha desaparecido la fase de “enamoramiento”, nos encontremos por primera vez cara a cara con aquella persona con la que estamos compartiendo nuestra vida.

Las ganas de agradar al otro por encima de todo disminuyen, y empezamos a percibir la diferencia entre “el tu ideal, o que yo idealicé y el tu real”, de tal manera que incluso aquellas actuaciones o manías que molestaban solo un poco o que pasaban desapercibidas, pasan a ser un auténtico frente abierto y separador de la relación.
 
Pero ¿por qué ocurre esto?. El enamoramiento es una fase con caducidad, suena difícil de aceptar pero en realidad es algo muy positivo puesto que esto dará paso a lo realmente importante y capaz de crear a una pareja estable “el amor comprometido”.
En esta fase se solucionan los primeros conflictos y aumenta el compromiso, pero también se hace patente las diferencias entre ambos, lo que en muchos casos acaba disolviendo la pareja.
¿Cómo hacer para que las diferencias disminuyan y aumente la satisfacción en pareja?
  1. Establece límites claros desde el principio en lo relacionado a temas de respeto, autonomía personal, hogar, relación…
  2. Acepta las partes del otro que no te gustan y no intentes que cambie, por un lado él no será feliz porque la elección de cambio no es personal, y por otro porque se convertiría en otra persona diferente de la que te enamoraste. En ambos casos supondrá la insatisfacción de ambos en la relación.
  3. Ponte en su lugar. Sé empático con él/ella. Intenta comprender por qué actúa de una determinada manera, con esta actitud se sentirá comprendido lo cual favorecerá la cercanía.
  4. Tomaros al menos 10 minutos al día para hablar. La comunicación es el pilar de cualquier relación humana.
  5. Si quieres saber algo, o crees que existe un contenido oculto o un doble mensaje en sus palabras, PREGUNTA, ante una duda no interpretes. Así aprenderemos a no guardar rencor y mejoraremos la comunicación.
  6. No puedes esperar que el otro cubra tus necesidades. Para ser feliz con otra persona primero debes ser feliz contigo mismo. Si tu felicidad depende de otro nunca conseguirás sentirte realizado ni feliz.
  7. Tened tiempo de ocio en común y de calidad, que sirva para compartir y disfrutar del otro y de ti mismo.
  8. Mantén un tiempo de independencia y dáselo al otro. Es importante que cada miembro de la pareja también posea un tiempo propio de esparcimiento, ya que de este modo nos atendemos a nosotros mismo, y nuestra felicidad no solo dependerá del otro.
  9. Incluso aunque no estés completamente feliz en ese momento en la relación, intenta recordar que fue lo que te enamoró del otro y díselo; esto fortalecerá vuestra unión.
Y de los aspectos más importantes…
  1. Acepta que “ceder no es perder”. Hay ocasiones en las que primarán los deseos propios y otras en que primarán los de nuestro compañero, una relación es un intercambio, no una competición.
¿QUÉ ES LA EMPATÍA? 
 
La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar del otro y saber lo que siente o incluso lo que puede estar pensando. Las personas con una mayor capacidad de empatía son las que mejor saben "leer" a los demás. Son capaces de captar una gran cantidad de información sobre la otra persona a partir de su lenguaje no verbal, sus palabras, el tono de su voz, su postura, su expresión facial, etc. Y en base a esa información, pueden saber lo que está pasando dentro de ellas, lo que están sintiendo. Además, dado que los sentimientos y emociones son a menudo un reflejo del pensamiento, son capaces de deducir también lo que esa persona puede estar pensando.

En una ocasión, contemplé una interesante muestra de empatía (y falta de ella) en un restaurante chino. Un hombre daba las gracias a la camarera por un pequeño obsequio que el restaurante había dejado un par de días antes en los buzones de las personas que vivían cerca. La camarera china no hablaba ni una palabra de español, de manera que preguntó varias veces al hombre, quien se esforzaba por hacerse entender. Cuando la camarera se marcha, la mujer que está sentada al lado del hombre le dice: "Creo que ha entendido que quieres que te traiga el regalo", a lo que el hombre respondió con cara de asombro: "¿En serio?" Al poco rato, llegaba la camarera con el obsequio.

La mujer supo leer el rostro de la camarera y saber lo que ella había entendido, lo que nos indica que, seguramente, se trataba de una persona con una elevada capacidad de empatía.
La empatía requiere, por tanto, prestar atención a la otra persona, aunque es un proceso que se realiza en su mayor parte de manera inconsciente. Requiere también ser consciente de que los demás pueden sentir y pensar de modos similares a los nuestros, pero también diferentes. Tal vez a ti no te moleste un determinado comentario o broma, pero a otra persona sí puede molestarle. La persona empática es capaz de darse cuenta de que dicho comentario te ha molestado incluso aunque ella sienta de otra manera. 

Entrene su memoria y atención con juegos científicos para el cerebro.
La empatía está relacionada con la compasión, porque es necesario cierto grado de empatía para poder sentir compasión por los demás. La empatía te permite sentir su dolor y su sufrimiento y, por tanto, llegar a compadecerte de alguien que sufre y desear prestarle tu ayuda.
En general, es fácil para la mayoría de las personas tener una respuesta empática ante un daño físico ocurrido a otra persona. Por ejemplo, todos sabemos lo que se siente ante un golpe en la espinilla, porque todos sentimos lo mismo y es fácil sentir el dolor la persona que vemos recibir el golpe. No obstante, para evitar el malestar que se siente, muchas personas reaccionan riéndose. De este modo, se libran del dolor, aunque también se alejan de una respuesta empática.
Cuando no se trata de dolor físico, sino emocional, puede ser más difícil saber lo que la otra persona está sintiendo y requiere un grado de atención y de conciencia de la otra persona más elevado.

Cómo ser más empático
Una persona puede aumentar su capacidad de empatía observando con más detalle a los demás mientras habla con ellos, prestándoles toda su atención y observando todos los mensajes que esa persona transmite, esforzándose por ponerse en su lugar y "leer" lo que siente. Si mientras habla alguien, estás más pendiente de tus propias palabras, de lo que dirás después, de lo que hay a tu alrededor o de ciertas preocupaciones que rondan tu mente, tu capacidad para "leer" a la otra persona no será muy alta.
Pero la empatía es mucho más que saber lo que el otro siente, sino que implica responder de una manera apropiada a la emoción que la otra persona está sintiendo. Es decir, si alguien te dice que acaba de romper con su pareja y tú sonríes y exclamas "¡Qué bien!", no estás dando una respuesta muy empática.

La falta de empatía
La falta de empatía puede verse a menudo al observar las reacciones de los demás. Cuando una persona está principalmente centrada en sí misma, en satisfacer sus deseos y en su propia comodidad, no se preocupa por lo que los demás puedan estar sintiendo y no tiene una respuesta empática ante ellos. Es la madre o padre que responde con un "mmm" indiferente, cuando su hija pequeña le enseña con entusiasmo su último dibujo, sin percibir la decepción de la niña al ser ignorada. Es el marido que llega a casa cansado del trabajo y se sienta a ver la tele mientras espera que su esposa, que también llega cansada del trabajo, se ocupe de hacer la cena y de bañar a los niños. O es la persona que dice no importarle si hay calentamiento global o si estamos contaminando el ambiente porque considera que ya habrá muerto cuando todo eso sea un verdadero problema.

Tal vez vivamos en una sociedad donde la gente es cada vez menos empática (según estudio de la Universidad de Michigan, los niveles de empatía de estudiantes universitarios cayeron un 40% entre el año 2000 y el 2010). No obstante, el único modo de hacer que el mundo sea cada vez más empático y no al revés, consiste en que cada persona se esfuerce por ser más empática, prestando más atención a los demás, a sus emociones, a lo que pueden estar sintiendo o pensando, o cómo les afecta lo que dices o haces.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Te lo dedico pequeña.

El poder de lo pequeño

El éxito es el efecto acumulado de hábitos insignificantes que son los que marcan la diferencia

Los arrebatos no conducen a nada; la constancia es la que lleva a todas partes

           
 
 
Un avión parte de Moscú con destino a Madrid, pero sufre una avería inadvertida en su sistema de navegación que crea una mínima desviación del rumbo de menos de un grado. El avión acaba aterrizando en Mallorca. ¿Cómo se desvió tanto? Un grado es muy poco, sin embargo, ese pequeño desajuste durante cinco horas de vuelo crea una enorme diferencia en el resultado. Cuando hablamos de comportamientos humanos durante… ¡toda una vida!, las desviaciones son aún mayores. En realidad, lo que determina lo que conseguimos no son las grandes decisiones, sino las menores y los actos cotidianos. En este artículo trataremos sobre cómo las personas pueden alejarse de sus deseos y objetivos si no disponen de un plan de vuelo y un sistema de navegación perfectamente ajustados.
Dos hermanos comparten la misma familia, genética, posibilidades y educación, entorno…, y, sin embargo, con el paso de los años, sus vidas se hacen cada vez más diferentes. Básicamente hay tres factores que influyen en esa divergencia: sus elecciones, sus acciones y sus relaciones.
“El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va”
Antoine de Saint-ExupÉry
Lo cierto es que no podemos “no elegir”. No tomar una decisión es, en realidad, tomar una: demorarla. De modo que estamos decidiendo o dejando de hacerlo, cada día. Y lo que acaba ocurriendo es que la vida es el resumen de todas ellas, sean menores o mayores. Cualquier cosa que acaba entrando en nuestras vidas es la consecuencia de una cadena de actos y caminos que elegimos o no.
Las decisiones mayores son aquellas que se toman conscientemente y suelen requerir a veces ayuda de terceros en forma de consejo, pero siempre tiempo de reflexión. Las menores son las que se deciden casi sin pensarlo y acaban creando un efecto compuesto. De las dos, son las pequeñas elecciones las que se acumulan día tras día y marcan una gran diferencia.
Tomar decisiones sabias es más sencillo cuando se tienen claros cuáles son los valores prioritarios y adónde se va. Para no equivocarse conviene hacerse esta sencilla pregunta: ¿la dirección que voy a tomar concuerda con lo que me importa prioritariamente en la vida?

Preguntas que se deben hacer

Ilustración de João Fazenda
PELÍCULAS
- ‘Los siete hábitos de la gente altamente efectiva’ Stephen Covey
- ‘Antes de tomar una decisión en su vida hágase estas preguntas’ Debbie Ford
PELÍCULAS
- ‘Los puentes de Madison’ Clint Eastwood
- ‘Amélie’ Jean-Pierre Jeunet

Para conseguir grandes resultados no es preciso llevar a cabo grandes acciones, sino pequeñas repetidamente a lo largo del tiempo. El éxito es el efecto acumulado de hábitos insignificantes. Y el truco está en insistir en un comportamiento positivo el tiempo suficiente como para que marque una distinción significativa a medio plazo. Es el poder de las pequeñeces acumuladas.
Ganar es el resultado de una suma de costumbres; perder, también. Es algo que saben muy bien los deportistas. Por ejemplo, Michael Phelps es un brillante modelo del poder multiplicativo del hábito. Sus rutinas de entrenamiento son muy estrictas, previsibles, sistemáticas. Es obvio que su anatomía estaba diseñada para ganar, pero su enorme éxito es fruto de su persistencia.
A menudo, para implementar una rutina, las personas recurren a la fuerza de voluntad. Es un error. Están luchando consigo mismas, y, a la larga, abandonarán, porque la lucha desgasta. ¿Cuál es la alternativa? La mo­­tivación. Establecer un hábito nuevo solo tiene futuro cuando concuerda con los valores principales de la persona. El poder de algo que nos estimula disuelve las luchas internas y proporciona combustible mental para pasar a la acción.
Sin tener en cuenta en cualquier elección esos valores básicos, las personas caen víctimas de sus contradicciones internas y dejan de perseguir sus deseos y sus sueños.
Por suerte, todo lo que se aprende en la vida puede reaprenderse. Los hábitos no son una excepción a esta regla y se pueden cambiar. El mejor modo de terminar con uno negativo es empezar uno nuevo y positivo que lo sustituya, y que esté propulsado por la fuerza imbatible de la motivación.
“El secreto del éxito
se encuentra en la
rutina diaria”
John C. Maxwell
 
No hay una mejor estrategia para conseguir lo que se desea en la vida que crear hábitos positivos que conduzcan a lograrlo, y después, delegar el trabajo en el poder de la costumbre, seguir el flujo del tiempo, y dejar de esforzarse una vez puesto en marcha el impulso de la inercia.
Las personas que nos rodean: familia, amistades, compañeros de trabajo… crean una gran influencia en cada uno de nosotros. En psicología se conoce este efecto como la influencia del “grupo de referencia”. Es una información silenciosa, inconsciente y que se acumula con el paso del tiempo. Y se traduce en una imitación inconsciente de lo que el “grupo” dice, piensa, hace, siente, come, viste, se comporta…
Se podría decir que una persona es la suma de las influencias personales que ha recibido a lo largo de su vida, que, como es de imaginar, pueden ser positivas o negativas, y acabará pareciéndose mucho a la gente con la que tiene más trato. La pregunta que nos deberíamos formular es: ¿quién o quienes ejercen ese poder sobre mí?

La persistencia del 'pit bull'

¿Qué tienen en común los empresarios de éxito y las personas que consiguen realizar sus sueños? Simplemente, ¡no se rinden nunca! Han aprendido la disciplina de la persistencia. Esto es verdad tanto para la gente que consigue sus sueños profesionales como personales. Pero esta cualidad es muy rara en la población en general. Vivimos en una era de gratificación instantánea. ¡Los adultos quieren conseguir sus sueños inmediatamente! Y cuando no lo logran, sus sueños van bajando en la escala de valores, son demorados y, finalmente, abandonados”.
Pasos simples hacia sueños imposibles, de Steven K. Scott.
¿Es importante filtrar las influencias que recibimos? Por supuesto que sí, ignorar su efecto puede salir caro. Y si no, que se lo pregunten a cualquier padre o madre que vigila escrupulosamente con quién anda su hijo o hija. Tan importante es el efecto de las compañías en un adolescente como en un adulto. A fin de cuentas, como afirma el dicho: “Dime con quién andas y te diré quién eres” o “Dios los cría y ellos se juntan”.
Casi siempre que se toma una decisión, las personas empiezan con mucha energía y empeño, pero, a la larga, acaban abandonando. Ese exceso inicial es en realidad contraproducente porque semejante nivel de energía no se puede mantener por mucho tiempo. Querer hacerlo todo cuanto antes es provocar el abandono. Es mejor iniciar la tarea o el plan con menos fuerza, pero mantenerlo en el tiempo hasta conseguir el objetivo. El éxito es resultado de dosificar las fuerzas, de mantener el ritmo, de la regularidad. Es así como se ganan carreras y como los equipos consiguen torneos.
La disciplina es esa regularidad, constancia, cadencia o ritmo. No hace falta hacer mucho de golpe, pero sí algo cada día. Por ejemplo, al empezar una dieta es mejor aplicarse a unas normas razonables y no saltárselas ni un día, antes que matarse de hambre los tres primeros días. Los atletas saben muy bien que las medallas se consiguen dosificando el ritmo. Una vez más, es el poder de los pequeños pasos, que proporcionan resultados extraordinarios.
De nada sirve tener una arrancada de caballo y después una parada de burro. Eso significa ser víctima de un gran entusiasmo inicial, no dosificado, para pasar a abandonar y volver al estadio inicial al poco tiempo. Los arrebatos no conducen a nada; pero los planes sostenidos y la constancia conducen a todas partes.
“Te convertirás en una combinación de las cinco personas con quienes pasas más tiempo”
Jim Rohn
Todas las personas tienen sueños, pero no todas los consiguen. ¿Es cuestión de mérito, genes, inteligencia o suerte? No, más bien se debe a trabajar para conseguirlos con método; es decir, mediante una rutina diaria. Repetir una acción cada día, semana o mes. Un acto que está implícito en la agenda y ni siquiera hay que apuntarlo, se da por hecho. Es como cepillarse los dientes, se hace automáticamente después de cada comida, sin que haga falta recordarlo.
Cuando se pone en marcha un objetivo, lo primero que conviene hacer es preguntarse qué rutinas conducirán a él. Seguramente, un buen coach preguntaría a su cliente: “¿Qué tres acciones sencillas te acercarían a tus grandes objetivos?”. Sí, pasos simples hacia resultados extraordinarios. Y si esa persona es sistemática, y se aplica a dar tres pasos diarios, su éxito está asegurado. No importa lo lejos que vaya, tres pasos al día, tarde o temprano, le llevarán a donde sea que se dirija.
Fuente:el país.

martes, 3 de marzo de 2015

Tres tipos de factores de riesgo y protección frente al acoso escolar.
Por desgracia un tema de mucha actualidad.

Diversos estudios certifican una preocupante incidencia de los casos de bullying en las aulas españolas, principalmente durante los cuatro cursos de la ESO. Prácticamente uno de cada cuatro alumnos manifiesta haber sido víctima de algún episodio de violencia o de acoso escolar.
Ante esta situación, la prevención del bullying se ha convertido en un objetivo prioritario de la comunidad educativa, en general muy concienciada y preocupada ante el gran sufrimiento que puede provocar en la víctima, además de contribuir intensamente en el deterioro del clima escolar.
 

Factores de riesgo y factores de protección en el bullying
 
Para prevenir y detectar el bullying es importante tener en cuenta que existen una serie de factores de riesgo (personales, familiares, escolares, sociales, culturales, etc.) cuya presencia provoca que aumente la probabilidad de que se presenten fenómenos de violencia escolar. En el otro extremo, se encontraría los factores de protección: circunstancias que dificultan la aparición del bullying y facilitan su resolución en las etapas tempranas.
Tanto los factores de riesgo como los de protección se pueden clasificar o dividir en: factores personales, familiares y sociales.

Factores de riesgo de carácter personal


En la víctima
Existen una serie de características que pueden aumentar las probabilidades de convertirse en víctima de acoso y, sobre todo, ayudan a que la situación permanezca invisible para profesores y padres, haciendo muy complicada su resolución:
  • Rasgos físicos o culturales distintos a los de la mayoría: minorías étnicas, raciales y culturales.
  • Sufrir alguna discapacidad física o psíquica.
  • Personalidad introvertida, poco comunicativa.
En el agresor
 
Los factores relacionados con el perfil del agresor son:
  • Ausencia de empatía: incapacidad para ponerse en el lugar de las otras personas.
  • Baja autoestima: percepción negativa de sí mismo.
  • Impulsividad: falta de control de los impulsos que lleva a actuar y decir las cosas sin pensar.
  • Egocentrismo: exagerada exaltación de la propia personalidad, por lo que la persona se considera el centro de atención.
  • Fracaso escolar: bajo rendimiento en los estudios, que puede llevar al absentismo y/o abandono escolar o a la repetición de curso.
  • Consumo de alcohol y drogas.
  • Trastornos psicopatológicos: trastornos de conducta, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDH), trastorno negativista, desafiante y trastorno disocial.
  • Antecedentes familiares de violencia.
  • Asociado con estos factores, el perfil tipo del acosador sería el siguiente: persona físicamente fuerte, impulsiva, dominante, con conductas antisociales y con una ausencia total de empatía con sus víctimas.

Factores familiares


Aunque no siempre es así, a veces los acosadores imitan comportamientos y pautas aprendidos de sus padres, por lo que los entornos familiares desestructurados o con antecedentes de violencia doméstica favorecen la aparición de la figura del agresor escolar o la refuerzan.
Así mismo, un ambiente familiar excesivamente proteccionista o con escasa comunicación pueden constituir factores de riesgo para las víctimas.

Factores socio-culturales


El acoso escolar no puede considerarse un hecho aislado e independiente del entorno y los estímulos sociales.

Muchas veces se trata de manifestaciones en el aula de conductas aprendidas directamente de los comportamiento sociales o percibidas a través de los medios de comunicación. 

Estos serían los principales factores de riesgo:
  • Entorno socio económico precario.
  • Bajo nivel cultural.
  • Baja calidad de la enseñanza.
  • Alta presencia de contenidos violentos en medios de comunicación, vídeo juegos, etc.
  • Justificación social de la violencia como medio para lograr ciertos objetivos.


Factores de protección


En él ámbito estrictamente personal un correcto desarrollo de la inteligencia emocional y de la resiliencia o capacidad para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas, constituyen las principales barreras contra el bullying. 

Si además la familia se muestra comprensiva,  dialogante y colaboradora, con un alto grado de confianza y comunicación, para la víctima será mucho más fácil denunciar una situación de acoso desde el principio, lo que supone un factor clave para su rápida resolución, sin que se produzcan consecuencias irreparables.

Un contexto social normalizado, con un aceptable nivel cultural y económico y, sobre todo, que en ningún caso se utilice ni justifique la violencia es sin duda el entorno ideal para disminuir la frecuencia del bullying, al ser percibido por la mayoría como un comportamiento totalmente negativo, repudiable e intolerable, que se debe poner en conocimiento de padres y profesores ante la mínima sospecha.
     
    Fuente: Universidad de Valencia (VIU) 

    domingo, 1 de marzo de 2015

    El arte de establecer tus propios límites

         Mila Petkova

     

     

    Creo que no hay muchas habilidades de comunicación interpersonal tan importantes como el arte de establecer tu propio territorio físico y mental, probablemente no las haya. Establecer límites es una parte fundamental del desarrollo de cada una de las relaciones saludables en tu vida.
     Pero, ¿qué es exactamente “establecer límites” y por qué lo llamo un arte?
     
    La libertad de una persona termina en donde la libertad de otra comienza. Esta es la razón por la que es esencial establecer tu propio “territorio” psicológico  así como expresar tus deseos e ideas de una manera positiva a quienes te rodean.
    Por ejemplo, en tu vida amorosa deberías de expresar lo que esperas de la vida y de la relación en general, lo que deseas y lo que estás o no dispuesto a soportar.
    Claro que no es necesario entregar una lista detallada con tus expectativas en la primera cita, pero a medida que la relación va progresando y se comunican diariamente, pronto tendrás la oportunidad de dejar en claro lo que realmente es importante para ti: tus sueños, valores, etc.  Después, será oportuno definir algunas reglas básicas para la relación y en el mejor de los casos, la otra persona estará de acuerdo.
    Los límites que establecerás serán tan únicos como tú. Para algunas personas la infidelidad es un gran problema y razón más que suficiente para romper la relación, mientras que para otros, es una expresión de la libertad personal y estarían dispuestos a mantener una relación abierta.
     
    Algunos, odiarán que su pareja sea perezosa o impuntual  y a algunos más, hasta les parecerá graciosos y lo soportarán. ¿Cuáles son tus límites?
    Esto no sólo es válido en tu vida amorosa. Estableces límites en todas tus relaciones: con tus padres, tu familia y amigos (usualmente durante y después de la pubertad cuando tienes edad suficiente para negociar). TU decides si lo que ellos opinen va a definir tu elección de pareja, tu carrera y demás decisiones, no ellos. Tú decides si su opinión es tan importante como la tuya en esos aspectos y por qué.
    Recuerda que la gente que te aprecia tratará que vivas de acuerdo a sus valores porque creen que eso es lo que te hará feliz. En realidad es algo bueno puesto que significa que les importas pero la decisión tiene que ser tuya y es tu responsabilidad comunicársela a ellos.

    ¿Por qué lo llamo un arte?

    Primero, porque requiere de mucho trabajo, habilidad y algo de talento. No sucede de la noche a la mañana. Tienes que encontrar la manera correcta de explicar lo que quieres a las personas que te importan, a veces, corres el riesgo de ofenderlas. Intenta no ser muy duro, explica tus razones y se receptivo a sus opiniones.
    No seas egoísta y solo exijas. El tema de los límites es un camino de doble sentido que requiere acuerdo y entendimiento. Las personas más cercanas a ti te conocerán mejor, pero si no pueden estar de acuerdo en principios fundamentales, su relación será puesta a prueba. Incluso, podría terminar. Esto también es algo bueno. Así ni tu ni la otra persona involucrada desperdiciarán su tiempo.
    Por último, pero no menos importante, después de establecer adecuadamente tus límites, define lo que quieres y comunícaselo a las personas que quieres. El resultado será genial. Las personas sabrán qué esperar de ti y lo que te pueden o no pedir; sabrán que aunque estés ocupado los sigues queriendo y estarás rodeado de las personas correctas para ti.
    No digo que esto es una tarea fácil. Si tienes talento natural seguro que ya lo haces de manera inconsciente y tienes relaciones estables con las personas que amas. Si es tu caso, ¡genial! Si no, recuerda que es algo que PUEDES lograr, inténtalo.

    La Soledad: ¿Estar solo o sentirse solo?

     
    En nuestra sociedad, la vida en solitario se está convirtiendo cada vez más en una elección posible. Los denominados singles están a la orden del día, así como nuevos modelos de convivencia como el  “juntos pero no revueltos”. Pero un detalle importante es que una cosa es vivir solo, y otra muy distinta es sentirse solo.
     
    La soledad forma parte de la condición humana. Hay quien la ha de soportar porque no tiene más remedio, quien sabe convivir con ella y la tolera, quien la busca por necesidad, o quien huye desesperadamente de ella.  Puede aparecer viviendo solo, o incluso viviendo acompañado y rodeado de la propia familia, ya que existe una falta de apoyo, interés o cariño. La soledad bien vivida es buena, natural y puede suponer una fuente de descubrimiento y encuentro personal. Pero, la soledad mal llevada puede desencadenar sentimientos de todo tipo: tristeza, falta de ilusión, introversión, hasta llegar a la depresión en casos graves.
     
    El sentimiento de soledad está relacionado con el aislamiento, la noción de no formar parte de algo, y la idea de no estar incluido en ningún proyecto. Algunos pasos útiles para vencer la soledad no deseada pueden ser:
    1. Fuera la timidez. Tomemos la iniciativa para conseguir nuevas relaciones. Definamos qué personas nos interesan, y elaboremos una estrategia para contactar con ellas.
    2. No hay nada que perder. El miedo al rechazo es un freno para entablar nuevas relaciones, pero pensemos que el “no” ya lo tenemos así que no perdemos nada por intentarlo. Encerrarnos en nosotros mismos es reconocer la derrota.
    3. Sin victimismos. Seguramente en alguna ocasión hemos tenido alguna mala experiencia en nuestras relaciones personales, pero no debemos quedarnos enganchados a eso, puesto que así, continuaremos estando solos.
     
    A pesar de esto, un cierto nivel de soledad es imprescindible. Puede suceder que por miedo a estar solo, se creen vínculos de dependencia o, incluso, de chantaje emocional lo cual dará lugar a una relación impuesta y de conveniencia. Por otro lado, tememos a la soledad. Hay personas que movidas por este miedo, buscan compañía de forma casi desesperada. Al darse cuenta de que no han acertado, rompen la relación y al cabo de poco tiempo buscan iniciar una nueva. En este caso, el problema que hay que solucionar no es la relación en sí, sino la propia soledad, que hay que aceptar y tolerar.
     
    Por eso, es necesario tener espacios para convivir con uno mismo y con los demás, con la intención de relacionarnos, sentirnos útiles, capaces de dar y recibir afecto; y dejar que la soledad nos acompañe siendo nuestra aliada, no nuestra enemiga.
     
    Adriana Larrañaga Mendoza.