domingo, 27 de septiembre de 2015

Autoestima y relaciones interpersonales

A pesar de que todos nos relacionamos y comunicamos diariamente, no siempre nos paramos a pensar acerca de la importancia de ello ni de los problemas que se pueden presentar al respecto. Todos establecemos numerosas relaciones a lo largo de nuestra vida como las que se dan con nuestros padres, nuestros hijos, amistades o compañeros de trabajo y estudio. A través de las mismas, intercambiamos formas de ver la vida y compartimos necesidades, intereses y afectos. Es decir, establecemos relaciones interpersonales.
Las relaciones interpersonales son una oportunidad para acercarnos a otras experiencias y valores y para ampliar nuestros conocimientos. A pesar de ello, cada día nos relacionamos con numerosas personas y, es bien sabido, que “cada persona es un mundo”, es decir, que tiene sus propias experiencias, sentimientos, valores, conocimientos y formas de ver la vida.
Aún así, cuando nos relacionamos con los demás esperamos reciprocidad, deseamos dar pero también recibir, escuchar y ser escuchados, comprender y ser comprendidos. Y en esa relación de reciprocidad, si nos miramos honestamente, veremos ciertas actitudes y comportamientos – en nosotros mismos- que nos disgustan como sentir rencor, enfado, envidia e, incluso, ser agresivos y/o irrespetuosos con el otro miembro de esta relación reciproca.
Si conseguimos aceptarnos y reconocernos en estas actitudes negativas, ello posibilitará que las podamos superar y, de esta manera, mejorar la relación con los otros, aceptando sus cualidades y defectos, dando así pie a que surja la confianza entre nosotros mismos y los demás.
A pesar de ello, existen personas que piensan que si se relacionan con gritos y golpes, lograrán que ser vistos con admiración y autoridad. ¡Esto es un gran error!, si nos queremos y respetamos a nosotros mismos no podemos permitir relaciones basadas en la violencia contra los demás. La autoestima se basa en las creencias que son una parte fundamental de la vida de cada uno.
De este modo, nuestros pensamientos son órdenes que serán obedecidas y reflejadas como experiencias en nuestra vida. Así, volviendo al inicio, son ejemplo de creencias –distorsionadas, obviamente – “¡no me quiero!”,”¡ no sirvo para nada!:“nadie me quiere”, “todos me hacen daño”… por poner algunos ejemplos.

Autoestima y autoconcepto

La autoestima es la valoración que realizamos de nuestro ser, de quién soy, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales de nuestra personalidad. La autoestima es el grado de satisfacción personal de la persona consigo mismo, con la eficacia de su propio funcionamiento y la actitud evaluativa de aprobación que siente hacia si misma. El autoconcepto es el concepto – positivo o negativo- que cada uno tenemos acerca de nosotros mismos. Y, como vemos, la delimitación conceptual del término “autoestima” no es muy clara. El origen del autoconcepto se sitúa en el nacimiento de la persona pero va evolucionando – tanto cuantitativa como cualitativamente – de manera que puede enriquecerse o disminuir y modificarse a lo largo de la vida de dicha persona. Por tanto, el autoconcepto se desarrollará – positiva o negativamente – según las percepciones de las características, atributos, cualidades, defectos, capacidades y límites propios y en comparación con los demás.

Dimensiones del autoconcepto

Podemos decir que el autoconcepto está formado por diversas dimensiones o elementos y ello es importante porque, a su vez, la autoestima está formada por diversas dimensiones del autoconcepto. Así, el autoconcepto está formado por:
1) Conocimiento de sí mismo(a): Se trata de la posibilidad de describirse de la manera más real y objetiva posible, en los aspectos esenciales de su ser: gustos, preferencias, habilidades, debilidades, fortalezas, prejuicios, valores. Se relaciona directamente con la noción de la forma de ser y de reaccionar de cada uno. Es un sentimiento interior que permite reconocerse y conocer la propia vida.
2) Autocontrol: Saber manejar los propios sentimientos, permaneciendo serenos y tranquilos, para afrontarlos y para recuperarse rápidamente de los impactos producidos por las emociones negativas.
3) Autonomía: Capacidad para tomar decisiones de forma independiente, resolver los propios problemas sin buscar a otros para que lo hagan y manejar la presión que ejerce el entorno al tomar decisiones. Si, finalmente, el auto-concepto es positivo, ello favorece el desarrollo de las capacidades potenciales y motiva a la autorrealización.

Dimensiones de la autoestima

La delimitación conceptual de la autoestima y del autoconcepto no es clara, hasta el punto, que ambos conceptos se usan, indistintamente, para referirse al conocimiento que la persona tiene acerca de si misma.
Por ello, podemos decir que la autoestima está formada por cinco dimensiones o autoconceptos distintos:
1) Académico/laboral: Percepción que la persona tiene sobre la calidad de desempeño de su rol, ya sea como estudiante o trabajador. Correlaciona positivamente con el ajuste psicosocial, el rendimiento académico/laboral, la calidad de ejecución del trabajo, la aceptación y estima de los compañeros, el liderazgo y la responsabilidad, mientras que correlaciona negativamente con el absentismo académico/laboral y el conflicto.
2) Social: Percepción del sujeto de su desempeño en las relaciones. Esta dimensión viene definida por dos ejes: la red social de la persona y su facilidad o dificultad para mantenerla y ampliarla así como algunas cualidades importantes en las relaciones interpersonales como, por ejemplo, ser amigable y alegre. Dicha dimensión correlaciona positivamente con el bienestar psicosocial, la estima de profesores y jefes, la conducta pro social, los valores universalistas y, a su vez, correlaciona negativamente con los comportamientos disruptivos, la agresividad y la sintomatología depresiva.
3) Emocional: Percepción del sujeto de su estado emocional y sus respuestas a situaciones específicas, con cierto grado de compromiso e implicación en su vida cotidiana. Tiene dos fuentes: la percepción general de su estado emocional, por ejemplo, “estoy nervioso/a”, “me asusto fácilmente”… y, por otra parte, esa misma percepción referida a situaciones concretas como “ me pongo nervioso/a cuando me preguntan” , especialmente, si la otra persona es una figura de referencia o de autoridad Correlaciona positivamente con las habilidades sociales, el autocontrol, el sentimiento de bienestar y la aceptación de los iguales. En cambio, correlaciona negativamente con la sintomatología depresiva, la ansiedad, con el consumo de alcohol y tabaco y la escasa integración en el aula o en el trabajo.
4) Familiar: Percepción de la persona acerca de su implicación, participación e integración en el medio familiar. También, se articula en torno a dos ejes; el primero, se refiere, específicamente, a los padres en referencia a dos aspectos tan importantes de las relaciones familiares como son, la confianza y el afecto. El segundo, se refiere al hogar en torno a cuatro variables; dos de ellas, formuladas positivamente, “me siento feliz y mi familia me ayudaría”, aluden al sentimiento de felicidad y de apoyo, mientras que las otras dos, formuladas negativamente, ”mi familia está decepcionada y soy muy criticado/a”, hacen referencia al sentimiento de no estar implicado y de no ser aceptado por los otros miembros de la familia Correlaciona positivamente con el sentimiento de bienestar, la integración escolar y laboral, el ajuste psicosocial, la conducta prosocial, la percepción de salud física y mental. Y, correlaciona negativamente con la sintomatología depresiva, la ansiedad y el consumo de drogas.
5) Físico-. Percepción del individuo acerca de su aspecto físico y condición física.
Gira en torno a dos ejes complementarios: la práctica deportiva, en su vertiente social, física y de habilidad “soy bueno jugando al tenis”, mientras que el segundo eje hace referencia a elementos del aspecto físico como son, la atracción, el gustarse o el considerarse elegante.0
Correlaciona positivamente con la percepción de salud, el autocontrol, la percepción de bienestar, el rendimiento deportivo, la motivación de logro y la integración social y escolar. Sin embargo, correlaciona negativamente con el desajuste escolar, la ansiedad y la presencia de problemas con los iguales, aunque en menor grado.

¿Cómo se adquiere una mala autoestima?

En contra de lo que pueda parecer, nadie adquiere una buena autoestima a fuerza de que le digan que es “maravilloso” o “lo bien que lo hace todo”.
Y, aunque pueda parecer chocante, la disciplina y el autocontrol también sirven para la construcción de una buena autoestima. Existen una serie de elementos perturbadores de la construcción de una buena autoestima, entre los cuales, cabe citar:
  •  la sobreprotección de los padres, abuelos y hermanos
  • las palabras que hieren
  • el “dejar hacer” con decisiones que nos pertenecían
  • las críticas constantes
  • el desánimo y abandono ante las dificultades
  • las expectativas – demasiado o poco – elevadas
  • la inconstancia en la disciplina
  • el abuso físico
  • el fracaso escolar

Estrategias para conseguir una buena autoestima

La autoestima se puede mejorar a lo largo de nuestra vida, al tomar conciencia de nosotros mismos y decidir cambiar el modelo de pensamiento y conducta aprendida Cambiar este modelo supone:
  • Vivir de forma consciente.
  • Ser honesto y fiel a mis principios.
  • Vivir en el presente y adaptarme a mi realidad, sea cual sea.
  • Pensar con calma lo que debo hacer.
  • Enfrentarme a mí mismo con todos mis miedos.
  • Opinar de forma independiente, con la verdad por delante.
  • Examinar mis errores e intentar corregirlos.
  • Mostrar una actitud positiva y activa.
  • No hacer caso de las críticas destructivas dirigidas a tu persona ; niégate a sentirte mal para que otros se sientan mejor.
  • Acostúmbrate a sentirte feliz.
  • Deberás realizar cambios en tu comportamiento para encontrar un ambiente agradable en el que te puedas desarrollar, plenamente, como persona.
  • Practica, con naturalidad, las relaciones interpersonales porque ello aumentará tu autoestima.

¿Cuáles son las características de las personas con autoestima elevada?

  • Acepta su sexo y se relaciona con el sexo opuesto de forma sincera y duradera.
  • Hace su trabajo con satisfacción, lo hace bien y aprende a mejorar.
  • Se gusta a sí mismo y gusta a los demás.
  • Tiene confianza en sí mismo y en los demás.
  • Toma sus propias decisiones y goza con el éxito.
  • Se percibe como único y diferente y percibe a los demás de la misma forma.
  • Conoce, respeta y expresa sus sentimientos y permite que lo hagan los demás.
Cualquiera de nosotros debe tener presente diversos puntos:
  • Todos tenemos cualidades y defectos.
  • Todos podemos reconocer nuestros defectos y cualidades.
  • Todos tenemos algo bueno de lo cual siempre podemos estar orgullosos.
  • La forma de sentirse influye mucho en lo que se hace con la vida propia.
  • Si una persona está bien con uno mismo se puede actuar mejor y lograr estar bien con los demás.
Todos somos importantes
Abraham Maslow dice: “Sólo se podrá respetar a los demás cuando se respeta uno a sí mismo; sólo podremos dar cuándo nos hemos dado a nosotros mismos; sólo podremos amar cuando nos amemos a nosotros mismos”.
“El hombre tiene la capacidad para elegir la actitud personal ante cualquier reto, o un conjunto de circunstancias y así decidir su propio camino. Lo que el hombre llega a ser lo tiene que ser por sí mismo. Se ha llamado a la autoestima la clave del éxito personal, porque ese “sí mismo”, a veces está oculto y sumergido en la inconsciencia o en la ignorancia”.
Maria Dolors Mas

martes, 8 de septiembre de 2015

Cómo afecta a los niños el divorcio

En España cada cuatro minutos se rompe un matrimonio, una cifra realmente alarmante, sobre todo si tenemos en cuenta que el 40% de las parejas termina su relación de manera conflictiva ya que no logran llegar a un acuerdo. Cuando existen niños de por medio, la situación es aún más preocupante ya que los pequeños pueden sufrir mucho con la separación de sus padres.
el niño ante el divorcio

Siete consejos prácticos para proteger al niño ante el divorcio

  1. Explícale de manera clara qué está sucediendo. Los niños, sobre todo cuando son pequeños, pueden tener algunas dificultades para comprender qué significa divorciarse. Por eso es importante que le expliques de manera sencilla y concreta qué pasará. Lo ideal es que ambos padres estén presentes y que se focalicen en hacerle comprender los cambios prácticos que conllevará el divorcio.
  2. Dile que sus padres le quieren incondicionalmente. El niño comprende el divorcio a través de la imagen del mundo que se ha formado por lo que a veces es normal que tema que sus padres dejen de amarle. Por eso es importantísimo que le quede claro que el progenitor que se va de casa no le está abandonando y continuará queriéndole.
  3. No dejes que se culpabilice. Aunque nunca le hayas dicho al niño que la culpa del divorcio es suya, a veces los pequeños creen que sus padres se separaron por algo que él hizo. Recuérdale que él/ella no es responsable del divorcio.
  4. Responde a todas sus preguntas con seguridad. Quizás cuando le des la noticia del divorcio el niño necesitará algún tiempo para procesarla pero apenas lo haga comenzará a hacerte preguntas. La clave está en responderlas con seguridad y centrarse siempre en los detalles prácticos. En esos momentos de incertidumbre es fundamental que le transmitas confianza al pequeño, este debe saber que todo está bajo control.
  5. No dejes que sus fantasías de reconciliación se desboquen. Casi todos los niños fantasean con la posibilidad de que sus padres se reconcilien y vuelvan a vivir juntos. En ese caso, no debes alterarte ni gritarle, simplemente le debes explicar que eso no va a suceder porque vosotros ya habéis tomado una decisión.
  6. No le obligues a tomar partido. Algunos padres hablan mal de su ex pareja, a veces lo hacen delante del niño sin darse cuenta pero en otras ocasiones incluso le obligan a ponerse de uno u otro bando, como si se tratase de una guerra. Esta petición es muy injusta  y perjudica al niño, que necesita poder confiar en ambos padres.
  7. Mantén las rutinas. El divorcio de por sí ya implica muchos cambios para el niño por lo que es importante que sigas un horario regular y mantengas todas las rutinas posibles. Eso le ayudará a sentirse tranquilo y confiado porque sentirá que aún tiene cierto grado de control sobre su entorno.

¿Cuándo acudir al psicólogo?

Es normal que ante un divorcio el niño cambie algunas pautas de su comportamiento. Puede suceder que experimente regresiones; es decir, que pierda algunas habilidades que ya había alcanzado por lo que puede volver a mojar la cama o coger al chupete. En ocasiones también podrás notar que se siente triste o enfadado. Son reacciones perfectamente normales, pero si notas que se extienden durante varias semanas o que se muestra agresivo o disminuye su rendimiento escolar, sería recomendable consultar a un psicólogo. Buscar ayuda de la mano de un profesional siempre es útil, sobre todo para enfrentar un proceso tan difícil como el divorcio. No tienes por qué emprender ese camino tú solo/a.

Referencia:

(2013, Abril) El 40% de las rupturas matrimoniales fueron conflictivas. En: ABC.