D E P R E S I Ó N
Os dejo este artículo y me parece interesante hablaros de la depresión por que estamos en una época donde hay mucha, muchos andan deprimidos, tantas y tantas causas!!!!.
La depresión implica una profunda tristeza interior, una acumulación de emociones inhibidas, provocando un conflicto entre el cuerpo y la mente.
Esta enfermedad está conectada con un suceso señalado de mi
vida. La depresión se traduce por desvalorización y
culpabilidad que me corroen por dentro.
Si soy depresivo, me siento miserable, menos que nada.
Vivo en el pasado constantemente y tengo dificultad en salir de él. El presente
y el porvenir no existen. Es importante efectuar un cambio ahora en mi modo de
ver las cosas porque ya no es como antes.
La depresión frecuentemente, es una etapa decisiva en mi
vida (por ejemplo: la adolescencia) porque me obliga a volver a cuestionarme.
Quiero a toda costa tener una vida diferente. Estoy trastornado entre mis
ideales (mis sueños) y lo real (lo que sucede), entre lo que soy y lo que quiero
ser. Es un desequilibrio interior (quizás químico y hormonal) y mi
individualidad es irreconocible. Me siento limitado en mi espacio y voy
perdiendo despacio el sabor de vivir, la esencia de mi existencia. Me siento
inútil.
En otras palabras, la depresión tiene en su origen una
situación que vivo frente a mi territorio, es decir lo que pertenece a mi
espacio vital, sean personas (mis padres, mis hijos, mis amigos, etc.) animales
(mi perro, mis peces, etc.) o cosas (mi trabajo, mi casa, mis muebles, etc.). El
conflicto que vivo puede estar vinculado a un elemento de mi territorio que
tengo miedo de perder: a una pelea que tiene lugar en mi
territorio y que me molesta (por ejemplo: las peleas entre hermanos y hermanas).
He aquí expresiones que revelan cómo me puedo sentir: “Me ahogas!”, “Me chupas
el aire!”; “Aire!”. A veces también siento, dificultad en delimitar o marcar mi
espacio, mi territorio: ¿Qué es lo que me pertenece en exclusividad y qué es lo
que pertenece a los demás?
Las personas depresivas frecuentemente son permeables a
su entorno. Siento todo lo que sucede alrededor de mí y esto incrementa mi
sensibilidad, de aquí un sentimiento de limitación, y, la impresión de estar
invadido por mi entorno. Así, abandono porque encuentro la carga demasiado
pesada, ya no tengo el gusto de vivir y me siento culpable de ser lo que soy.
Incluso puedo tener tendencia a la auto – destrucción.
También puedo tener “necesidad de atención” para ayudarme a
valorizarme; la depresión se vuelve en este momento, un medio
inconsciente para “manipular” mi entorno.
La risa ya no forma parte de mi vida. Poco importa la razón,
compruebo ya ahora la causa, o las causas subyacentes a mi estado
depresivo. ¿Viví yo una presión de joven? ¿Cuáles son los acontecimientos
señalados vividos en mi infancia, que hacen que mi vida parezca tan
insignificante? ¿Es la pérdida de un ser amado, mi razón de vivir, o la
dirección de mi vida que ya no consigo ver?.
Huir la realidad y mis responsabilidades no sirve de nada (por
ejemplo: suicidio) por más que esto parezca ser el camino más fácil. Es
importante constatar las responsabilidades de mi vida porque necesitaré otra
cosa que antidepresivos para hacer desaparecer la depresión: debo ir a la
causa. A partir de ahora, comprendo que soy un ser único.
Tengo valores interiores excepcionales. Puedo retomar el
control de mí – mismo y de mi vida. Tengo elección de “soltar” o de “luchar”.
Tengo todo lo necesario para cambiar mi destino.
Responsabilizándome, adquiero más libertad y mis esfuerzos
están recompensados.
Luis Ferrer Fernández
Colaborador del TE
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