martes, 2 de septiembre de 2014

Madrastras y padrastros. “Mis hijos no aceptan a mi nueva pareja”

La imagen de los padrastros pero, sobre todo, de las madrastras, suele estar unida a connotaciones negativas y estereotipadas, propias de los cuentos infantiles.
Lo cierto es que los menores ven a los nuevos “inquilinos” como “usurpadores” del lugar que ocupan/ocupaban (según sea un divorcio o muerte) de su padre o madre biológica y, por tanto, “per se” traerán problemas y conflictos, aun sin conocerlos. Existe un punto clave que es la aceptación y la demostración de afecto lo cual se complica, y mucho, si la llegada de “los nuevos” es debida a la muerte del progenitor biológico. ¿Vemos qué podemos hacer?
madrastras Madrastras y padrastros. Mis hijos no aceptan a mi nueva pareja
La imagen de las madrastras siempre ha estado asociada en el cine a la autoridad y la maldad.

Cómo afrontar la llegada de una nueva pareja del padre o madre a la familia

El primer impulso de los hijastros es el rechazo, tengamos en cuenta que si el niño/a tiene alrededor de cinco años esté rechazo es absoluto y total ya que siguen viviendo en los cuentos infantiles donde la figura de la madrastra es la de un ser malvado, cuya principal misión es alejar a los niños de su padre/madre y por los que siente un odio total. Y, los cuentos infantiles, se interiorizan muy bien a determinadas edades.
Sin embargo, si el padrastro o madrastra llega a casa con hijos pre-adolescentes o adolescentes, la adaptación resultará más difícil porque han estado durante años funcionando con un determinado modelo de familia, que ahora va a cambiar y, también, porque a los hijos adolescentes, que están intentando construir su propia identidad y ya están pensando en la independencia, se les hace muy difícil asumir que su progenitor puede reconstruir su vida con una nueva pareja. Es, en este punto, donde puede iniciarse el conflicto, y todo ello por , en el fondo, un simple malentendido, ya que el progenitor cree que su hijo está intentando sabotear a su pareja y, de paso, ejercer sobre él/ella chantaje emocional. En realidad, lo que ocurre es que al adolescente “le molesta” ( si se trata de un divorcio) vivir en dos casas diferentes ya que no pueden mantener una relación “normal” con sus amigos/as.
Y el conflicto está servido; los padres entienden que a sus hijos no les importa ni dónde viven y, mucho menos, los sentimientos del recién llegado a la familia. Y el adolescente piensa que sus padres no entienden que, a su edad, le importan más su grupo de iguales que su familia porque, obviamente, son demasiado “carrozas” para recordar cuándo tenían su edad. Y eso, que ocurre en una familia en que existe un padrastro/madrastra, habría pasado, igualmente, si la familia nuclear se hubiera mantenido.
A los hijos pequeños les cuesta entender por qué sus padres tienen que rehacer su vida tras un divorcio  o la muerte del otro progenitor aunque tampoco es fácil para los padres explicarse ya que se sienten inseguros. Si se trata de un divorcio, lo ideal es que ambos padres muestren coincidencia educativa así como en otros temas importantes importantes, como en salud y que sean ambos, a la vez, quienes expliquen al niño que una o ambas partes han rehecho su vida, con otra persona, pero que ello no hará que les dejen de querer menos.
Los cambios en niños pequeños generan, a su vez, inseguridad, y la forma como vayan a reaccionar ante su padrastro-madrastra dependerá de cómo sus padres biológicos les hayan introducido en sus vidas. Pensemos que para el niño tener dos casas es, en el fondo, como tener pasaporte de dos países; es una ventaja, hasta que entran en conflicto.
En esta situación, tienen un papel protagonista alguien de quien estamos hablando poco; el padrasto y la madrastra ya que, según se comporten y su actitud ante sus hijastros, serán aceptados o rechazados fuertemente. Ambos son dos adultos que deben tener presente que no son amigos (puesto que perderían cualquier autoridad que la madre-padre biológico les permitiera) pero tampoco son un padre-madre (ya tienen un padre-madre, no pueden usurpar su función). Además, no tienen recuerdos, ni vivencias compartidas que formen más recuerdos, ni costumbres habituales propias de la familia de la que comienza a formar parte y sólo el paso del tiempo logrará generarlas y, de esta manera, ser aceptados plenamente.

Consejos para que funcione la relación de la nueva pareja con los hijos

Las siguientes consideraciones pueden servir de pistas para que padrastro y madrastra encajen mejor en la familia y los niños/as no se vean  obligados a tener que elegir entre vivir “con papá o con mamá” porque no acepten al nuevo compañero sentimental:
  • Ser uno mismo, actuar con naturalidad y no representar el papel de “padre/madre” porque los niños ya tienen un padre/madre.
  • Ser primero esposo/a y después padrastro-madrastra. La actitud de los niños puede influir en la relación de pareja.
  • No convertirse en padrastro-madrastra si no se quiere, pero es obligatorio ser honesto con los niños desde el principio.
  • Definir  su papel dentro de la familia, hacerse respetar y respetar a los demás.
  • No confundir ‘querer a la pareja’ con ‘querer a los hijos de ésta’, ni pensar que porque la pareja le quiere también le van a querer sus hijos.
  • Ser realista sobre el pasado de su pareja y sus circunstancia.
  • Ser flexibles y enfrentarse a los problemas que surjan con actitud positiva. El buen humor puede ser una buena ayuda en muchas situaciones conflictivas o preocupantes.
  • Es fundamental intentar establecer unas bases sólidas de una nueva familia, aunque lleve su tiempo. Hay que organizar actividades en familia en las que participen todos para crear una identidad familiar, empezar a compartir buenos momentos y crear buenos recuerdos en común. Viajes, excursiones, juegos…
  • Evitar situaciones confusas dejando claro cuál es el papel del padrastro-madrastra en la familia que se habrá definido con su pareja. Qué responsabilidades tienen, qué espacio les dejan a los niños, cómo se relacionan con el padre o la madre…
  •  Con la madre o el padre de los niños probablemente no tengan una relación de amistad, pero sí hay que intentar que sea una relación positiva o, al menos, lo más neutral posible. Hay que aceptar que quieran participar en la vida de sus hijos y permitirlo.
  •  Comunicarse de forma efectiva, pedir perdón cuando sea necesario, transmitir sus miedos, enfados, dudas… y también las alegrías.Estás en

¿Quién debe ejercer la autoridad en el nuevo núcleo familiar?

Cuanto más adolescentes son los hijos, más acostumbrados están a identificar como figuras de autoridad a sus padres y madres y, por tanto, más reacios se verán a cumplir “ordenes” de sus padrastros-madrastras.
Es por ello que, sobretodo, al inicio de la convivencia y, especialmente, con los niños más pequeños la figura de autoridad siga siendo el padre biológico y sólo, puntualmente, el padrastro-madrastra, siempre que cuente con el apoyo del padre biológico pueda ejercer autoridad, en cuanto a la imposición de límites pero, también de castigos, se refiere. Sin embargo, hay un punto en que la nueva persona en la estructura familiar, esta ya tan integrada que pueda ejercer eficazmente la autoridad, siempre con el respaldo de los padres biológicos, y, especialmente, mostrándose empático y comprensivo.
Por ejemplo, antes de imponer un castigo, debe haber definido dónde están sus límites, dar instrucciones claras, directas y precisas y mantener, de forma constante, lo que quiere conseguir dando dichas instrucciones.

Sentimiento de traición

Una de las preocupaciones más importantes de los hijos ante la presencia del padrastro-madrastro es cómo puede afectar a su relación con su madre-padre biológico. Por ello, y como ya hemos dicho anteriormente, es muy importante aclarar a los hijos que nadie es un sustituto de nadie y que los padres biológicos no van a “abandonarlos” ni “a dejarlos de querer” por la presencia de la nueva figura.
Sin embargo, si la figura biológica ha muerto, todo ello requiere ser tratado con suma delicadeza porque los niños tienen miedo a olvidarse de ellos y, sobre todo, a traicionarles si demuestran su cariño a otra persona. Por tanto, el niño requiere un tiempo para la elaboración del duelo infantil durante el cual la figura biológica que sobrevive juega un papel fundamental.
En cambio, si la reconstitución de la familia se produce debido a un divorcio conflictivo con niños pequeños, también hay que extremar el tacto para no generarles a ellos mismos un conflicto emocional. Además, la formación de vínculos afectivos es un proceso lento de adaptación en el cual se pueden producir pérdidas y cambios.
Enfrentarse a los retos de la nueva familia con actitud positiva es fundamental. Nos encontraremos ante problemas…como en cualquier familia. Pero no hay que obsesionarse con las dificultades que tiene una familia reconstituida, ni formarla con prejuicios, porque ello es básico para que, después, la convivencia sea buena.
Finalmente, hay que pensar que es por el bien de los hijos que se debe intentar que una familia reconstituida sea eso, una familia, con una base sólida de afectos mutuos que, tal vez,…lleguen con el tiempo. Y, en cualquier caso, si nos vemos sobrecargados o incapaces de abordar la nueva realidad, recordar que hay profesionales especializados en resolver estas situaciones.

María Dolors Mas

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