Aunque la mayoría de los estudios y terapias se han centrado en el proceso de duelo, recientemente han ido surgiendo nuevas aportaciones respecto a este tema, que centran su interés en cómo los seres humanos aprendemos y conceptualizamos la experiencia de la muerte desde la infancia.
La verdad es que los niños son conscientes de la muerte mucho antes de que nos demos cuenta. Ellos también están en contacto con esta realidad: al ver animales muertos en las calles o cuando contemplan situaciones de muerte en los medios de comunicación. La muerte es parte de la vida cotidiana y, a su manera, los niños son conscientes de ello.
Una buena oportunidad para hablar sobre la muerte es cuando no estamos involucrados emocionalmente. Puede ser útil hablar con los niños sobre flores o insectos muertos. Su interés puede ser una oportunidad para explicar, por primera vez, que todos los seres vivos se mueren y ceden su lugar a nuevos seres vivos.
En estas conversaciones, los niños pueden generar preguntas sobre su propia mortalidad o la de sus allegados. Lo que necesitan son respuestas honestas, tranquilas y sencillas. No debemos eludir la conversación porque esta pueda resultar incómoda o complicada, es importante permitir que los pequeños se expresen y vayan asumiendo, mediante estas experiencias, la existencia de la muerte como parte de la vida, de este modo estarán mejor preparados a la hora de vivir la pérdida de un ser querido.
La actitud de los adultos hacia la muerte puede tener consecuencias en los jóvenes que, en cierta manera, perpetuaría esa dificultad o incapacidad creciente de entenderla y afrontarla.
De hecho, para mantener a los niños a resguardo de la existencia de la muerte, los padres suelen mantenerlos separados de las realidades del fin de la vida humana. Se ha demostrado que esto es una actitud ineficaz y nociva. En realidad, esta manera de actuar entorpece el desarrollo emocional del niño y manifiesta más las angustias de los adultos en relación a la muerte, que la capacidad de los niños de hacer frente a esta realidad.
Por ello, si les permitimos a los niños hablar con nosotros sobre la muerte, podemos brindarles la información que necesitan, prepararles para una crisis y ayudarles cuando estén tristes.
Terapias Lembra.
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