lunes, 3 de agosto de 2015

¿Qué son los celos y por qué suceden?

En numerosas ocasiones nos encontramos parejas en nuestra consulta que acuden a resolver un problema de celos, o a uno de los dos miembros de la pareja que acude para intentar no perder su relación a causa de ellos. Los celos son una respuesta emocional ante la posibilidad, real o imaginada, de perder un refuerzo que estaba a nuestra disposición (cariño de la pareja) y pasa a ser disfrutado por otra persona. Generan ansiedad y en algunos casos ira y tristeza.
No es papel del psicólogo dilucidar si los celos son justificados o no para ayudar a nuestros pacientes, en caso de existir motivos según el punto de vista de la persona lo más indicado es ayudar a tomar una decisión con respecto a la pareja desde la calma, y no propiciada por esas emociones negativas que desencadenan los celos.
Seguramente nos suena a todos la relación existente entre los celos y la propia inseguridad o baja autoestima, pues cierto es que las personas más independientes emocionalmente, que son capaces de buscarse sus propios refuerzos y con mayor confianza en sí mismas tienen menos posibilidades de padecer celos ya que tienen recursos personales que les protegen de ellos. Por el contrario, aquellas personas que “necesitan” de los otros, y más en concreto de la pareja, para obtener sus fuentes de refuerzo y satisfacción terminan por depender de la pareja para cubrir sus necesidades, tales como afecto, apoyo, compañía, cuidados, vivienda, economía, etc.
Las personas inseguras y con baja autoestima normalmente se sienten incómodas en sus relaciones de pareja porque tienden a verse inferiores, al tener una mala imagen de sí mismos y en estos casos existe el temor a ser dejados por alguien mejor, sumando así a las emociones negativas propias de los celos, un miedo al rechazo o al abandono.
Otro de los peligros que contribuyen a que se desencadenen los celos es dedicar un tiempo “excesivo” a la pareja, es decir, no tener otros espacios bien definidos en los que se compartan cosas con otros, por ejemplo ocio con amigos, familia, trabajo, etc., aparte de la pareja. En estos casos cuando uno se habitúa a hacer todo con la pareja, suele no tolerar que ésta quiera dedicar tiempo a otras cosas u otras personas, tomando esto como un rechazo o la sospecha de que exista alguien más, que ya se ha cansado de estar con él o ella, etc.
Quien padece de celos entra en una espiral donde aparecen pensamientos erróneos con respecto a lo que está ocurriendo, normalmente obsesivos, y comportamientos encaminados a “comprobar” aquello que está pensando o sospechando. Cuanto más comprobamos más celos tenemos y más ganas de seguir comprobando.
celos, tratamiento de los celosEl celoso quiere averiguar si es cierto lo que cree, por eso comprueba (el teléfono móvil, preguntando a otras personas sobre la pareja, registrando objetos personales, etc.). Estas respuestas de comprobación son las que mantienen el problema, haciendo que la persona sea incapaz de tolerar la duda. Este aspecto es muy importante porque hemos de aprender a convivir con la duda, ¿quién puede garantizarnos que nuestra pareja nunca nos dejará, no conocerá a otra persona, no se acabarán los sentimientos…?  Nadie puede tener esto seguro, por ello es tan importante mantener la duda.

El tratamiento de los celos

El tratamiento psicológico de los celos podríamos dividirlo en dos partes que se complementan. Por un lado, habría que trabajar la autoestima y las carencias que la persona pueda presentar a fin de incrementar su independencia emocional y la capacidad de buscar fuentes de refuerzo individuales. Eliminar también los pensamientos erróneos que se dan en quien padece celos, del tipo: “hoy no me ha llamado a la hora de comer, eso es que ya no me quiere”, “te has arreglado mucho, seguro que hay otro/a”.
Y por otro lado, hemos de explicar bien a la persona que esas emociones negativas que generan los celos tienen un nivel máximo de intensidad a partir del cual vuelven a bajar a niveles normales, es decir, si se aguanta esa emoción acabará bajando o incluso desapareciendo. Y es fundamental que dejen de dar las respuestas de comprobación que mantienen el problema, de modo que se expogan a la duda aprendiendo así a convivir con ella de manera óptima y adecuada.
Artículo de Marta Bermejo Victoriano

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