"¿Por qué él no me entiende?"
"Hablamos idiomas diferentes", piensan ellas cuando se sienten incomprendidas. Sucede cuando la mujer quiere compartir con el hombre sus emociones, pero él se asusta y huye.
Hombres y mujeres tenemos diferentes formas de expresar nuestro mundo interno, pero quizá no las conocemos ni las respetamos. Ambos estamos marcados por factores socioculturales y nuestro desarrollo psicológico es distinto. La mayoría de las mujeres se quejan de que ellos no se implican en los asuntos afectivos, no escuchan bien y no comprenden la vida sentimental femenina.
Cuando llegó a casa, Emma se sentía mal; la empresa en la que trabajaba se venía abajo. Le habían dicho que varias de las personas de su equipo debían irse. Se lo había contado a Manuel y este, como siempre, le había contestado con frases hechas: "No te preocupes", "todo se arreglará". De un plumazo, Manuel se quitaba la posibilidad de prestar atención a sus problemas. Y Emma, que sí escuchaba lo que a él le pasaba, se sentía indignada. ¿Cómo era posible que no la entendiera? ¿Por qué se creía que sus problemas siempre se resolvían sin más?
Esa retirada de Manuel ante las preocupaciones de Emma era una de las razones del distanciamiento que últimamente se había producido entre ellos. Como él no podía verla disgustada, intentaba quitar importancia a lo que le sucedía o le daba una solución rápida para zanjar el asunto. Pero su paternalismo exasperaba a Emma y acababan discutiendo. Ella gritando, él callado. La madre de Manuel se descontrolaba con facilidad y a él le daba miedo, por lo que ahora exageraba cualquier manifestación agresiva en su mujer. Con su frialdad, sin embargo, la provocaba, mientras él permanecía como un observador de la escena, lo que le defendía de su propia furia.
Algunos hombres se retiran ante los conflictos emocionales de los que las mujeres quieren hablar. ¿Por qué? El psicoterapeuta Alon Gratch, que ha atendido a muchos hombres, sostiene que la piedra fundamental de la identidad del varón no son sus deseos masculinos, sino los femeninos, ya que la masculinidad se construye a posteriori, integrando en la subjetividad los aspectos femeninos que se hallan en primer lugar y que se refieren a la posición pasiva que el bebé tiene respecto a su madre. Algo que siente como una fragilidad excesiva que atenta contra su identidad.
Lo femenino
Las dificultades para escuchar o expresar los sentimientos constituyen una defensa contra el deseo de colocarse en una posición pasiva y poder sentirse firme como individuo. En el desarrollo psicológico del niño, este se tiene que separar de su madre porque quiere tener lo que percibe como la fuerza y el poder de la masculinidad. El niño sabe que debe apartarse de ella para llegar a ser un hombre, pero no puede librarse de la feminidad que le ha dado.
¿Qué sucede entonces? Que la primera infancia queda sepultada en el mundo silencioso e inarticulado del inconsciente, donde permanece tras un proceso de "interiorización" que es básico. Este proceso convierte en inútil la escapada que el niño hace de lo femenino, ya que puede alejarse de las niñas (y de hecho hay una edad en la que no se acerca a ellas), pero no puede librarse de sus propios componentes femeninos.
La integración de los aspectos femeninos con la masculinidad reasegura al hombre en su identidad. Sin embargo, al estar culturalmente asociada la expresión emocional con la debilidad, se entiende el dominio de las emociones como una asignatura esencial para ser hombre. Al niño no le queda más remedio que abandonar a la madre para construir su identidad de varón.
La niña, en cambio, puede permanecer identificada con la madre, lo que le da cierta ventaja y le proporciona sensación de seguridad. Ello explicaría por qué ellas tienen menos miedo al mundo emocional. La demanda que las mujeres hacen a los hombres en lo sentimental puede colocar a muchos de ellos en un lugar imposible o muy complicado, que con frecuencia no pueden ocupar sin sentir conflicto o rechazo, pues el pedido emocional que se les reclama es el que tradicionalmente han cumplido las madres: comprensión, apoyo y contención. Algunos se asustan de este pedido y no lo cubren, de ahí proviene gran parte de la falta de entendimiento en los conflictos dentro de los vínculos amorosos, ya que algunas mujeres se decepcionan y no se sienten entendidas y los hombres se sienten impotentes, poco valorados y rechazados en su identidad.
¿Qué nos pasa?
Cuando llegó a casa, Emma se sentía mal; la empresa en la que trabajaba se venía abajo. Le habían dicho que varias de las personas de su equipo debían irse. Se lo había contado a Manuel y este, como siempre, le había contestado con frases hechas: "No te preocupes", "todo se arreglará". De un plumazo, Manuel se quitaba la posibilidad de prestar atención a sus problemas. Y Emma, que sí escuchaba lo que a él le pasaba, se sentía indignada. ¿Cómo era posible que no la entendiera? ¿Por qué se creía que sus problemas siempre se resolvían sin más?
Esa retirada de Manuel ante las preocupaciones de Emma era una de las razones del distanciamiento que últimamente se había producido entre ellos. Como él no podía verla disgustada, intentaba quitar importancia a lo que le sucedía o le daba una solución rápida para zanjar el asunto. Pero su paternalismo exasperaba a Emma y acababan discutiendo. Ella gritando, él callado. La madre de Manuel se descontrolaba con facilidad y a él le daba miedo, por lo que ahora exageraba cualquier manifestación agresiva en su mujer. Con su frialdad, sin embargo, la provocaba, mientras él permanecía como un observador de la escena, lo que le defendía de su propia furia.
Algunos hombres se retiran ante los conflictos emocionales de los que las mujeres quieren hablar. ¿Por qué? El psicoterapeuta Alon Gratch, que ha atendido a muchos hombres, sostiene que la piedra fundamental de la identidad del varón no son sus deseos masculinos, sino los femeninos, ya que la masculinidad se construye a posteriori, integrando en la subjetividad los aspectos femeninos que se hallan en primer lugar y que se refieren a la posición pasiva que el bebé tiene respecto a su madre. Algo que siente como una fragilidad excesiva que atenta contra su identidad.
Lo femenino
Las dificultades para escuchar o expresar los sentimientos constituyen una defensa contra el deseo de colocarse en una posición pasiva y poder sentirse firme como individuo. En el desarrollo psicológico del niño, este se tiene que separar de su madre porque quiere tener lo que percibe como la fuerza y el poder de la masculinidad. El niño sabe que debe apartarse de ella para llegar a ser un hombre, pero no puede librarse de la feminidad que le ha dado.
¿Qué sucede entonces? Que la primera infancia queda sepultada en el mundo silencioso e inarticulado del inconsciente, donde permanece tras un proceso de "interiorización" que es básico. Este proceso convierte en inútil la escapada que el niño hace de lo femenino, ya que puede alejarse de las niñas (y de hecho hay una edad en la que no se acerca a ellas), pero no puede librarse de sus propios componentes femeninos.
La integración de los aspectos femeninos con la masculinidad reasegura al hombre en su identidad. Sin embargo, al estar culturalmente asociada la expresión emocional con la debilidad, se entiende el dominio de las emociones como una asignatura esencial para ser hombre. Al niño no le queda más remedio que abandonar a la madre para construir su identidad de varón.
La niña, en cambio, puede permanecer identificada con la madre, lo que le da cierta ventaja y le proporciona sensación de seguridad. Ello explicaría por qué ellas tienen menos miedo al mundo emocional. La demanda que las mujeres hacen a los hombres en lo sentimental puede colocar a muchos de ellos en un lugar imposible o muy complicado, que con frecuencia no pueden ocupar sin sentir conflicto o rechazo, pues el pedido emocional que se les reclama es el que tradicionalmente han cumplido las madres: comprensión, apoyo y contención. Algunos se asustan de este pedido y no lo cubren, de ahí proviene gran parte de la falta de entendimiento en los conflictos dentro de los vínculos amorosos, ya que algunas mujeres se decepcionan y no se sienten entendidas y los hombres se sienten impotentes, poco valorados y rechazados en su identidad.
¿Qué nos pasa?
- Sentirse incomprendida provoca un desencuentro y aleja a los miembros de una pareja. Sucede cuando la mujer quiere compartir con el hombre sus emociones y este se asusta y huye. Si ella se queja, él recoge esa manifestación con culpa y se aleja más. Ninguno de los dos se siente entendido por el otro.
- En él remite a una fantasía masculina, según la cual tendría que satisfacer totalmente a la mujer. Como si ella no pudiera tener nada fuera de él. Esta idea le impide compartir con ella lo que necesita: no sentirse criticada cuando se encuentra mal.
- En ella evoca la fantasía de sentirse abandonada por no valer lo suficiente. La mujer tendría que aceptar que los hombres no tienen que responder como mujeres y dar un margen a la diferencia.
Este artículo se lo dedico a Mari,para ti, besos.
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