domingo, 24 de febrero de 2013

Fábula sobre el miedo

EL DRAGÓN DEL MIEDO

ELEANOR ROOSEVELT

Os dejo con una fábula sobre el miedo:
“Dragón y caballero se miraron a los ojos y, aunque la intensidad de la mirada del monstruo era casi cegadora, el joven se mantuvo firme y lo desafió:
-¿Quién sois, quién sois? –gritó con toda la fuerza de sus pulmones.
-Soy un dragón, soy esa pesadilla que se oculta en tu alma y deberás vencerme para seguir adelante.
Desconcertado, el Joven Caballero sacudió la cabeza. No entendía aquellas palabras.
-Soy el Dragón del Miedo, aquel que cierra el paso a quien quiere crear su destino, aquel capaz de producir lo que se teme. He oído la llamada de tu voz interior. Vengo a destruir tu futuro, a hacerte perder todo aquello que puedes perder. He sentido tu miedo a perder, y estoy aquí para complacer ese deseo que tantos humanos albergáis sin saberlo: el miedo a perder… Cuanto más teméis, más fácil es mi trabajo.
Fue entonces cuando el Joven Caballero, mirando a los ojos del Dragón del Miedo, comprendió que, en realidad, era él quien alimentaba al dragón con su temor. Decidió dar un paso al frente y plantarle cara. De pronto, el dragón empezó a mutar, disminuyó de tamaño y empezó a perder aquella rabia demoledora.”
Más que vencer nuestros miedos, escuchémoslos y convenzámoslos. Siempre tienen algo importante que decirnos, pues nos hablan de nuestros anhelos más profundos.
Un texto de Alex Rovira.

lunes, 18 de febrero de 2013

Fotos

Os dejo con las imágenes del último taller de Inteligencia Emocional realizado el día 3/02/2012 en el Centro Chakana en Mislata.



jueves, 14 de febrero de 2013

Amor para toda la vida

 
Como hoy es el día de San valentín os dejo con un artículo muy interesante del amor y las hormonas.No os lieis mucho con las matemáticas!!!y a disfrutar del día con vuestra pareja si teneis y sino con vosotros mismos!!Recordad:"enamorate de tí mismo y nunca temerás que te abandonen".
 
Bases neuroquímicas del amor duradero

Para toda la vida   

La bomba hormonal que nos sacude cuando nos enamoramos no es eterna. Sin embargo, imágenes por resonancia magnética han revelado que en el cerebro de algunas parejas que llevan décadas juntas se activan las mismas zonas que en los nuevos amantes. También los niveles de oxitocina, la ‘hormona del abrazo’, pueden influir en que este amor se sostenga en el tiempo. Si a todo ello se le suma una dosis de sobreesfuerzo, el amor debería tener los ingredientes para ser duradero. Al menos en teoría.
Fotograma de la película Amour de Michael Haneke. / Sonyclassics
Fotograma de la película Amour de Michael Haneke. / Sonyclassics
Autora: Laura Chaparro
 
“Uno debería vivir siempre enamorado. Por eso no debería casarse”. Así de rotundo se mostraba el escritor irlandés Oscar Wilde, convencido de que el compromiso acababa apagando la llama del amor. Dejando a un lado la figura del matrimonio, su reflexión iba más allá, al pensar que un amor duradero, sostenido en el tiempo, perdía su esencia con el paso de los años. Y esa pregunta sigue rondando por la cabeza de millones de personas de todo el mundo: ¿podemos vivir tan enamorados como el primer día?
El amor es la droga más potente que existe, y no una es una frase hecha. Su efecto es similar al de algunos analgésicos, puesto que enciende zonas cerebrales que reducen el dolor, según una investigación de la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Y como ocurre cuando una persona adicta a las drogas las deja, cuando el amor se rompe, las consecuencias de la adicción son tan fuertes que pueden desembocar en graves comportamientos depresivos y obsesivos, tal y como señala otro estudio del Albert Einstein College of Medicine (Estados Unidos), dirigido por la reconocida antropóloga Helen Fisher.
Sigmund Freud especuló con que la pasión en relaciones largas respondía a una patología o a una sobreidealización
La droga romántica es la ‘culpable’ de que nuestro cerebro y todo nuestro cuerpo experimenten una apoteosis química, con emociones que van desde la euforia a la ansiedad, pasando por la sorpresa, el miedo y la obsesión.
Ese estado de embriaguez amorosa inicial no es sostenible en el tiempo. En eso los científicos están de acuerdo puesto que ningún organismo sería capaz de soportar tal éxtasis de forma permanente. Sin embargo, aunque la excitación tienda a relajarse, el amor romántico sí puede perdurar.
Como el primer día
En 2011, la neurocientífica Lucy L. Brown, del Albert Einstein College of Medicine, describió junto a Helen Fisher lo que sucede en el cerebro de parejas con relaciones de largo recorrido. “Nos centramos en aquellas personas que decían estar enamoradas como los primeros meses, aunque llevaban juntas diez años o incluso más”, explica Brown a SINC.
El estudio, titulado Correlaciones neurales del amor romántico intenso de larga duración, es el primero que investiga las implicaciones que tiene este tipo de amor duradero en el sistema nervioso.
Diferentes teorías apuntaban a que no era posible que la intensidad del amor se prolongara en el tiempo. El cuidado de los hijos podía apagar la llama de la pareja, o bien el amor, con el paso de los años, se transformaba en una amistad profunda entre ambos, sin necesidad de que existiera deseo sexual. El mismo Sigmund Freud especuló con que la pasión en relaciones largas respondía a una patología o a una sobreidealización por parte de uno de los dos miembros.
La oxitocina registrada durante los primeros meses podría ser un indicador de la duración de la relación
“Sin embargo, otras teorías sugieren que podría haber mecanismos con los que el amor podría sostenerse en el tiempo en una relación”, destacan las autoras en su estudio. Para averiguarlo, escogieron a diez hombres y siete mujeres casados durante una media de 20 años. A todos ellos les sometieron a una resonancia magnética, y dentro del escáner les mostraron imágenes de sus parejas, de amigos íntimos, de familiares cercanos y de parientes lejanos.
Los resultados mostraron que cuando veían la imagen de su pareja, su cerebro se comportaba de forma similar al de las personas recién enamoradas, al activarse las regiones que fabrican dopamina, situadas principalmente en el área ventral tegmental. Además, también se excitaban las regiones asociadas con el apego maternal y la amistad.
El hallazgo de que la dopamina tuviera también un papel importante en esta fase les sorprendió por lo que entrañaba. Esta hormona es la responsable de la euforia, tan común en el comienzo de las relaciones, y es un neurotransmisor que regula el sistema de recompensa, encargado de que respondamos a estímulos que causan placer o desagrado.
“Los resultados sugieren que el sistema de recompensa que se activa en determinadas parejas duraderas se puede prolongar en el tiempo como ocurre con un nuevo amor, pero también está relacionado con los sistemas implicados en el apego y el emparejamiento”, apuntan en el estudio.
El termómetro del afecto
Otra de las hormonas que se disparan cuando el amor campa a sus anchas por el cerebro es la oxitocina. Entre otras cosas, es la responsable del cariño entre padres e hijos y del afecto entre las parejas, y por eso se conoce como la ‘hormona del abrazo’. Según una nueva investigación, sus niveles podrían influir en que una relación fuera más o menos duradera.
Científicos de la Universidad Bar-llan de Israel analizaron las cantidades de oxitocina en sangre de 163 jóvenes. Entre ellos se encontraban 43 personas solteras y 60 parejas de ‘nuevos amantes’, que solo llevaban tres meses de relación. Como esperaban, los valores de oxitocina en las parejas eran superiores a los de los solteros, pero lo sorprendente de la investigación fue otro hallazgo, encontrado seis meses después del comienzo de las observaciones.
Las respuestas cerebrales experimentadas en los comienzos de la relación podrían estar relacionadas con la estabilidad de las parejas
“Descubrimos que las parejas con los niveles más altos desde el principio seguían juntas nueves meses después, mientras que las demás habían roto”, señala a SINC Ruth Feldman, investigadora del Centro de Investigación del Cerebro de la Universidad Bar-llan.
Los científicos entrevistaron a las parejas y comprobaron que los niveles de oxitocina estaban relacionados con la reciprocidad de los miembros y también con el afecto, muestras de cariño, compañerismo y la ansiedad y preocupaciones que compartían. Estos rasgos son similares a los que se aprecian en una relación padre e hijo.
Según este estudio, la oxitocina registrada durante los primeros meses podría ser, de algún modo, un indicador de la duración de la relación. Con este dato sobre la mesa no resulta descabellado pensar que si nos suministráramos la hormona de forma externa podríamos aumentar estos niveles y así conseguir que el amor durara para siempre.
Pero Feldman es tajante: “No recomiendo usar oxitocina de forma exógena, mediante inhalación o medicación, para aumentar los niveles y avivar la relación artificialmente”. Y aconseja la opción natural. “Cuando las parejas se tocan más, pasan más tiempo juntas y se prodigan en muestras de afecto, la oxitocina aumenta y es muy positivo para los dos”. Si los niveles bajan porque todo lo anterior falla, “la relación debería terminar”, recomienda.
La prueba de los 40 meses
Comparar la actividad cerebral de parejas que siguen juntas con otras que han roto pasados 40 meses también puede servir para analizar si lo que ocurre en la mente influye en la estabilidad de la relación. Una investigación dirigida por el Alpert Medical School de la Universidad Brown (Estados Unidos) analizó esta actividad mediante resonancia magnética en 18 parejas que acababan de comenzar.
Los expertos no recomiendan usar oxitocina de forma exógena para avivar la relación artificialmente
Cuando pasaron 40 meses, los investigadores volvieron a contactar con ellas para saber si seguían o no juntas y compararon los escáneres previos. De las 12 parejas que volvieron a responder, seis habían roto y las otras seis seguían juntas.
Los escáneres de aquellas que permanecían unidas mostraron que, al principio, en sus cerebros las zonas relacionadas con el amor romántico, como es el núcleo caudado, se activaban con mayor intensidad respecto a las de las parejas que rompieron 40 meses después.
Del mismo modo, otras zonas que se ‘apagan’ o desactivan cuando empieza el romance, como la corteza orbitofrontal –relacionada con la toma de decisiones–, se apagaban en mayor medida en aquellas parejas que seguían juntas después de este período de tiempo.
“Esto sugiere que las respuestas cerebrales experimentadas en los comienzos de la relación podrían estar relacionadas con la estabilidad de las parejas”, indica a SINC Bianca Acevedo, psicóloga del Weill Cornell Medical College (Estados Unidos) y una de las autoras del estudio.
Esfuerzo al cuadrado
Resonancias magnéticas y análisis hormonales muestran que lo que ocurre en el cerebro influye en la duración del amor pero, ¿eso basta para explicar el alto índice de rupturas en el mundo occidental? El matemático de la Universidad Complutense de Madrid José-Manuel Rey Simó decidió abordar este problema social desde un punto de vista matemático. “Algo que se produce de forma tan sistemática no puede obedecer a causas muy diversas”, afirma a SINC. Y tradujo el fenómeno en un sistema de ecuaciones diferenciales, publicado en 2010 en la revista PLoS ONE.
Un modelo matemático de las relaciones sentimentales indica que el esfuerzo para mantener una relación es siempre superior al que nos gustaría
La base de la ecuación es la segunda ley de la termodinámica: si un cuerpo deja de recibir calor, se enfría y, para evitarlo, hace falta un aporte externo de energía. Estableció una analogía para el caso de las parejas, dejando claro que funciona “solo como un paralelismo, no como una verdadera ley física de los sentimientos”, donde las variables de la ecuación serían dos: la sensación amorosa –que correspondería con la energía interna del sistema– y el esfuerzo que hace la pareja para que esa sensación dure a lo largo del tiempo –la transferencia externa de calor–.
“Las parejas no tienen acceso a aumentar de forma directa la sensación amorosa, pero sí pueden hacerlo si incrementan el esfuerzo”, añade el matemático. La pregunta es, ¿cuánto esfuerzo hay que poner para que una pareja sea feliz pasados los efluvios del enamoramiento inicial? “El modelo matemático indica que el nivel de esfuerzo en una relación es siempre superior al que nos gustaría”, reconoce Rey Simó. Y varía en función de cada pareja.
Con este esfuerzo extra, las matemáticas y las neurociencias coinciden en que lograr un amor para siempre es difícil, pero no imposible. “Contrario a lo que se cree, el amor romántico en las relaciones largas es un fenómeno real”, subraya Bianca Acevedo. Argumentos científicos existen pero a nadie se le escapa que la ciencia no puede responder a todo. Como reconoció el matemático francés Blaise Pascal, el corazón tiene razones que la razón [o la ciencia] no entiende.

Contra la inercia negativa

Para acabar de complicar la situación, en el modelo matemático de las relaciones sentimentales formulado por José-Manuel Rey Simó, el sistema es inestable y su propia inercia es negativa, lo que traducido a una relación significa que si una pareja deja de esforzarse y luego quiere retomarlo, es muy posible que no llegue a remontar.
“Ese plus de esfuerzo necesario unido a la inercia de la dejadez provoca que las parejas tiendan a esforzarse menos de modo paulatino, lo que trae como consecuencia que la variable de la sensación amorosa se desplome”, asegura el matemático. Pero esto no ocurre de un día para otro. “Las parejas no suelen romper de forma brusca, salvo por algún suceso traumático, sino que se trata de un proceso de descomposición paulatino, un deterioro que también se refleja en el modelo matemático”, señala Rey Simó.
Y el esfuerzo se puede interpretar tanto en cantidad como en calidad, entendido como hacer cosas que nos desagradan pero que le gustan a la otra persona o aumentar la frecuencia de determinadas actividades que puedan ser positivas para los dos. Apostar por la novedad también ayuda porque está demostrado que las sorpresas aumentan los niveles de dopamina, lo que contribuye a mantener vivo el éxtasis romántico.

martes, 12 de febrero de 2013

La cruda realidad

El aumento del desempleo responsable de una cuarta parte de los suicidios


La palabra suicidio significa quitarse la vida. Varias formas de comportamiento suicida entran en el espectro de autodestrucción.
Suicidio CONSUMADO: la persona ha muerto. Un INTENTO de suicidio: implica un acto grave, como la toma de una cantidad letal de medicamentos y que alguien intervenga para evitarlo. Sin el descubrimiento accidental por parte de alguien, el individuo estaría muerto. Un GESTO suicida denota una persona que realiza una conducta inusual, pero no fatal, como un grito de ayuda o para llamar la atención. Una APUESTA suicidio es aquella en la cual las personas apuestan su vida en la certeza de que alguien los salvará. Por ejemplo, un individuo ingiere una cantidad mortal de las drogas con la creencia de que los miembros de la familia estarán en casa antes de se produzca la muerte. Un equivalente suicidio implica una situación en la que la persona no intenta el suicidio. En su lugar, él o ella, utiliza comportamientos para conseguir algunas de las reacciones que el suicidio podría haber causado. Por ejemplo, un adolescente se escapa de casa, con ganas de ver cómo sus padres responden. La acción puede ser vista como un grito de ayuda indirecta. DÉCIMA CAUSA DE MUERTE El suicidio aparece como la décima causa de muerte en los Estados Unidos A nivel mundial, se estima que 700.000 personas se quitan la vida cada año. En ciertas poblaciones, como los adolescentes y los adultos jóvenes, el suicidio constituye una de las 3 principales causas de muerte. Un aumento alarmante de suicidios se ha registrado en la última década. En la última década, las tasas de mortalidad por suicidio, envenenamiento y caídas han aumentado considerablemente. Debido a las medidas de seguridad de tráfico, el suicidio ha superado a los accidentes automovilísticos como la causa principal de la mortalidad por lesiones. La depresión, el aislamiento, los intentos previos de suicidio, el abuso de sustancias, y un rango grave de enfermedad mental actúan como colaboradores altamente significativos para consumar el suicidio. En general, la tasa de suicidio aumenta con la edad, con un pico mayor en los adolescentes y adultos jóvenes. En las últimas décadas, el número de suicidios de adolescentes ha aumentado de forma espectacular. Con la edad, surge una relación crítica con el suicidio. El Suicidio geriátrico es muy frecuente. Las personas mayores de 75 años tienen la tasa más alta de suicidio. En el año 2007, la incidencia de suicidio en personas mayores de 75 años y más fue de 36,1 por cada 100.000 personas, en comparación con el promedio nacional de 11,26 suicidios por cada 100.000 personas. El riesgo de suicidio en varios Países de Europa ciudades se ha encontrado ser 67 veces más altos para los adultos mayores (≥ 60 años) que para el resto del espectro etario en la población general. Las tasas más altas de suicidio se encuentran entre los hombres mayores de 75 años. El grupo de mayor edad también mantiene una conexión alarmante de asesinato-suicidio. La policía y los oficiales de seguridad pública tienen un mayor riesgo de suicidio. Las largas horas de trabajo, ser testigos de escenas macabras a diario, la disponibilidad de armas de fuego, y el silencio son agravantes. Así como el uso de alcohol y el divorcio, contribuyen a este riesgo. Los médicos, en especial los que se ocupan de los pacientes con enfermedades terminales, así como los dentistas, también tienen una alta tasa de suicidio. Tal vez, los elementos de tendencias obsesivas y perfeccionistas combinados con sentimientos de aislamiento pueden contribuir a este elevado número de muertes inducidas por uno mismo. La mayoría de los suicidios ocurren en la primavera, el mes de mayo ha sido especialmente notable por su alta tasa de suicidio. A pesar de que no hay estudios rigurosos al respecto, la especulación es que durante el invierno y principios de primavera, las personas con depresión suelen estar rodeadas por personas que se sienten desanimadas por el clima. La siguiente lista debe alertar al médico sobre un posible suicidio real: Los pacientes con planes concretos para matarse - Las personas que piensan o hablan de suicidio están en riesgo. Los pacientes que han seguido un patrón sistemático de comportamiento en el que se involucran en actividades que indican que están abandonando las ganas de vivir. Esto incluye decir adiós a los amigos, hacer un testamento, escribiendo una nota de suicidio, y el desarrollo de un plan de funeral. Los pacientes con antecedentes familiares de suicidio: Una historia familiar de suicidio es especialmente indicativo del riesgo de suicidio si se acerca el aniversario de una muerte o la edad a la que un pariente se suicidó. La presencia de un arma de fuego. Estar bajo la influencia del alcohol u otras drogas que alteran la mente. Si el paciente se encuentra con una grave pérdida, inmediata e inesperada. Por ejemplo, si es despedido de su trabajo. Si el paciente está aislado y solo. Si la persona tiene una depresión de cualquier tipo Si el paciente experimenta alucinaciones: Una alucinación comando que “ordena” el suicidio puede ser un poderoso mensaje de acción que conduzca a la muerte. Los pacientes están en riesgo de suicidio después del alta de un hospital psiquiátrico, que es un momento muy difícil de transición y estrés, la estructura, el apoyo y la seguridad de la institución ya no están disponibles para el paciente, el paciente siente aprensión y se enfrenta a la realidad del cambio, lo que se traduce en miedo y gran vulnerabilidad. La ansiedad en todas sus formas conduce a un riesgo de suicidio, la constante sensación de temor y tensión resulta insoportable para algunos. AUMENTA LA TASA DE SUICIDIO Un fuerte aumento en las tasas de suicidio parece estar relacionado con la crisis económica actual. En las economías más afectadas de Europa, como Grecia, Portugal y España los suicidios han aumentado en más de un 60% desde 2007. Estos datos son probablemente el indicador más visible de depresión mayor y trastornos de ansiedad entre las personas que viven y sienten fuertemente la crisis financiera, según lo revelado por una investigación reciente en España y Grecia. Para el estudio, los investigadores analizaron los datos de mortalidad por suicidio y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. También analizaron los datos de desempleo de la Oficina de Estadísticas Laborales. Los investigadores informan que el aumento del desempleo se asoció con un aumento del 3,8% en la tasa de suicidios, que corresponde a aproximadamente 1330 suicidios. En otras palabras, el aumento del desempleo podría ser responsable de una cuarta parte de los suicidios. Para un servidor, el tema es serio, muy serio. Aviso a navegantes. Fuente: Francico R. Breijio Marquez en el ideal.es