miércoles, 30 de octubre de 2013

La historia del oso ansioso

Mirad a ver si vosotros os parecéis a ese oso cuando tenéis miedos, y que hacéis. Para reflexionar.

Esta historia transcurre en un bosque cerca del mar, en el que una madre de oso dio a luz a un osezno. El osezno nació feliz, y al poco tiempo, ya comenzó a jugar con sus amigos, correteando por el bosque y jugando con pequeños animales, siempre sin hacerles daño. Le encantaba pasar el tiempo arropado por el calor de su madre, y estar con ella todo el tiempo posible. Cuando salía a jugar, siempre estaba la madre vigilando para que al osezno no le ocurriera nada malo, y así viviera una vida lo más feliz posible. Pasados los años, el oso tuvo que aprender a cazar peces, dado que iba haciéndose mayor, pero le daba miedo el agua y nunca aprendió a nadar. Ese día, intentando cazar un pez desde la orilla, se cayó y se dio contra una roca. Fue a que le curara su madre y desde ese día, no volvió a acercarse al agua. Su madre se ofrecía a llevarle encima de ella para cruzar el río y le decía que no tenía porque meterse al agua si no quería. Mientras iba encima de su madre, se imaginaba los peligros que podría esconder el agua.

El osezno se fue haciendo mayor, y su madre ya no podía traer comida, ni mucho menos llevarle encima. El hijo quería encargarse de ella y cuidarla, por lo que tenía que buscar comida, pero no podía acercarse a los ríos, ni siquiera a los charcos debido a su miedo, pensaba que el agua podría hacerle daño o llevarle hasta el mar y además no quería disgustar a su madre, que estaba mala. Él veía que los peces que iban al mar no volvían, la corriente les llevaba. Tampoco podía cazar porque no sabía cómo se hacía, y no quería hacer daño a nadie. Pasado un tiempo, el oso estaba muy hambriento, dado que solo se alimentaba de hojas y ramas que había por el suelo.





Un día, le vio un gran oso, ya bastante mayor, al cual le contó todo: como evitaba los charcos y los ríos, como se escondía de la lluvia, etc.  Éste se quedó absolutamente en silencio y le empujó a un charco que había cerca. Él se enfadó con el viejo, pero le perdonó porque pensó que sería un accidente. Por la noche, soñó que pisaba un charco, y al pisarlo se hundía más y más, parecía no tener fondo. Por la mañana se despertó alterado y salió a despejarse un rato. Ese día también saludó al viejo, el cual volvió a empujarle contra otro charco, que estaba un poco más crecido que el de la otra vez. El oso salió empapado, y  quedó tenso, bloqueado, sin saber lo que decirle debido a la rabia que tenía. El viejo, no dijo ni una palabra, como de costumbre, esperó a que el oso dijera algo, pero al no decir nada, el viejo se fue.


Esto pasó un día y otro, hasta que en una ocasión, pasado el tiempo,  vio al viejo al otro lado del río, y con toda la rabia acumulada que tenía corrió a decirle lo que, por fin estaba preparado para decirle. Atravesó el río con todas sus fuerzas, sin pensar en nada, solo en el viejo y en la rabia que sentía, apartando a los peces con las garras mientras la corriente le arrastraba, finalmente y tras un buen rato, llegó donde estaba el viejo ¿Querías decirme algo, hijo? Dijo el viejo. El oso se mantuvo en silencio un rato. "Gracias", dijo el oso finalmente, abrazando al viejo. 

Qué importante es saber manejar las emociones...

La Inteligencia Emocional y el consumo de tabaco y cannabis 

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¿Ayuda el consumo de estas sustancias a paliar un déficit emocional? Esta misma pregunta se ha hecho el Grupo de Investigación en Estrés y Salud (GIES) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Para responderla llevó a cabo una investigación bajo el título “La Inteligencia Emocional percibida y su relación con el tabaco y el consumo de cannabis entre los estudiantes universitarios.”
El objetivo de esta investigación consistió en analizar la posible relación entre la Inteligencia Emocional y el consumo de tabaco y cannabis entre 133 estudiantes de psicología de la UAB (114 mujeres y 19 hombres), con una edad media de 21,5 años.
El término inteligencia emocional podría definirse como la capacidad de percibir, comprender y regular las propias emociones y las de los demás con el fin de ser capaz de distinguir entre ellas, y utilizar esta información como una guía para encauzar los pensamientos y las acciones posteriores.
Una de las ventajas importantes de desarrollo de este tipo de inteligencia es la capacidad de aprender a interactuar con los demás, así como hacer frente a un mundo social y cultural en constante cambio con mayor eficacia.
Según la investigación, los alumnos que habían comenzado a fumar, ya sea tabaco o cannabis, a una edad más joven y que fumaban regularmente estas sustancias obtuvieron puntuaciones más bajas en las cuestiones relacionadas con la regulación emocional.
Así, los estudiantes que son menos capaces de regular su estado emocional son más propensos a consumir tabaco y/o cannabis,  y mantener un consumo regular de estas sustancias parece ser una manera de compensar este déficit emocional.
El nivel de comprensión emocional también parece estar relacionada con el uso esporádico de cannabis, ya que los que consumieron menos fueron los que puntuaron más alto en esta categoría. En otras palabras, los jóvenes que comprenden claramente las emociones que están experimentando, junto con las situaciones en las que aparecen, son también los que consumen menos cantidad de cannabis.
El estudio, sin embargo no reveló ninguna relación entre la percepción emocional y el uso de estas sustancias.
Los resultados del estudio indican que existe una clara relación entre algunos componentes de la Inteligencia Emocional y el consumo de tabaco y/o cannabis. Estos resultados nos hacen ver la importancia de poseer buenas habilidades para comprender y reparar las emociones negativas, así como las habilidades para mantener o prolongar durante más tiempo las emociones positivas, a la hora de evitar determinadas dependencias.
De hecho, las competencias personales son un elemento clave en la adaptación a las demandas del entorno y, además de las acciones habituales dirigidas a prevenir los primeros contactos con las drogas y su consolidación entre los jóvenes, el desarrollo de la Inteligencia Emocional podría ayudar a prevenir en los adolescentes la tentación de iniciarse en el consumo.

martes, 22 de octubre de 2013

Miedos infantiles



 LOS MIEDOS INFANTILES:
Para los que tenéis niños, os puede resultar muy útil, y tengáis una idea de lo que es normal o no.
El miedo es una de las emociones básicas que tenemos los seres humanos y, precisamente por ello, nos ha servido a lo largo de la evolución para preservar la especie y adaptarnos a nuestro medio. Hay que tener en cuenta que a especie humana está biológicamente preparada para aprender respuestas fóbicas a estímulos que filogenéticamente han constituido una amenaza para la supervivencia de la especie. 
Otro interesante dato a saber es que los miedos siguen un patrón evolutivo, por tanto, en la medida en que sepamos cómo se desarrolla dicho patrón sabremos en un momento dado si los temores que sufren nuestros hijos entran dentro de la “normalidad” de su desarrollo o bien les están ocasionando verdadero sufrimiento y deberíais acudir a un psicólogo a que enseñe al niño y a la familia a controlar estos temores.
Patrón evolutivo de los miedos más comunes que tienen los niños:
7-12 MESES: Miedo a las personas extrañas y a los objetos que surgen súbitamente.
1 AÑO: Temen a que sus padres se separen de ellos, a ir al baño, a las heridas y a las personas extrañas.
2 AÑOS: Temen a los ruidos fuertes, a los animales, a la oscuridad y a que sus padres se separen de ellos.
DE LOS 3 A LOS 5 AÑOS: Disminuyen el miedo a la pérdida de soporte y a los extraños. Se mantienen el miedo a los ruidos fuertes, a que sus padres se separen de ellos, a los animales y a la oscuridad. Aumentan el miedo al daño físico y a las personas disfrazadas.
DE LOS 6 A LOS 8 AÑOS: Disminuyen el miedo a los ruidos fuertes y a las personas disfrazadas. Se mantienen el miedo a que sus padres se separen de ellos, a los animales, a la oscuridad y al daño físico. Aumentan el miedo a los seres imaginarios (brujas, fantasmas, súper-héroes…), a las tormentas, a la soledad y A LA ESCUELA.
DE LOS 9 A LOS 12 AÑOS: Disminuyen el miedo a la separación, a la oscuridad, a los seres imaginarios y a la soledad. Se mantienen el miedo a los animales, al daño físico y a las tormentas. Aumentan el miedo a la escuela (Exámenes, suspensos), al aspecto físico, a las relaciones sociales y a la muerte.
DE LOS 13 A LOS 18 AÑOS: Disminuyen el miedo las tormentas. Se mantienen el miedo a los animales y al daño físico. Aumentan el miedo a la escuela (Exámenes, suspensos), al aspecto físico, a las relaciones sociales y a la muerte.

DEBEMOS ALERTARNOS CUANDO:
  • · La frecuencia en que un niño se queja de un miedo determinado es muy elevada ya que esto puede indicar que este miedo le hace sufrir y no sabe cómo manejarlo, aunque hay que prestar atención porque el niño podría estar utilizando esta excusa para obtener una ganancia secundaria, esto es, conseguir que sus padres le hagan caso cada vez que él emite una queja.
  • ·  La intensidad de sus reacciones ante el estímulo que le provoca el miedo. Quienes mejor conocen a sus hijos son generalmente los padres y por ello la mayor parte de las veces seremos capaces de determinar si la reacción ante un miedo es verdadera o fingida. Si observamos que la intensidad es alta o muy alta debemos alertarnos  y no tratar de restarle importancia a este hecho ni enfadarnos porque el niño está sufriendo.
QUÉ HACER
Los miedos se adquieren por diferentes vías entre ellas está el modelado (observación de alguien que tiene miedo, padres, familia, películas…), información negativa o instrucciones verbales ( a veces a los padres y abuelos nos “encanta” decirles algunos de los riesgos que corren), por aprendizaje directo y también por condicionamiento. Es posible que se genere miedo en los niños que tengan experiencias vitales desagradables o traumáticas (presenciar o sufrir malos tratos, accidentes, muerte de un ser querido….).

En el peor de los casos los miedos pueden derivar en trastornos clínicos como fobias específicas, ansiedad generalizada o estrés postraumático.
Cosas que podemos hacer ante las expresiones de miedo (moderado) de los niños: 
·  Estar a su lado y escucharles pacientemente cuando nos expresen su miedo, sin quitarle importancia, pero intentando vivir la situación del niño con tranquilidad, sin mostrar (al menos delante de él) preocupación o angustia. Recordemos que el modelado (observación de comportamientos de padres u otros) son patrones que el niño interioriza.

· No forzarle a realizar las conductas que teme. Tendremos que trazar un plan de forma que podamos crear aproximaciones sucesivas, poco a poco. La solución a los miedos no es evitarlos, sino enfrentarnos a ellos, aunque en el caso de los niños hay que tener paciencia y calma. Nos irá muy bien usar el juego y la imaginación.

·  Es eficaz utilizar el modelado siendo uno de los padres el que efectúe la conducta temida para enseñar al niño que no sucede nada, no obstante el modelado es más eficaz cuando el modelo es de la misma edad que el niño.


·  Evitar ridiculizar al niño por sus miedos, en especial, delante de sus amigos. No reírse de él, no castigar ni sermonear.

·   Que aprenda y practique alguna técnica de relajación.

·   Evitar que vea películas, juegos o realice actividades que comporten violencia o miedo.

·  Procurar no lanzar mensajes amenazadores (si no comes llamaré a…, si no te portas bien se lo diré a…)


Si observáis que estos miedos son más severos, persistentes y alteran significativamente el funcionamiento del niño en su entorno familiar, escolar o social, entonces podemos estar ante trastornos que ya no serían parte del patrón evolutivo “normal” sino que deberían ser tratados por un profesional.


Montse García

jueves, 17 de octubre de 2013

Adicción a las redes sociales.Peligro!!

 
 

 
 
 
 
 
   


Las redes sociales han alcanzado un gran impacto a nivel mundial convirtiéndose en la principal plataforma  de comunicación, expresión e interacción entre los jóvenes y adolescentes. En la actualidad es difícil encontrar personas que no tengan una cuenta de Facebook, este fenómeno trasciende la edad, el grado de estudios, la posición económica, entre otros factores de ordenen social.

El uso de las redes sociales ha tenido un gran auge entre los jóvenes, quienes utilizan principalmente  redes como: Facebook, myspace, twitter, tumblr, linkedin, etc. La mayoría de los usuarios de estas redes sociales las consultas de manera constante. En el caso de los adolescentes es muy común que pasen largos periodos durante la noche conversando a través de Facebook u otras redes sociales.

El mantenerse al tanto de las redes sociales es una gran tentación para la mayoría de las personas, al grado de llegar descuidar sus relaciones sociales, sus compromisos familiares, su trabajo, entre otras actividades relevantes en su vida. Las redes sociales  son  un medio de exposición que puede llevar a una persona del anonimato a convertirlo en una figura pública. Por otra parte las redes sociales se han convertido en un foro para exponer puntos de vista, pero sobre todo para dar a conocer al mundo las cosas que nos hace sentir más orgullosos desde fotos sensuales, acontecimientos, poemas, canciones, creaciones artísticas, compras, logros, viajes, amistades, actividades de entretenimiento entre muchas otras cosas.

Las nuevas tecnologías han generado nuevas necesidades en sus usuarios, pocos de ellos pueden resistirse a la tentación de entrar en su perfil de Facebook o consultar su cuenta de twitter en cada momento. Las tendencias consumistas que ha generado la sociedad actual provocan una tendencia narcisista y egocéntrica  entre los usuarios de redes sociales que pretenden imitar a los ídolos comerciales.

Se han encontrado algunas evidencias que relacionan la adicción a redes sociales con el impulso de obtener una retroalimentación positiva por parte de sus amistades o seguidores. Cabe señalar que la estimulación que provoca  el revelar información en redes  sociales produce la activación de áreas cerebrales ligadas al sistema de recompensa. Esta situación puede provocar una dependencia.

Señales de alarma que están relacionadas a la adicción a  redes sociales (Young 1998):
  • v  Privarse del sueño por más de 5 horas, para estar conectado a la red.
  • v  Descuidar otras actividades importantes como el contacto familiar, las relaciones sociales, el estudio o el cuidado de la salud.
  • v  Recibir quejas en relación al uso de la red de alguien cercano, como los padres o los hermanos.
  • v  Pensar en la red constantemente, incluso cuando no se está conectado a ella y sentirse irritado excesivamente cuando falla la conexión o se enlentece el servicio.
  • v  Intentar limitar el tiempo de conexión, sin poder conseguirlo.
  • v  Mentir sobre el tiempo real que está conectado a redes sociales.
  • v  Aislarse socialmente, mostrarse irritable y bajar el rendimiento en los estudios o el trabajo.
  • v  Sentir euforia y activación anormal cuando se tiene la oportunidad de acceder a redes sociales.

Las redes sociales son una gran posibilidad de comunicación, sin embargo también se están convirtiendo en un grave problema de orden social, debido a que muchas personas principalmente los adolescentes están vinculando el uso de redes sociales a su autoconcepto y bienestar emocional. EL uso de los medios electrónicos se ha convertido en una medida  para evadir  los problemas de tipo familiar, afectivos y sociales.

El abuso de redes sociales puede provocar un deterioro en las habilidades de socialización, situación que puede derivar en la construcción de relaciones sociales ficticias y peligrosas. Recientemente ha crecido el fenómeno del  cibernoviazgo, que en ocasiones ha estado relacionado con la  trata de personas o simplemente con relaciones ventajosas por parte de adultos hacia menores de edad.


Las instituciones gubernamentales encargadas del control  de las  adicciones deberán contemplar estrategias  dirigidas a informar a los padres de familia sobre el riesgo que puede representar el abuso en el uso de redes sociales. Por otra parte se requiere fortalecer las acciones dirigidas a la prevención y el tratamiento de las adicciones no toxicas principalmente las relacionadas a redes sociales y a la ludopatía que han tenido un incremento significativo en nuestro país.

 

PIensa bien y te sentirás mejor...

LAS CREENCIAS IRRACIONALES MÁS COMUNES QUE SE DEBEN ELIMINAR PARA NO AMARGARNOS LA VIDA
Piensa bien para sentirte mejor parece fácil pero no lo es, lo que sí es cierto que tener unos buenos pensamientos hace que seamos mejores personas ,más equilibradas y fellices.Pensar mal hace que nos contaminemos con virus mentales que nosotros mismos estamos alimentando.
Mirad haber con que pensamientos os nutrís.
Albert Ellis, uno de los psicólogos cognitivos más importantes de la historia, padre de la Terapia Racional Emotiva (RET), hizo un top - ten de las 10 principales ideas irracionales de los seres humanos en los años 50 del siglo pasado. El conocido psicólogo español, Rafael Santandreu, autor del best seller, "El Arte de no amargarse la vida", ha hecho una adaptación de ese top- ten de Ellis, recogiendo las 10 creencias irracionales favoritas en España en estos momentos. Son ideas equivocadas y que nos proporcionan una mala filosofía de vida a buena parte de los españoles.

Esta es la lista de las 10 ideas principales generadoras de malestar que afectan a las personas de nuestro tiempo:
1. Necesito tener a mi lado a alguien que me ame: de lo contrario, ¡qué vida más triste! 
2. Tengo que ser alguien en la vida, aprovechar bien mis cualidades y virtudes. De lo contrario, me sentiría fracasado. 
3. No puedo tolerar que la gente me menosprecie en público. Debo saber responder y defender mi imagen. 
4. Debo tener una casa en propiedad. De lo contrario, soy un maldito fracasado muerto de hambre. 
5. Tener buena salud es fundamental para ser feliz. Y lo más deseable es vivir mucho tiempo; cuanto más, mejor: ¡incluso 100 años o más! 
6. Tengo que ayudar a mis familiares: padres, abuelos, hijos… mi ayuda es fundamental para su felicidad. 
7. Si mi pareja me pone los cuernos, no puedo continuar con esa relación. La infidelidad es una cosa terrible que te destroza por dentro. 
8. Tengo que tener una vida emocionante. De lo contrario, mi vida es un aburrimiento y, de alguna forma, un desperdicio. 
9. Más siempre es mejor. El progreso siempre es bueno y consiste en tener más cosas, más oportunidades, más inteligencia…; esto es obvio en el caso de desear cada vez más y más cosas buenas como paz y alegría. 
10. La soledad es muy mala. Los seres humanos necesitan tener a alguien cerca porque si no, son unos desgraciados.

¿Cómo se os ha quedado el cuerpo al leer esta lista? Quizás alguno podrá pensar que una mayoría de personas las consideran válidas. Pero a lo largo de la historia de la Humanidad han habido muchas creencias que eran aceptadas como válidas por la inmensa mayoría y que posteriomente han sido refutadas científicamente con el paso del tiempo.
Hay que detectarlas primero y después cambiarlas, claro que esto te lo enseña un buen psicólogo!!!, pero con que os deis cuenta del daño que os hacen y las detectéis ya es importante,hay que intentar combatirlas.

sábado, 5 de octubre de 2013

Para superar las rupturas de pareja.


EL DUELO AFECTIVO


El duelo afectivo, al igual que el duelo que se vive por la pérdida de un ser querido, también requiere un tipo de tratamiento especial, que nos permita avanzar rápidamente y continuar con nuestra vida, rescatando lo mejor de lo vivido e incorporando nuevos aprendizajes que nos permitan crecer como seres humanos que están viviendo una experiencia en este planeta 

Las etapas del duelo 
El duelo es un proceso de ajuste emocional después de una pérdida, durante el cual diversas emociones compiten entre sí. El proceso incluye etapas diferentes que pueden explicarse separadamente pero que no se presentan de un modo ordenado. Pueden solaparse y mezclarse entre sí, pero lo que sí hay que saber es que para completar el proceso de curación hay que experimentarlas todas. Puede haber días mejores o peores, y, a veces, lo que se creía superado se vuelve a sentir. Por otra parte, algunas emociones prevalecen sobre otras: por ejemplo, sentir rabia durante demasiado tiempo puede indicar que se está luchando contra la tristeza y al revés, sentirse encallado en la tristeza y la depresión podría indicar el no haber podido reconocer y superar la rabia.

Las etapas se podrían clasificar de esta forma: 

Impacto. Es la primera reacción: una sensación de paralización, desorientación e incredulidad. La vida se estanca y la atención se concentra en la pérdida sentimental. Se bloquean las emociones y es difícil concentrarse en las tareas diarias. Cuesta conciliar el sueño y se pierde el apetito. La etapa puede durar un día o un mes, pero no mucho más. Puede venir acompañada de síntomas físicos de ansiedad como vértigo, crisis de pánico, hiperventilación o cansancio extremo. 

Negación. Este mecanismo, que conlleva la incapacidad de aceptar que la relación ha terminado, también sucede cuando se vive la muerte de un ser querido. Hay personas que se estancan en esta etapa durante años, con la esperanza de que vuelva la persona que se fue. 

Pena y depresión. Esta emoción puede afectar tanto al que abandona como al abandonado. Suele describirse como un sentimiento de vacío, como si faltara una parte de uno mismo. Es el sentimiento que impulsa a muchas personas a correr hacia otra relación, lo cual no es algo muy saludable para la curación, aunque sí comprensible. Es importante permitirse vivir la experiencia de la tristeza sin acudir a atajos como la actividad frenética, drogas y alcohol o promiscuidad sexual. En estas circunstancias es aconsejable hablar con un psicólogo o con amigos sobre lo que se está sintiendo. La pena proviene no solo de la pérdida de la persona, sino del tiempo que se compartió y del fracaso del proyecto de pareja. La pena puede conducir a la depresión y es entonces cuando la persona se puede quedar estancada, a veces durante años. Si no se puede seguir adelante y superar la etapa, habría que buscar ayuda profesional. 

Culpa. Esta emoción es sentida por aquél que termina la relación, pero también por el abandonado. En este último caso posiblemente debido a la idea de fracaso. Al pensar sobre qué fue lo que falló, el que se culpabiliza suele razonar sobre lo que podría haber sido hecho de otra forma. Si algo tiene de positiva la culpa, es que ayuda a hacer cambios en el futuro. La parte negativa y no saludable es la que lleva a culparse a uno mismo de un modo poco ecuánime e injusto. Las personas que lo hacen son aquellas que son incapaces de sentir rabia hacia la ex pareja y dirigen la rabia hacia sí mismos. Creen que todo ha sido culpa suya. Habría que recordar que el remordimiento genuino debe venir seguido del perdón hacia Sí mismo. Si no se consigue superar la culpa, no es posible finalizar el duelo. 

Rabia. La presencia de la rabia es algo completamente normal durante el duelo. Es una fuerte emoción que nace de sentirse herido, aunque no haya nadie a quién culpar. El momento en que se experimenta la rabia depende de cada persona en particular. Algunos la sienten muy al principio y otros son más lentos hasta llegar a sentirla. Al ser una energía potente, la rabia puede hacer sentir irritabilidad y nerviosismo, pero el lado positivo es que ayuda a sobrellevar los malos momentos y motiva para reconstruir la vida. No habría que sentirse culpable por sentir rabia en esta etapa, ya que esto indica que se está superando la pena. También puede revelarse una rabia destructiva y no terapéutica en forma de venganza o de la utilización de los hijos en contra de la otra persona. Otras veces la rabia se materializa en una siguiente relación, llevando a que la persona se desquite inconscientemente con la nueva pareja con insultos, desconsideración o indiferencia. De esta forma está proyectando en otro lo que siente que le han hecho. También hay personas que permanecen rabiosas durante años, lo cual indica que siguen ligados emocionalmente a sus ex parejas de un modo destructivo. Es importante saber discernir con la ayuda de un terapeuta si la rabia es saludable o es destructiva. 

Resignación: el adiós. Esta es la transición más difícil del proceso de duelo. No solo hay que aceptar que la relación se ha terminado; también hay que liberarse de ella por completo, recuperando la energía que se invirtió en la relación. Aunque parezca que lo peor ya pasado, también es posible quedarse atrapado en esta etapa: cuando el agotamiento nervioso deja a la persona sin motivación para seguir adelante. 

Reconstrucción. En este punto hay más días alegres que tristes y se empieza a reconstruir activamente la vida. La persona vuelve a centrar la atención en si mismo y a sus propias necesidades y se vuelve a desear conocer a otra persona. Esta etapa es como aprender a caminar otra vez después de haberse roto una pierna. La persona se siente mejor pero necesita construir su fortaleza desarrollando el amor propio y la seguridad en si misma. 


Obstáculos para superar la ruptura. 
A lo largo del proceso de superación de la ruptura, es frecuente caer en conductas auto destructivas como reacción a la pérdida amorosa. Estas conductas pueden presentarse simultáneamente o sucesivamente durante las diversas etapas del duelo.  Cinco errores que obstaculizan y retardan el proceso de recuperación: 

La dependencia. La persona dependiente no desea terminar la relación ni mental, ni emocionalmente ni físicamente. Su reacción afectiva es lenta y se aferra a la idea de que aún queda algo vivo en la relación. Al negarse a darla por terminada, no puede afrontar la recuperación. Se concreta de tres maneras: 

Obsesionarse. Pasarse varias horas pensando en la ex pareja, con incapacidad de concentrarse en otros aspectos de la vida. Esta invade los sueños en forma de pesadillas. La conducta también puede verse afectada en la vida diaria: llamar continuamente por teléfono, mandar mensajes de texto, cartas, e-mails. Pensar continuamente en qué estará haciendo la otra persona siguiendo su día a día, imaginar con quién estará saliendo, fantasearla haciendo el amor con otro, oír repetidamente canciones que traen recuerdos y evocar lugares o restaurantes adónde se ha ido con ella. No habría que preocuparse excesivamente por la intensidad del pensamiento obsesivo porque con el tiempo este suele extinguirse. Es conveniente realizar actividades que capten la atención y evitar las situaciones y escenarios que indefectiblemente harán recordar a la persona añorada. 

La venganza. Si se ha sufrido rechazo, el ansia de venganza se puede articular de diversas formas: por ejemplo, iniciar una relación antes de estar preparado y exhibirse con ella con la intención de que la pareja anterior se sienta celosa. Es obvio que la nueva pareja es la que sale más perjudicada cuando se da cuenta de que ha sido utilizada después de haberse implicado. Otra forma sería reproducir con la nueva pareja el trato que se ha sufrido o también establecer una nueva relación donde se ejerza mayor control para no resultar dañado otra vez. Para superar la pauta de venganza por despecho, habría que reconocer que está causada por una reacción de ira que nace del dolor del rechazo. Es importante ser consciente de ella para poder superarla. 

Exageración. Con este proceso mental, el rechazado piensa de un modo exagerado que su ex pareja se lo está pasando fantásticamente bien, mientras él está destrozado. Cree que su mundo se ha empequeñecido, mientras que el de la pareja se ha hecho cada vez más grande y estimulante. Algunas personas muestran una tendencia a disfrutar del propio pesar y utilizan la exageración para torturarse. Otro aspecto de la exageración es la idealización, la cual consiste en focalizar primordialmente en las cualidades maravillosas de la persona que se ha ido. En este caso conviene escribir una lista exhaustiva de todos sus defectos para llegar a ser más objetivo y ser capaz de seguir adelante. 

Las nuevas ataduras. Como fenómeno opuesto al de la dependencia, las nuevas ataduras constituyen otro obstáculo para la curación: llenar la vida con numerosas actividades para suprimir el sufrimiento. Cuando se está tratando de establecer nuevas ataduras es difícil quedarse tranquilamente en casa, leer un libro o ver la televisión. Es como si se produjera una incapacidad de serenase y quedarse a solas. Se buscan relaciones efímeras que se consumen con rapidez, y añaden más inestabilidad emocional. Pasando de una relación a otra, el dolor y el miedo siguen en su sitio sin solución. Este es el escenario favorable para vivir engañosamente un enamoramiento que en realidad es una defensa para reducir el dolor. Este tipo de reacción es más frecuente en hombres que en mujeres, ya que estas últimas tienen más facilidad que los hombres para afrontar abiertamente sus sentimientos y el sufrimiento emocional. En el primer caso, mientras se pasa de una persona a otra, cada conquista puede reconstruir transitoriamente el ego dañado, pero con el tiempo la gratificación es cada vez menor y al final habrá que hacer frente al sufrimiento de una vez por todas. Mientras se desarrolla la capacidad para estar solo, es bueno asumir que se tendrá que vivir y procesar el dolor, pero este también se acabará debilitando y la persona podrá sentirse más fuerte, más segura y con mayor capacidad para entender las razones de la ruptura. Es importante recordar que el sufrimiento puede ser constructivo; el desafío consistiría en poder funcionar de la mejor manera posible mientras la tristeza sigue su curso hasta que termina. Lo más destructivo, en realidad, es huir del dolor. 

El fenómeno de la mariposa en la llama. Esta es una de las reacciones más dolorosas que se dan durante la recuperación. Consiste en una conducta zigzagueante que lleva a retroceder reiteradamente a la relación pasada produciendo un sufrimiento cada vez mayor a causa del reiterado rechazo. La situación evoca a una mariposa atraída por una llama. Cuánto más se acerca la mariposa a la llama, más aumentan las heridas pero nunca llega a modificar su conducta. Llamadas telefónicas constantes, envío de regalos, mensajes, notas, encuentros casuales y declaraciones de amor en múltiples procedimientos. Estas acciones en lugar de convencer a la ex pareja, le producen una molestia creciente hasta que responde ignorando y mostrándose indiferente u hostil. La consecuencia es la destrucción del amor propio del rechazado del mismo modo que la llama acaba destruyendo a la mariposa. Se pierde entonces el sentido de la realidad y el control emocional. En los casos graves, la persona es incapaz de reconocer que es imposible lograr que alguien sienta lo que no siente hasta que alcanza el nivel emocional más bajo. Ni los regalos, ni las llamadas ni las súplicas harán que una persona sienta lo que no puede sentir. 

Los excesos. Una de las respuestas más frecuentes ante la pérdida y el rechazo son las conductas compulsivas, o la huida mediante el exceso. La forma más grave de exceso es el abuso de drogas y de alcohol para poder tolerar mejor el dolor de la pérdida amorosa. Estas sustancias proveen alivio temporal a corto plazo. Al recurrir a  este recurso con frecuencia, se va perdiendo el control emocional. Es importante mantenerse alejado de sustancias que pueden producir adicción ya que estos son los momentos de más alto riesgo. Esta conducta autodestructiva demuestra que se está perdiendo el dominio de la propia vida. 

Elegir por comparación. Una vez la persona se siente en condiciones de volver a salir con alguien puede caer en la trampa de comparar los posibles candidatos con la pareja anterior. La búsqueda por comparación lleva a elegir a alguien muy parecido a la anterior pareja, o, por el contrario, a descartar a todo aquél que muestre algún parecido con ella. El hecho de buscar a un doble de la pareja perdida indica que aún no se ha aceptado completamente la pérdida amorosa y que aún se puede estar experimentando algún pensamiento obsesivo. Si, por el contrario se rechazan todos los que recuerden a la pareja anterior esto puede ser indicio del temor a volver a sufrir. Para evitar este problema, conviene mantener el contacto con las propias necesidades y a partir de ahí buscar a alguien que las pueda satisfacer.Es bueno centrarse en uno mismo para saber lo que le hace falta para cubrirlas y no comparar a la nueva pareja con la anterior.
  
La vida después de la ruptura 

El final de una relación puede ser un nuevo comienzo. Sin la influencia de una pareja, la persona puede concentrarse en sus propias necesidades para construir un modo de vida más satisfactorio para sí misma que en el seno de una convivencia infeliz. 
Se dice que detrás de un gran sufrimiento reside el mayor bien. Y si no lo vemos a simple vista, a lo mejor tendremos que esperar, pero depende de nosotros percibir lo bueno dentro de una crisis. La fuerza interior que nace del sufrimiento se transforma en confianza y seguridad para poder seguir arriesgándonos a vivir y a amar. Al poner el punto final a una relación íntima, el individuo suele tener necesidad de reconstruir su autoestima e independencia. A largo plazo, es preferible sustituir la ex pareja por uno mismo. La decisión de romper la relación con alguien y la de vincularse a otro deberían ser, idealmente, procesos independientes, tanto para quitar presión a la nueva relación como para asegurar que el hecho de haber terminado ha sido una decisión correcta. Una nueva relación solo será satisfactoria si se tiene una buena relación con uno mismo.

martes, 1 de octubre de 2013

18-09-13: Nueva entrega de nuestro espacio solidario. En esta ocasión charlamos con Mª Cruz Debón y Alicia Monzó, psicóloga terapeuta y voluntaria en el teléfono de la esperanza, sobre relaciones sociales.Haz cilck aquí para escuchar.

Fracasar en nuestras relaciones de pareja.

¿Por qué fracasan nuestras relaciones de pareja?


Amar y ser amado es la pretensión de todos los seres humanos. Se arraiga en el núcleo más profundo de nuestras necesidades básicas emocionales de seguridad, cobijo, pertenencia, autoestima y autorrealización, por ello buscamos incansablemente, y muchas veces cueste lo que cueste, poder satisfacerlas. Es nuestro objetivo y nuestra meta. Es la búsqueda de ese amor la que da sentido y significado, la que nos mueve hacia ese fin último que es conectar con nuestro estado natural. Somos hijos del amor y solo la vivencia íntima de ese amor nos unifica y nos completa porque nos arraiga a nuestra esencia divina como seres humanos.




Si el amor es el estado natural del cual partimos, ¿por qué sabemos tan poco del amor?


Es frecuente escuchar, sobre todo al inicio de las relaciones de pareja, “¡te amo, te amaré siempre!”, y es que resulta fácil confundir el amor con otro tipo de sentimientos como el cariño, la atracción o el deseo.

El verdadero amor va mucho más allá de un sentimiento, es un estado profundo desde el cual nos miramos, miramos a los demás y miramos los acontecimientos del mundo.

El verdadero amor es una instalación de nuestro ser que vive y se nutre del mismo amor.


¿Cómo comienza nuestra historia de amor?
El amor por uno mismo comienza a desarrollarse en la primera infancia en el seno de nuestra familia. Es allí donde recibimos las primeras lecciones a amor.

Aprendemos a vernos a través de los ojos de nuestros padres y de las personas significativas de nuestro entorno. Es con los mensajes que recibimos y los comportamientos que vimos, cómo nos formamos un concepto de nosotros mismos en el que quedan reflejadas las características que nos transmitieron. Aprendimos del amor a través de sus comportamientos, de su forma de leer la realidad y de reaccionar a ella, aprendimos de la forma como nos reflejaban su cariño, su enfado o cualquiera de sus sentimientos.

Cuando la mirada de nuestros padres ha sido amplia y sana, tenemos todos los ingredientes para desarrollarnos como personas sanas y abiertas a la vida; sin embargo, cuando nos miraron con ojos deformados, aprendimos a vernos con una mirada deformada y limitada de nosotros mismos, impidiéndonos alcanzar la imagen completa de quienes somos.
Corazón roto


Las relaciones disfuncionales en nuestra familia de origen son el caldo de cultivo de los problemas que arrastramos en nuestra vida adulta, suponen un aprendizaje distorsionado de los patrones de relación que establecemos con nosotros mismos y con los demás. Si todo lo que conocimos fue un modelo ambiguo y distorsionado, asumimos que es así cómo tiene que ser y lo incorporamos, formando nuestro repertorio de comportamientos y actitudes que reproducimos fielmente después a lo largo de nuestra vida.

Somos herederos de historias y, si las mantenemos inconscientes, repetiremos los mismos patrones que nos dañaron. Así, si una mujer tuvo una madre dependiente, pasiva y sumisa, se da cuenta de que en su vida eligió como parejas, de entre todos los hombres posibles, hombres dominantes y directivos, tal y como era su padre, de este modo constituye relaciones prácticamente idénticas a la de su familia de origen.

Nuestras relaciones comienzan eligiendo a la persona que nos complementa y con la que podemos seguir manteniendo el rol que aprendimos en nuestra infancia.

Cuando no tuvimos la oportunidad de satisfacer nuestras necesidades básicas, llegamos a la conclusión de que nuestras necesidades no son importantes; entonces crece en nosotros un sentimiento íntimo de vergüenza e indignidad que nos impide sentirnos dignos de ser queridos por ser quienes somos, por lo que terminamos creyendo que necesitamos depender de los demás. Se evaporó nuestro sentimiento original de valoración, lo que conlleva la sensación íntima de no valer lo suficiente. Formamos creencias limitadoras de nosotros y nos escondemos tras máscaras de mil colores para mostrar una imagen que consideramos aceptable de nosotros y así conseguir la valoración y el afecto que necesitamos.

Estas creencias, avaladas con nuestras experiencias, suponen un obstáculo en el camino de nuestro potencial como ser humano. Nos impiden conocernos, crecer y madurar, de tal forma que terminamos convirtiéndonos en personas miedosas, inseguras, con sentimientos negativos hacia nosotros, faltando al respeto a quienes realmente somos.

Terminamos volviéndonos dependientes del afecto de los demás, lo cual constituye el origen de la mayoría de nuestros problemas y de nuestro sufrimiento emocional y desarrollamos mecanismos defensivos que nos permiten combatir nuestro dolor y nuestro miedo.

Algunos de los mecanismos que suponen la ceguera respecto a nuestras necesidades son: la necesidad de control, el exceso de responsabilidad, la racionalización, la hipersocialización o el retraimiento. La consecuencia es que ignoramos que somos dignos de ser queridos, que tenemos derecho a ser bien tratados y a ser plenamente felices.

Desde esta ignorancia distorsionamos la realidad fantaseándola:


corazón roto

Lo obvio se refiere a la realidad tal cual es. “Él dice que no me quiere y por eso se va”.


La fantasía es la ‘peli’ que nos creamos para leer la realidad que no aceptamos: “No puede no quererme, es imposible después de tanto tiempo. Además se porta bien conmigo y no tiene otra persona. Seguro que me quiere aunque está confundido y no lo sabe”.


Sin duda lo obvio es duro de aceptar y tiene un gran impacto emocional de dolor y tristeza, sentimientos sanos ante una situación dolorosa. Ahora bien, desde la fantasía, nos montamos nuestra ‘peli’, racionalizando la realidad, para enfriar el dolor y agarrarnos a una esperanza enfermiza.

Nos autoengañamos entonces repitiéndonos que nos pasa esto porque somos personas que amamos demasiado y que nos entregamos por completo. Sin embargo, en realidad, tenemos unas carencias afectivas enormes y, por tanto, nuestra demanda de cariño es insaciable. Desde la carencia emocional, se pueden dar dos situaciones:

  • Que aceptemos ‘cualquier migaja de cariño’ a costa de tragar con situaciones intolerables de abuso, es decir, infravalorándonos, poniéndonos de alfombras y aceptando que nos pisen.

  • O bien, que nos pongamos en una posición de superioridad respecto al otro, sobrevalorándonos y destacando a costa de machacar al otro.

Tan ocupados que estamos demandando el cariño que nos hace falta para compensar las carencias afectivas que arrastramos desde la infancia que olvidamos lo más importante, porque es lo único que depende de uno mismo, que es desarrollar la capacidad de amar. Y esto significa amar al otro, pero también a uno mismo porque nadie puede dar lo que no tiene. Si uno no se ama a sí mismo, es imposible que pueda amar de verdad a otra persona.



MARÍA GUERRERO ESCUSA