domingo, 1 de marzo de 2015

La Soledad: ¿Estar solo o sentirse solo?

 
En nuestra sociedad, la vida en solitario se está convirtiendo cada vez más en una elección posible. Los denominados singles están a la orden del día, así como nuevos modelos de convivencia como el  “juntos pero no revueltos”. Pero un detalle importante es que una cosa es vivir solo, y otra muy distinta es sentirse solo.
 
La soledad forma parte de la condición humana. Hay quien la ha de soportar porque no tiene más remedio, quien sabe convivir con ella y la tolera, quien la busca por necesidad, o quien huye desesperadamente de ella.  Puede aparecer viviendo solo, o incluso viviendo acompañado y rodeado de la propia familia, ya que existe una falta de apoyo, interés o cariño. La soledad bien vivida es buena, natural y puede suponer una fuente de descubrimiento y encuentro personal. Pero, la soledad mal llevada puede desencadenar sentimientos de todo tipo: tristeza, falta de ilusión, introversión, hasta llegar a la depresión en casos graves.
 
El sentimiento de soledad está relacionado con el aislamiento, la noción de no formar parte de algo, y la idea de no estar incluido en ningún proyecto. Algunos pasos útiles para vencer la soledad no deseada pueden ser:
  1. Fuera la timidez. Tomemos la iniciativa para conseguir nuevas relaciones. Definamos qué personas nos interesan, y elaboremos una estrategia para contactar con ellas.
  2. No hay nada que perder. El miedo al rechazo es un freno para entablar nuevas relaciones, pero pensemos que el “no” ya lo tenemos así que no perdemos nada por intentarlo. Encerrarnos en nosotros mismos es reconocer la derrota.
  3. Sin victimismos. Seguramente en alguna ocasión hemos tenido alguna mala experiencia en nuestras relaciones personales, pero no debemos quedarnos enganchados a eso, puesto que así, continuaremos estando solos.
 
A pesar de esto, un cierto nivel de soledad es imprescindible. Puede suceder que por miedo a estar solo, se creen vínculos de dependencia o, incluso, de chantaje emocional lo cual dará lugar a una relación impuesta y de conveniencia. Por otro lado, tememos a la soledad. Hay personas que movidas por este miedo, buscan compañía de forma casi desesperada. Al darse cuenta de que no han acertado, rompen la relación y al cabo de poco tiempo buscan iniciar una nueva. En este caso, el problema que hay que solucionar no es la relación en sí, sino la propia soledad, que hay que aceptar y tolerar.
 
Por eso, es necesario tener espacios para convivir con uno mismo y con los demás, con la intención de relacionarnos, sentirnos útiles, capaces de dar y recibir afecto; y dejar que la soledad nos acompañe siendo nuestra aliada, no nuestra enemiga.
 
Adriana Larrañaga Mendoza.

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