MODIFICAR LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS
Los pensamientos ó creencias son aquellas cosas que nos decimos, nuestro diálogo interno. Esto da lugar a afirmaciones con las que describimos situaciones, circunstancias o personas. Aunque no podamos afirmar al 100% que son siempre los pensamientos los que provocan las emociones y no al revés, sí parece claro que lo que nos decimos a nosotros mismo es mucho más importante que la situación en sí misma.
De hecho, las situaciones son neutras hasta que nosotros las teñimos de significado. Este significado puede ser positivo (cuando me ayuda a sentirme bien y conseguir mis metas) o negativo (cuando provoca lo contrario). Estos pensamientos se transforman en autoafirmaciones o creencias generalizadas sobre nosotros, sobre el entorno o sobre otros.
Pueden ser de varios tipos (cito sólo algunas):
¿Cómo detectar estos pensamientos erróneos o creencias irracionales? A veces son muy evidentes, otras no tanto. La mejor manera de saber que algo no marcha bien es simplemente observar mis emociones. Cuando ante determinadas situaciones se repite una misma emoción negativa, es probable que haya una creencia irracional de por medio. Si, por ejemplo, los exámenes me causan una ansiedad excesiva, quizá lo que haya detrás es alguna creencia del tipo: “no valgo para nada”, “soy inútil”, “siempre fracaso”,…o también del tipo “tengo que ser perfecto en todo”, “si no hago esto bien dejarán de apreciarme”,……
Una vez detectada y verbalizada la creencia, deberíamos hacer un trabajo de buscar alternativas a lo erróneo de nuestra perspectiva. Es decir, algo así como buscar todos los argumentos posibles en contra de esa creencia. No se trata de sustituir lo negativo por algo positivo sin base real (de “soy un desastre” a “soy el mejor”), sino de buscar alternativas racionales. Si mi creencia es “no valgo para estudiar”, los argumentos que tendré que buscar serán del tipo: “he fallado en este examen pero eso no significa que sea un fracasado”, “todo el mundo puede fallar a veces,…”, “de los errores se aprende”, “fallar es la única manera de aprender”, “tal vez no es que no valga, sino que no sé estudiar, y debo aprender”, etc,…..
Cuando me repito el nuevo discurso y lo interiorizo, las nuevas situaciones ya no serán tan traumáticas. Por supuesto, habrá recursos que puedo poner en práctica para afianzar estas nuevas creencias antes, durante y después de la situación-problema. Un buen terapeuta o educador, o un buen curso de inteligencia emocional nos pueden entrenar en estos aspectos. Cambiará tu forma de encarar las situaciones, de verte y de ver a los demás. En definitiva, una nueva óptica más sana.
Sergio Moreno.
De hecho, las situaciones son neutras hasta que nosotros las teñimos de significado. Este significado puede ser positivo (cuando me ayuda a sentirme bien y conseguir mis metas) o negativo (cuando provoca lo contrario). Estos pensamientos se transforman en autoafirmaciones o creencias generalizadas sobre nosotros, sobre el entorno o sobre otros.
Pueden ser de varios tipos (cito sólo algunas):
- Generalizaciones: “Nunca hago nada bien”, “nadie me quiere”, “no valgo para estudiar”,….
- Filtraciones en las que sólo se tiene en cuenta lo negativo: “esto es tremendo, horroroso, injusto,…”, y que llevan al “no puedo resistirlo”, “no puedo soportarlo”,….
- Polarizaciones o ver el mundo en blanco y negro: “éxito-fracaso”, “bueno-malo”, “fuerte-débil”.
- Castastróficos: pensar en que si puede pasar algo malo, me sucederá a mí…
- Atribuciones erróneas: pensar que lo les sucede a otros o a mí, tiene más que ver con su forma de ser que con las circunstancias, y que por ende, no se puede cambiar.
¿Cómo detectar estos pensamientos erróneos o creencias irracionales? A veces son muy evidentes, otras no tanto. La mejor manera de saber que algo no marcha bien es simplemente observar mis emociones. Cuando ante determinadas situaciones se repite una misma emoción negativa, es probable que haya una creencia irracional de por medio. Si, por ejemplo, los exámenes me causan una ansiedad excesiva, quizá lo que haya detrás es alguna creencia del tipo: “no valgo para nada”, “soy inútil”, “siempre fracaso”,…o también del tipo “tengo que ser perfecto en todo”, “si no hago esto bien dejarán de apreciarme”,……
Una vez detectada y verbalizada la creencia, deberíamos hacer un trabajo de buscar alternativas a lo erróneo de nuestra perspectiva. Es decir, algo así como buscar todos los argumentos posibles en contra de esa creencia. No se trata de sustituir lo negativo por algo positivo sin base real (de “soy un desastre” a “soy el mejor”), sino de buscar alternativas racionales. Si mi creencia es “no valgo para estudiar”, los argumentos que tendré que buscar serán del tipo: “he fallado en este examen pero eso no significa que sea un fracasado”, “todo el mundo puede fallar a veces,…”, “de los errores se aprende”, “fallar es la única manera de aprender”, “tal vez no es que no valga, sino que no sé estudiar, y debo aprender”, etc,…..
Cuando me repito el nuevo discurso y lo interiorizo, las nuevas situaciones ya no serán tan traumáticas. Por supuesto, habrá recursos que puedo poner en práctica para afianzar estas nuevas creencias antes, durante y después de la situación-problema. Un buen terapeuta o educador, o un buen curso de inteligencia emocional nos pueden entrenar en estos aspectos. Cambiará tu forma de encarar las situaciones, de verte y de ver a los demás. En definitiva, una nueva óptica más sana.
Sergio Moreno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario