Separación y Divorcio después de las Vacaciones: las claves para evitar los Conflictos Vacacionales
Cada año crece el número de parejas que deciden terminar con su matrimonio tras el periodo de vacaciones. En España, estadísticamente el 28 % de los divorcios tienen lugar durante el tercer trimestre del año, es decir, en los meses de julio, agosto y, en especial, septiembre. También se observan repuntes al finalizar las vacaciones de Navidad y Semana Santa.
No deja de llamar la atención que durante un periodo de tiempo de relax que debería propiciar la unión y comunicación en la pareja se produzca el punto de inflexión en el que muchos matrimonios deciden separarse. Pero no nos engañemos, si bien los problemas se manifiestan en vacaciones, lo cierto es que las raíces de los conflictos de la mayoría de parejas que acuden a terapia después de vacaciones tienen su origen en el resto del año.
Desconcierto y caos ante el fin de la Rutina
Por lo general, los matrimonios que acuden a terapia han basado su vida en una exhaustiva rutina durante el resto del año: jornada laboral completa, labores del hogar, cuidado de los niños, … . La consecuencia de esta situación, bien lejos de la ausencia de problemas, es la no resolución de los mismos. Apenas hay tiempo ni energía para discutir o resolver problemas por lo que los conflictos se van acumulando.
Sin embargo, las vacaciones rompen esta rutina. Las parejas que han arrastrado todos estos problemas durante el año se encuentran uno frente al otro con una enorme disponibilidad horaria: no hay que ir a trabajar, se reducen las obligaciones domésticas, etc. La rutina ha propiciado cierta autonomía e independencia que durante las vacaciones se rompe y es necesario cambiar por dependencia y disposición a compartir el tiempo libre, cuestión que muchos no están dispuestos a aceptar.
En estos casos la convivencia se convierte en una auténtica prueba de fuego.
Las Claves para evitar los Conflictos Vacacionales
La clave para abordar los divorcios vacacionales no está en evitar que las disputas estallen sino en abordarlas del modo adecuado trabajando todo el año.
Para ello, es aconsejable comunicar lo que no nos gusta o molesta de una forma sosegada antes de que sea demasiado tarde.
Comunicación, flexibilidad y respeto son claves para una adecuada negociación. Hay que escuchar las peticiones del otro cónyuge de forma reflexiva y autocrítica estando dispuestos a ceder y a ser flexibles.
Así, ambos miembros de la pareja se sentirán escuchados y tenidos en cuenta. No se trata de buscar culpables ni de competir, sino de convivir.
Cuando todo lo anterior no es suficiente o en aquellos casos en los que un miembro (o los dos) no está dispuesto a poner todo de su parte habrá llegado el momento de realizar una terapia de pareja para luchar por el matrimonio.
Alicia López de Fez.
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