viernes, 31 de agosto de 2012

10 CLAVES PARA EDUCAR A TU HIJO

10 claves para educar a tu hijo



Foto de 10 claves para educar a tu hijo
Educar es una de las tareas más difíciles a las que nos enfrentamos los padres. Y, aunque no existen fórmulas mágicas, sí hay algunas cuestiones clave que tenemos que manejar con soltura. Nunca es pronto para comenzar a educarle. Estas son las reglas básicas para conseguir que tu hijo crezca feliz.
1. Un ejemplo vale más que mil sermones
  • Desde muy pequeños los niños tienden a imitar todas nuestras conductas, buenas y malas.
  • Podemos aprovechar las costumbres cotidianas -como saludar, comportarnos en la mesa, respetar las normas al conducir- para que adquieran hábitos correctos y, poco a poco, tomen responsabilidades.
  • De nada sirve sermonearle siempre con la misma historia si sus padres no hacen lo que le piden.
2. Comunicación, diálogo, comprensión.
  • Las palabras, los gestos, las miradas y las expresiones que utilizamos nos sirven para conocernos mejor y expresar todo aquello que sentimos. Por eso, incluso durante el embarazo, hay que hablar al bebé.
  • Debemos continuar siempre con la comunicación. Hablarle mucho, sin prisas, contarle cuentos y también dejar que él sea quien nos los cuente.
  • ¿Has probado a hacerle una pregunta que empiece con «Qué piensas tú sobre...»? Así le demostramos que nos interesa su opinión y él se sentirá querido y escuchado.
3. Límites y disciplina, sin amenazas
  • Hay que enseñarle a separar los sentimientos de la acción. Las normas deben ser claras y coherentes e ir acompañadas de explicaciones lógicas.
  • Tienen que saber lo que ocurre si no hace lo que le pedimos. Por ejemplo, debemos dejarle claro que después de jugar tiene que recoger sus juguetes.
  • Es importante que el niño -y también nosotros- comprenda que sus sentimientos no son el problema, pero sí las malas conductas. Y ante ellas siempre hay que fijar límites, porque hay zonas negociables y otras que no lo son. Si se niega a ir al colegio, tenemos que reconocerle lo molesto que es a veces madrugar y decirle que nosotros también lo hacemos.
4. Dejarle experimentar aunque se equivoque
  • La mejor manera para que los niños exploren el mundo es permitirles que ellos mismos experimenten las cosas. Y si se equivocan, nosotros tenemos que estar ahí para cuidar de ellos física y emocionalmente, pero con límites.
  • La sobreprotección a veces nos protege a los padres de ciertos miedos, pero no a nuestro hijo. Si cada vez que se cae o se da un golpe, por pequeño que sea, corremos alarmados a auxiliarle, estaremos animándole a la queja y acostumbrándole al consuelo continuo. Tenemos que dejarles correr riesgos.
5. No comparar ni descalificar
  • Hay que eliminar frases como «aprende de tu hermano», «¿Cuándo vas a llegar a ser tan responsable como tu prima?» o «eres tan quejica como ese niño del parque».
  • No conviene generalizar y debemos prescindir de expresiones como «siempre estás pegando a tu hermana» o «nunca haces caso».
  • Seguro que hace muchas cosas bien, aunque últimamente se esté comportando como un verdadero «trasto». Cada niño es único, no todos actúan al mismo ritmo y de la misma manera.
  • Frases como «tú puedes nadar igual de bien que tu hermano, inténtalo. Ya lo verás» transforman su malestar en una sonrisa y le animan a conseguir sus metas.
6. Compartir nuestras experiencias con otros padres
  • Puede sernos muy útil. Así, vivir una etapa de rebeldía de nuestro hijo, algo muy frecuente a determinadas edades, puede dejar de ser una fuente de angustia tremenda y convertirse, simplemente, en una fase dura pero pasajera. Frases como «no te preocupes, a mi hijo le ocurría lo mismo», pueden ayudarnos a relativizar los «problemas» y, por tanto, conseguir que nos sintamos mejor y actuemos más tranquilos.
  • Si estamos desorientados, preocupados o no sabemos cómo actuar, siempre podemos consultarlo con un profesional. No tenemos nada que perder.
7. Hay que reconocer nuestras equivocaciones
  • Tenemos derecho a equivocarnos y eso no significa que seamos malos padres. Lo importante es reconocer los errores y utilizarlos como fuente de aprendizaje.
  • Una frase sencilla como «perdona cariño, refuerza su buen comportamiento y nos ayuda a sentirnos bien.
8. Reforzar las cosas buenas
  • Está comprobado que los refuerzos positivos gestos de cariño, estímulos, recompensas resultan más eficaces a la hora de educar que los castigos. Por eso siempre debemos darle apoyo afectivo y dejar que sea él el que, según su capacidad, resuelva los problemas.
  • Los niños son muy sensibles y los calificativos como «tonto» o «malo» les hacen mucho daño y pueden afectar de modo negativo a la valoración que tienen de ellos mismos.
  • Debemos ser generosos con todo aquello que les hace sentirse valiosos y queridos. Si le premiamos con caricias, abrazos o palabras como «guapo» o «listo», estamos construyendo una buena autoestima.
  • Tan importante como rectificar sus malas conductas es reconocer y reforzar las buenas.
9. No hay que pretender ser sus amigos
  • Aunque siempre conviene fomentar un clima de cercanía y confianza, eso no significa que debamos ser sus mejores amigos.
  • Mientras que entre los niños el trato es de igual a igual, nosotros, como padres y educadores, estamos situados en un escalón superior. Desde allí les ofrecemos nuestros cuidados, experiencia, protección? pero también nuestras normas.
  • Buscar su aprobación continua para todo puede ser un arma de doble filo, ya que la amistad también es admiración y confianza y le resultará muy difícil confiar en nosotros si no sabemos imponernos.
  • Un buen padre no es aquel que cede de modo continuo y no enseña.
10. Ellos también tienen emociones
  • A veces pensamos que solo nosotros nos sentimos contrariados y que los niños tienen que estar todo el día felices. Pero también tienen preocupaciones.
  • Su mundo emocional es igual o más complejo que el nuestro, por eso conviene dar importancia a sus emociones y ser conscientes de ellas. Debemos ayudar a nuestro hijo a poner nombre y apellido a lo que experimenta y siente.
Autora: Nuria Corredor.

SOBRE LA ANSIEDAD

Guía practica sobre la ansiedad

Foto de Guía practica sobre la ansiedad ¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es parte normal de la vida y constituye una respuesta habitual a situaciones cotidianas de la persona. Ante una señal o amenaza de peligro, se produce una reacción que nos ayuda a enfrentarnos y responder. Así, cierto grado de ansiedad es incluso deseable para el manejo normal de las exigenciasdel día a día (preparar un examen, ir a una entrevista de trabajo, tener que hablar en público, etc.).
La ansiedad es una emoción, que se acompaña de reacciones corporalestales como la tensión muscular, la sudoración, el temblor, la respiración agitada,el dolor de cabeza, de pecho o de espalda, las palpitaciones, los “nudos en el estómago”, la diarrea y otras muchas más.
Cuando se sobrepasa una intensidad que la hace intolerable o cuando difi culta la capacidad de adaptarse de la persona, la ansiedad puede afectar a la vida cotidiana y puede convertirse en un problema.
Si usted es una de las muchas personas que tienen problemas de ansiedad,anímese, con una atención adecuada se puede superar. Si usted no puede hacer que la ansiedad desaparezca totalmente de su vida, sí puede aprender a controlarla.
“Me encuentro mal, no se qué me pasa, noto mareo, dolor de cabeza, cosquilleo en el estómago, palpitaciones… Además tengo tantas cosas que hacer que no sé por dónde empezar, me bloqueo, no tengo la mente clara… estoy paralizada.”
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¿Cómo saber si te estás volviendo adicto a las compras?

Foto de ¿Cómo saber si te estás volviendo adicto a las compras? No despilfarres el dinero en lo que no necesitas. Si lo haces, pon atención, es un trastorno compulsivo, busca ayuda.
Aunque las compras nos gustan a todos, debemos mantener un límite para no caer en la adicción por ellas. Un punto de importancia es conocer la diferencia que existe entre un coleccionista y un comprador compulsivo “mientras el coleccionista siente satisfacción a la vista de los objetos adquiridos, a los segundos esta presencia les inquieta. El comprador solo siente culpabilidad y remordimiento ante los objetos inútiles” según el libro Las Nuevas Adicciones de Jean Ades y Michel Lejoyeux.
Debes tener sumo cuidado en no convertirte en un comprador compulsivo, porque esto te puede desencadenar una serie de problemas de los cuales saldrá no solo afectado tu bolsillo sino también tus emociones padeciendo trastornos de ansiedad y depresión.
En el afán de adquirir objetos se puede ocultar un dolor interno que no ha sido expresado en su momento, a veces muy antiguo y otras no tanto, por eso es que “las compras llenan un vacío” comenta Judith García, psicóloga del Teléfono de la Esperanza de San Pedro Sula. Una carencia afectiva, un complejo de inferioridad o una necesidad no satisfecha son los sentimientos que se pretenden desaparecerse realizando compras.
Perfil del comprador compulsivo
La baja autoestima, falta de autocontrol, inseguridad o sensación de soledad son las principales causas de esta manía. Y aunque no se tenga dinero, las personas que padecen de este mal compran a crédito, usan la tarjeta, se endeudan, piden prestado y siempre gastan más de lo que pueden.
Muchas veces este tipo de personas no viven el presente, sino el futuro, piensan que aprovechan las oportunidades adquiriendo productos a precios bajos, ofertas o ahorrando tiempo, de esta manera van acumulando cosas innecesarias, y cuando caen en la realidad sienten culpa por los problemas económicos que irán sufriendo.
Una característica muy clara es el aburrimiento en el que vive un comprador compulsivo, quien trata de cambiar su estado de ánimo incrementando sus pertenencias.
Consecuencias y recomendaciones
Los adictos a las compras están inmersos en un mundo irreal, pues olvidan las consecuencias de su acción. No les importa sacrificar sus necesidades básicas y mucho menos las de las demás. Esto provoca situaciones de enfrentamiento con familiares, deudas, ruina económica. Admitir el problema supone un gran paso y aunque es difícil superar la adicción no quiere decir que sea imposible.
Para poder mejorar tu problema con el despilfarro de dinero, trata de hacer un presupuesto y una lista al realizar tus compras así evitarás la tentación de comprar todo lo que ves enfrente. Si se te hace muy difícil hacer esto deberás acudir a un psicólogo que le ayude a mejorar la conducta.
¿Adicción a las compras?
Cuando sientes un placer desmedido a la hora de comprar algo nuevo y buscas constantemente ese instante de agrado, debes analizarte para saber si realmente estas cayendo en esta adicción. Si pierdes el control de tus actos y llegas a arrepentirse en muchas ocasiones por haber comprado cosas innecesarias, es señal que estás siendo muy impulsivo en tus compras. Cuando realizas tus compras como una vía de escape para mejorar tu ánimo o cubrir cualquier otra necesidad mental debes prestar atención.
Fuente: Revista Amiga (La Prensa)

jueves, 30 de agosto de 2012

ARTÍCULO RELACIÓN MADRE-HIJA.

Aquí teneis un  Artículo muy interesante sobre las relaciones entre madres e hijas que os puede ser muy útil.Espero que os guste, decidme que opinais y  que temas  os interesan más para poder informaros.Gracias.Podeis consultarme por el blog vuestras dudas o si quereis de forma más privada escribirme a mi correo y os atenderé encantada,un saludo.

Madre e hija
Al envejecer, necesitamos acercanos a ella. Lo haremos según hayamos vivido sus carencias y las nuestras.
Su fragilidad aumenta con el tiempo y llega un momento en que necesita cuidados. Depende de cómo haya sido nuestra relación con ella, y de sus características personales, que vivamos esa tarea como algo que enriquece o como una obligación desagradable.

Se acercaba el Día de la Madre e Inés había comprado para la suya una novela titulada “Mamá”, donde se narra la historia de una aldea asturiana en tiempos de la posguerra, el lugar en el que su madre había pasado su infancia. Pertenecía a una generación que había sobrevivido a desastres que la habían fortalecido. Inés había llorado leyendo la novela y comprendió gracias a ella algunas características de su madre.

Le gustaba cuidar de ella, aunque tenía que hacerlo sin que la mujer se diera cuenta
. Cuando la acompañaba al médico, siempre le decía que no hacía falta, le parecía que le quitaba tiempo a sus hijas, no sabía pedir ayuda. Sin embargo, después agradecía que se la protegiera. Inés se preguntaba hasta qué punto le había costado ver a su madre como a una mujer con necesidades.

Una deuda feliz.


Había tardado en verla así, pero ahora estaba contenta porque lo cierto es que disfrutaba ayudándola.  En cierta forma sentía que le devolvía algo y que recuperaba también lo que no pudo tener de niña con ella. Inés había vivido en su infancia muy lejos de su madre, algo que durante tiempo le reprochó, ahora podía acercarse a ella dándole lo que le hubiera gustado recibir. La había perdonado. Algo nos duele cuando no hemos hecho las paces con nuestra madre. Si no nos llevamos bien con ella, tampoco estamos a gusto con lo que nos rodea. No es extraño percibir una queja permanente sobre el mundo en aquel que no ha logrado aceptar a su madre como es ni sus debilidades.

No reconocer esas carencias significa permanecer en una posición infantil, manteniéndola a ella en una posición todopoderosa. Herederas. Aceptar nuestra fragilidad es lo que nos hace estar a gusto con nuestro sexo. La construcción de nuestra identidad se levanta poco a poco. Siempre seremos las herederas del amor que nuestra madre nos tuvo, pero esa herencia implica la responsabilidad de transformar aquello en lo que ella tuvo dificultades.

Cuando ella envejece, según hayamos vivido nuestras propias carencias y las suyas, tendremos más recursos para ayudarla como necesita, algo que nos hace sentirnos mejor con nosotras mismas, ya que también necesitamos acercarnos a ella en esta etapa. Mientras rechacemos a nuestra madre por sus dificultades o sus fracasos, por su enfermedad o su vejez, es evidente que, lejos de aceptarla como es, seguimos insistiendo en que debería ser como a nosotras nos gustaría que fuese. No aceptar la imposibilidad de que este deseo se cumpla nos mantiene atadas patológicamente a ella. La proyección de estos sentimientos lleva a pensar que es esa mujer la que no nos quiere como somos nosotros.

Mientras tengamos hacia ella quejas o reproches sin resolver, nos sentiremos también culpables de nuestras propias emociones. Entonces, la incomodidad está garantizada dentro de la relación y su cuidado, que podría enriquecernos a ambas, se convierte en una tarea muy difícil de sostener.
 
                                            Extraido de MUJERHOY - de Isabel Menéndez