La Inteligencia Emocional y el consumo de tabaco y cannabis
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¿Ayuda el consumo de estas sustancias a paliar un déficit emocional? Esta misma pregunta se ha hecho el Grupo de Investigación en Estrés y Salud (GIES) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Para responderla llevó a cabo una investigación bajo el título “La Inteligencia Emocional percibida y su relación con el tabaco y el consumo de cannabis entre los estudiantes universitarios.”
El objetivo de esta investigación consistió en analizar la posible relación entre la Inteligencia Emocional y el consumo de tabaco y cannabis entre 133 estudiantes de psicología de la UAB (114 mujeres y 19 hombres), con una edad media de 21,5 años.
El término inteligencia emocional podría definirse como la capacidad de percibir, comprender y regular las propias emociones y las de los demás con el fin de ser capaz de distinguir entre ellas, y utilizar esta información como una guía para encauzar los pensamientos y las acciones posteriores.
Una de las ventajas importantes de desarrollo de este tipo de inteligencia es la capacidad de aprender a interactuar con los demás, así como hacer frente a un mundo social y cultural en constante cambio con mayor eficacia.
Según la investigación, los alumnos que habían comenzado a fumar, ya sea tabaco o cannabis, a una edad más joven y que fumaban regularmente estas sustancias obtuvieron puntuaciones más bajas en las cuestiones relacionadas con la regulación emocional.
Así, los estudiantes que son menos capaces de regular su estado emocional son más propensos a consumir tabaco y/o cannabis, y mantener un consumo regular de estas sustancias parece ser una manera de compensar este déficit emocional.
El nivel de comprensión emocional también parece estar relacionada con el uso esporádico de cannabis, ya que los que consumieron menos fueron los que puntuaron más alto en esta categoría. En otras palabras, los jóvenes que comprenden claramente las emociones que están experimentando, junto con las situaciones en las que aparecen, son también los que consumen menos cantidad de cannabis.
El estudio, sin embargo no reveló ninguna relación entre la percepción emocional y el uso de estas sustancias.
Los resultados del estudio indican que existe una clara relación entre algunos componentes de la Inteligencia Emocional y el consumo de tabaco y/o cannabis. Estos resultados nos hacen ver la importancia de poseer buenas habilidades para comprender y reparar las emociones negativas, así como las habilidades para mantener o prolongar durante más tiempo las emociones positivas, a la hora de evitar determinadas dependencias.
De hecho, las competencias personales son un elemento clave en la adaptación a las demandas del entorno y, además de las acciones habituales dirigidas a prevenir los primeros contactos con las drogas y su consolidación entre los jóvenes, el desarrollo de la Inteligencia Emocional podría ayudar a prevenir en los adolescentes la tentación de iniciarse en el consumo.
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