viernes, 26 de abril de 2013

El elefante conformista

-El elefante conformista.

Esto era un  elefante pequeñito que nació en la caravana de un circo y que,  para que no se extraviara, lo ataron  a una estaca casi tan alta como él, clavada en el piso a un costado de la carpa del circo. El animal tiraba, empujaba y luchaba tratando de soltarse y no lo conseguía por la resistencia que le oponía el fuerte madero.

            Cada día el animal se ponía de pié sobre sus patas traseras y con todas sus fuerzas buscaba desprenderse, golpeaba con su trompa y empujaba  con su cuerpo; sin embargo, la estaca se mantenía firme  y no le permitía liberarse.

            Por muchos días más el elefantito siguió insistiendo y cada vez lograba el mismo resultado. La estaca era muy fuerte para él y por más que se empeñaba  no lograba soltarse.

  Así pasaron las semanas y algunos meses hasta que un terrible día el elefantito se reconoció impotente y decidió desistir: no lograba nada, sólo alguna regañina  de su madre y algún trompazo de los otros elefantes del circo. El pobre elefantito aceptó su impotencia y se resignó a su triste destino.

            Pasó el tiempo y el elefante se hizo grande, muy grande. La estaca, que antes era alta y demasiado   fuerte  para él,  vino a transformarse en  una débil atadura insignificante para  su  fuerza y empuje. Sin embargo, el elefante, enorme animal de potencia descomunal, mantenía todavía grabados  en su memoria los fracasos  pasados y las recriminaciones de los otros elefantes del circo y éstos le habían influido para que no intentara un mínimo esfuerzo  para intentar un esfuerzo por liberarse de su ridícula estaca..

 
 Amigos, es posible que a muchos de nosotros nos esté pasando algo parecido a lo que le pasó al elefante: una frágil estaca lo ataba y le impedía   vivir libremente. Es posible  que nosotros también estemos atados a “estacas– a veces, ridículas-, pero que  nos impiden desarrollarnos plenamente  y nos quitan  libertad para dejar de salir a la persona que en el fondo somos; y  esto,  no porque no podamos derribarlas, sino porque nos han dicho, y nosotros así nos lo hemos creído, que no tenemos  fuerza para hacerlo.

 


  Hay que descubrir las viejas “estacas” que nos atan al piso de nuestro circo particular, y, al mismo tiempo, estimular nuestro ánimo para que nos atrevamos a arremeter contra ellas para liberarnos de su influencia nefasta, que nos dificulta desarrollar lo mejor de nosotros mismos.


          Como sabéis, hay “estacas” de muchas clases. Descubramos las distintas clases  de estacas que pueden tenernos atados a cada uno de nosotros para poder recobrar la libertad de ser plenamente nosotros. Sería muy buena señal que estemos convencidos que el principal obstáculo para nuestro crecimiento personal, e incluso de nuestra felicidad, no está fuera de nosotros mismos si dentro de nosotros mismos. 

 

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