jueves, 20 de febrero de 2014

LA LECCIÓN DE LA MARIPOSA


Anónimo

Un hombre encontró el capullo de una mariposa. Un día, apareció en él una pequeña abertura. El hombre se sentó y observó durante varias horas cómo la mariposa luchaba, esforzándose para poder pasar a través de ese pequeño agujerito.

El hombre pensó que no progresaba, que la mariposa había llegado al límite de sus posibilidades y que no podía seguir avanzando; entonces, decidió ayudarla.
   
Tomó una tijera y cortó el pedacito restante del capullo.
La mariposa, entonces, salió muy fácilmente. Pero tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas y arrugadas. El hombre siguió observando a la mariposa, esperando que, en cualquier momento, las alas pudieran agrandarse y expandirse para poder soportar el cuerpo que, de un momento a otro se contraería.
  
Pero esto no sucedió; la mariposa pasó el resto de su corta vida arrastrándose con el cuerpo hinchado y las alas encogidas, y nunca llegó a volar.
  
El hombre no había comprendido, en su buena intención y apuro por ayudar, que el obstáculo del capullo y la lucha necesaria para que la mariposa pudiera pasar por la diminuta abertura , era el modo en que la naturaleza obligaba a que el fluído del cuerpo de la mariposa llegara hasta sus alas para que estuviera en condiciones de volar, una vez liberada del capullo.


Reflexión
 
Entre otras, una de las reflexiones que se me ocurren con este cuento es lo nociva que puede llegar a ser la educación excesivamente sobreprotectora con nuestros hijos. Sentimos un amor tal que muchas veces intentamos protegerles de todos los males del mundo, o queremos librarlos de hacer algunos esfuerzos que no nos importa hacer por ellos, o siempre les vemos pequeños para que empiecen a responsabilizarse de cosas, o.....

Sin embargo, al igual que la mariposa no pudo desarrollar bien sus alas sin su propia lucha por salir del capullo, tampoco los niños son capaces de desarrollar sus propios recursos para tener una vida autónoma y sana si no les enseñamos a ello. Si no les dejamos hacer su cama porque, "total, eso es un momento, a mí no me cuesta trabajo", o no les enviamos a hacer algún recado porque, "ay, y si cuando va hacia la tienda le ocurre algo...", o les rodeamos de todos los bienes materiales que podemos alcanzar a comprar sin ningún esfuerzo por su parte...

Los niños deben desarrollar sus propias alas para volar por el mundo, cuanto más y mejores recursos de autonomía responsable les demos mejor se sabrán defender en él, si saben darle un valor al esfuerzo y aprenden a tolerar las frustraciones cuando son pequeños, más ímpetu tendrán para luchar por conseguir aquello con lo que sueñan y más complicado será que desistan de su empeño. 

No cortemos su capullo, dejemos que aprendan a salir solos de él mientras estamos ahí para ayudarles, enseñarles, guiarles y darles todo el amor que necesiten en el trayecto. 
Y con los adultos igual no demos consejos ni pensemos por ellos.

Montse García

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