Hay personas que están ancladas en el pasado y otras en el futuro, el caso es no disfrutar del aquí y del ahora, de nuestro presente. Solo tenemos una vida y hay que intentar disfrutar lo máximo posible agarrando cada segundo del presente que es lo único que tenemos. Si nos anclamos en el pasado no podemos disfrutar el hoy, cierra las puertas del pasado ya. Y si vives en el futuro siempre andarás anticipando, preocupado/a por lo que pasará.Proyecta el futuro que quieres y a partir de ahí construye tu presente; es decir ponte unos objetivos y ves dando pasos hacia el. El riesgo del pasado es que sea tan abrumador que paralice el presente o que impida un presente saludable. Así lo describe gráficamente Ionesco en una de sus obras, donde un hombre compra un piso nuevo y lo llena de muebles viejos, que prácticamente no deja sitio para caminar. Esto mismo ocurre cuando el pasado está omnipresente en el momento actual. Debemos, pues, aprender a seleccionar y saber soltar amarras para que el presente no se encuentre en el vacío ( sin historia) pero tampoco paralizado por el pasado. El pasado de cada persona es el soporte del presente. Es más: el pasado es donde se fabrica el presente. Además cada pasado es intransferible: las experiencias, los hechos, las circunstancias que cada individuo ha vivido son irrepetibles y además propias. De alguna manera somos en tanto en cuanto hemos vivido, pero también en tanto en cuanto programamos nuestro futuro. Sin embargo, aunque es cierto que no podemos vivir sin el pasado, no podemos quedar enganchados, como peces en una red, de las experiencias anteriores por muy traumáticas que hayan sido. Los recuerdos, pues, como parte de nuestra existencia deben estar presentes en cada momento, pero no pueden ser las únicas fuerzas para seguir viviendo. “De recuerdos no se vive” se suele decir, pues provocaría anquilosamiento y retroceso psicológico. Es más, si eso ocurriera nos podría ocurrir lo que la Biblia relata de la mujer de Lot, que se convirtió en estatua de sal, es decir, que nos podríamos quedar petrificados en el pasado, sin opciones para progresar y crecer. Vivir sanamente el pasado es rescatar aquellas experiencias que han servido como trampolín para el crecimiento psicológico y rechazar aquellas otras que han sido traumáticas y no han podido ser metabolizadas y aprovechadas para conseguir un equilibrio saludable.
Cierra, aprende de los errores ,disfruta el presente y proyecta el futuro que quieres, tú eliges.
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